Foto: LA NACION / Rodrigo Néspolo
El edificio de la avenida Colón, en la ciudad de Mendoza, pasaría inadvertido de no ser por un detalle: desde el portero eléctrico de su entrada austera alguien invita a pasar con la misma voz que una madrugada tuvo en vilo al país. Según quién escuche, es la voz de la traición. O de la resistencia.
En su pequeña oficina, Cobos tiene colgada la foto de una maratón, dos pinturas de las hijas y lo que podría significar el retrato de un matrimonio que terminó mal: el diploma de vice de Cristina. Lo luce atrás de su escritorio con orgullo y según jura, sin rencores. Sólo Dios sabe si siempre estuvo ahí… o si lo volvió a subir desde el caso Ciccone. Cuando apareció un marido peor.
Terapeuta: -Empecemos dibujando el genograma para conocer a su familia política. A usted lo colocamos acá. Si tuviéramos que ubicar arriba suyo a un padre político o referente, ¿quién sería?
-Diría dos: Illia y Raúl Alfonsín.
¿Y Alfonsín lo habrá visto a usted como ahijado político?
-No sé, pero tuvimos una conversación importante en los últimos momentos de su vida. Él creía que yo podía jugar un papel clave en la reunificación del partido. Yo había apoyado la concertación cuando fui de vice de Cristina, recordando el intento que quiso hacer Perón con Balbín de unificar el país.
¿Usted se imaginó como el Balbín de los Kirchner?
-Salvando obviamente las distancias. Pensé que era un momento de pacificación en el país.
Pero en 2007 el país ya estaba pacificado…
– Sí, pero había cosas pendientes: el Indec, un mayor federalismo, el impuesto al cheque… Yo creía que todo eso, estando yo como vice, se iba a conseguir. Kirchner me generó esperanzas. Yo pensé que era la Alianza que no había podido ser. El decía: «Me gusta Cobos porque no me pide plata, me pide obras». Así comenzó una relación de respeto mutuo donde yo le marcaba diferencias. Por ejemplo, mi desacuerdo con la reelección de Rovira en Misiones. Cuando el intento fracasó, me llamó, me dio la razón y me dijo que le iba a pedir a Felipe Solá que no intentara reelegirse.
Usted sentía que era una relación que podía controlar, donde no iba a ser «tragado»…
-Sí, él me escuchaba. Entonces empecé a pensar que podía aportar algo para salir de esta historia del desencuentro de los argentinos.
Y con esa idea épica, acepta ser el vice de Cristina. El que lo quiere, puede decir que buscó la unidad nacional. El que no, que abandonó Mendoza por ambicioso.
-Eso no fue así. En la provincia no existía la reelección y luché para que nuestro candidato fuera electo. Hicimos una mala campaña.
¿Qué trato tenía con Cristina?
-Cordial. Me llamaron los publicistas, tuve participación, me gustó el slogan «Cristina, Cobos y vos».
Hasta ahí era todo soñado. Tenía baile, princesa y palacio. Hasta que llegó lo del campo. Hábleme del 17 de julio de 2008. De la 125.
(Tenso) -Tuve dos momentos muy duros en mi vida. Uno en el 78. Me tocó estar al frente de soldados para invadir Chile. Le había dejado una carta a mi familia despidiéndome.
¿Pensaba que iba a morir?
-Sí. Si invadíamos, moría.
Fíjese con lo que asoció. ¿Sintió lo mismo con su voto no positivo?
-Yo oía lo que me gritaban. Que me iban a matar igual que a Vandor. Pero estaba jugado. Mientras iba hablando, Pampuro me apuró y dije: «Perdón si me equivoco, que la historia me juzgue, mi voto es no positivo».
¿Por qué usó ese giro extraño, «no es positivo»?
-No lo sé. Quizás una lucha interna por algo difícil de expresar.
¿Alguna vez fantaseó con que Cristina se iba y asumía usted?
-No, jamás se me pasó por la cabeza. Yo sólo quería ser un buen vice. Resguardar la paz social.
Otra vez «el unificador».
-Yo estaba convencido de que ese voto era decisivo para la paz social.
¿Tuvo un microsegundo de duda en donde pensó que tal vez era, efectivamente, un traidor?
-Tampoco. Alguien habrá querido que yo esté ahí y actúe de esa forma. A lo mejor fue mi única misión.
Con la 125 se convierte en el héroe de la resistencia. Entonces, la UCR le levanta la expulsión. Usted imagina que lo van a recibir para alzarlo en andas. Pero…
-Pero eligieron a la figura de Alfonsín. Se dio la muerte de Raúl que puso al frente la figura de Ricardo.
¿Y usted cómo lo vivió?
-Al menos tendrían que haberme escuchado un poquitito más.
El radicalismo es su familia… ¿disfuncional?
-Sí, es complicado. Un amigo justicialista me dijo que si hubiera sido al revés, me hacían una fiesta con alfombra roja y torta de dos pisos.
¿Esperaba que el radicalismo le tire la alfombra roja?
(Sonríe y se pone colorado) -Y… bueno. Capaz que sí.
Mucha gente piensa que durante la 125, Cobos fue una especie de Batman que detuvo al Pingüino. Pero luego, viendo cómo se pinchaba, la misma gente se empezó a preguntar si no había sido sólo un disfraz de alquiler. ¿Usted es Batman o alquiló la capa una noche?
(Carcajada) -No sé.
¿Qué piensa? ¿Le da el piné para presidente?
(Se ríe, nervioso pero firme) -No, bueno… Uno cree que está preparado para ser presidente. Pero hoy no estoy pensando en eso. Tendría que estar convencido y no lo estoy.
¿En la vida usted qué es? ¿Un ganador o un desempatador?
-El que mete el gol es un ganador, ¿no? Y bueno… Uno trata de hacer las cosas lo mejor posible. Uno siempre quiere salir campeón.
Por último, el test de Rorschach. Le voy a mostrar una lámina con una mancha. ¿Qué ve en esta mancha? (foto de Boudou jurando como vice; él aplaude detrás)
(Cuidadoso) -Veo pasado y presente. Ingeniero y economista. Dos hombres distintos.
Usted que va a San Nicolás a agradecerle a la Virgen, ¿no peregrinó a San Ciccone para agradecer el milagro que Boudou hizo por su imagen?
(Armadito) -Sí, la manera en la que lo han defendido, es un milagro.
Salga del casete que se va a enredar con la cinta. ¿A usted lo relanzó o no Boudou?
(Riéndose) -Bueno, la verdad, puso en valor la propiedad.
¿Dejamos acá?
Edad: 57
Cargo: ex vicepresidente
Ocupación
Es ingeniero civil a la espera de una nueva oportunidad política. Fue rector universitario, gobernó Mendoza, fue candidato a vicepresidente de Cristina Kirchner y durante cuatro años hizo como pudo para mantenerse en el cargo.
Observaciones
Paciente lúcido, empático, timia placentera. Ya no presenta síntomas de estrés postraumático ocasionados por la 125.
Posible razón de consulta
Refiere ansiedad por su vuelta a la política en 2013..
El edificio de la avenida Colón, en la ciudad de Mendoza, pasaría inadvertido de no ser por un detalle: desde el portero eléctrico de su entrada austera alguien invita a pasar con la misma voz que una madrugada tuvo en vilo al país. Según quién escuche, es la voz de la traición. O de la resistencia.
En su pequeña oficina, Cobos tiene colgada la foto de una maratón, dos pinturas de las hijas y lo que podría significar el retrato de un matrimonio que terminó mal: el diploma de vice de Cristina. Lo luce atrás de su escritorio con orgullo y según jura, sin rencores. Sólo Dios sabe si siempre estuvo ahí… o si lo volvió a subir desde el caso Ciccone. Cuando apareció un marido peor.
Terapeuta: -Empecemos dibujando el genograma para conocer a su familia política. A usted lo colocamos acá. Si tuviéramos que ubicar arriba suyo a un padre político o referente, ¿quién sería?
-Diría dos: Illia y Raúl Alfonsín.
¿Y Alfonsín lo habrá visto a usted como ahijado político?
-No sé, pero tuvimos una conversación importante en los últimos momentos de su vida. Él creía que yo podía jugar un papel clave en la reunificación del partido. Yo había apoyado la concertación cuando fui de vice de Cristina, recordando el intento que quiso hacer Perón con Balbín de unificar el país.
¿Usted se imaginó como el Balbín de los Kirchner?
-Salvando obviamente las distancias. Pensé que era un momento de pacificación en el país.
Pero en 2007 el país ya estaba pacificado…
– Sí, pero había cosas pendientes: el Indec, un mayor federalismo, el impuesto al cheque… Yo creía que todo eso, estando yo como vice, se iba a conseguir. Kirchner me generó esperanzas. Yo pensé que era la Alianza que no había podido ser. El decía: «Me gusta Cobos porque no me pide plata, me pide obras». Así comenzó una relación de respeto mutuo donde yo le marcaba diferencias. Por ejemplo, mi desacuerdo con la reelección de Rovira en Misiones. Cuando el intento fracasó, me llamó, me dio la razón y me dijo que le iba a pedir a Felipe Solá que no intentara reelegirse.
Usted sentía que era una relación que podía controlar, donde no iba a ser «tragado»…
-Sí, él me escuchaba. Entonces empecé a pensar que podía aportar algo para salir de esta historia del desencuentro de los argentinos.
Y con esa idea épica, acepta ser el vice de Cristina. El que lo quiere, puede decir que buscó la unidad nacional. El que no, que abandonó Mendoza por ambicioso.
-Eso no fue así. En la provincia no existía la reelección y luché para que nuestro candidato fuera electo. Hicimos una mala campaña.
¿Qué trato tenía con Cristina?
-Cordial. Me llamaron los publicistas, tuve participación, me gustó el slogan «Cristina, Cobos y vos».
Hasta ahí era todo soñado. Tenía baile, princesa y palacio. Hasta que llegó lo del campo. Hábleme del 17 de julio de 2008. De la 125.
(Tenso) -Tuve dos momentos muy duros en mi vida. Uno en el 78. Me tocó estar al frente de soldados para invadir Chile. Le había dejado una carta a mi familia despidiéndome.
¿Pensaba que iba a morir?
-Sí. Si invadíamos, moría.
Fíjese con lo que asoció. ¿Sintió lo mismo con su voto no positivo?
-Yo oía lo que me gritaban. Que me iban a matar igual que a Vandor. Pero estaba jugado. Mientras iba hablando, Pampuro me apuró y dije: «Perdón si me equivoco, que la historia me juzgue, mi voto es no positivo».
¿Por qué usó ese giro extraño, «no es positivo»?
-No lo sé. Quizás una lucha interna por algo difícil de expresar.
¿Alguna vez fantaseó con que Cristina se iba y asumía usted?
-No, jamás se me pasó por la cabeza. Yo sólo quería ser un buen vice. Resguardar la paz social.
Otra vez «el unificador».
-Yo estaba convencido de que ese voto era decisivo para la paz social.
¿Tuvo un microsegundo de duda en donde pensó que tal vez era, efectivamente, un traidor?
-Tampoco. Alguien habrá querido que yo esté ahí y actúe de esa forma. A lo mejor fue mi única misión.
Con la 125 se convierte en el héroe de la resistencia. Entonces, la UCR le levanta la expulsión. Usted imagina que lo van a recibir para alzarlo en andas. Pero…
-Pero eligieron a la figura de Alfonsín. Se dio la muerte de Raúl que puso al frente la figura de Ricardo.
¿Y usted cómo lo vivió?
-Al menos tendrían que haberme escuchado un poquitito más.
El radicalismo es su familia… ¿disfuncional?
-Sí, es complicado. Un amigo justicialista me dijo que si hubiera sido al revés, me hacían una fiesta con alfombra roja y torta de dos pisos.
¿Esperaba que el radicalismo le tire la alfombra roja?
(Sonríe y se pone colorado) -Y… bueno. Capaz que sí.
Mucha gente piensa que durante la 125, Cobos fue una especie de Batman que detuvo al Pingüino. Pero luego, viendo cómo se pinchaba, la misma gente se empezó a preguntar si no había sido sólo un disfraz de alquiler. ¿Usted es Batman o alquiló la capa una noche?
(Carcajada) -No sé.
¿Qué piensa? ¿Le da el piné para presidente?
(Se ríe, nervioso pero firme) -No, bueno… Uno cree que está preparado para ser presidente. Pero hoy no estoy pensando en eso. Tendría que estar convencido y no lo estoy.
¿En la vida usted qué es? ¿Un ganador o un desempatador?
-El que mete el gol es un ganador, ¿no? Y bueno… Uno trata de hacer las cosas lo mejor posible. Uno siempre quiere salir campeón.
Por último, el test de Rorschach. Le voy a mostrar una lámina con una mancha. ¿Qué ve en esta mancha? (foto de Boudou jurando como vice; él aplaude detrás)
(Cuidadoso) -Veo pasado y presente. Ingeniero y economista. Dos hombres distintos.
Usted que va a San Nicolás a agradecerle a la Virgen, ¿no peregrinó a San Ciccone para agradecer el milagro que Boudou hizo por su imagen?
(Armadito) -Sí, la manera en la que lo han defendido, es un milagro.
Salga del casete que se va a enredar con la cinta. ¿A usted lo relanzó o no Boudou?
(Riéndose) -Bueno, la verdad, puso en valor la propiedad.
¿Dejamos acá?
Edad: 57
Cargo: ex vicepresidente
Ocupación
Es ingeniero civil a la espera de una nueva oportunidad política. Fue rector universitario, gobernó Mendoza, fue candidato a vicepresidente de Cristina Kirchner y durante cuatro años hizo como pudo para mantenerse en el cargo.
Observaciones
Paciente lúcido, empático, timia placentera. Ya no presenta síntomas de estrés postraumático ocasionados por la 125.
Posible razón de consulta
Refiere ansiedad por su vuelta a la política en 2013..