Fernando Gonzalez
Director Periodístico
1 Nota
El 2 de abril se cumplieron 32 años del comienzo de la Guerra de Malvinas. Ese día, en esta misma columna editorial, escribí que el mejor homenaje que se le podía hacer a nuestras islas era conocerlas. El mensaje iba dirigido a nuestros lectores en general y, en particular, a los candidatos presidenciales dado que ninguno de ellos conocía esos dos pedazos de tierra que tanto amamos y extrañamos. La cuestión es que el último sábado se produjo un hecho que quedó algo relegado entre las grandes noticias que daban cuenta del procesamiento de Amado Boudou. Julio Cleto Cobos, ex gobernador, ex vicepresidente y actual diputado nacional, había viajado a las islas Malvinas.
Como es costumbre en el país adolescente, la polémica estalló de inmediato. Los habitantes del universo diplomático iniciaron una discusión sobre la inconveniencia de que un legislador nacional como Cobos se dejara sellar su pasaporte argentino por las autoridades británicas. Para embajadores como César Mayoral, el viaje constituyó una sorpresa desagradable. Para el ex vicecanciller, Andrés Cisneros, el fetichismo del pasaporte sellado (como lo definió) no crea ningún antecedente a favor de Gran Bretaña ya que, desde 1989, hay un paraguas sobre la discusión de la soberanía. Claro que el más duro, sin dudas, fue el ex canciller Jorge Taiana, quien consideró el viaje de Cobos como irresponsable e inconsulto. Y agregó una frase insólita y hasta bastante triste en boca de una persona reconocida por su formación política, cultural y su inteligencia. Para Taiana, el sellado del pasaporte es una razón por la cual nunca he ido ni iré a las Malvinas.
Taiana, quien renunció a la Cancillería argentina porque la Presidenta le faltó el respeto en una discusión telefónica, no tiene idea lo que se pierde renunciando a conocer el territorio que alguna vez queremos recuperar. Con sus conocimientos y con su experiencia, sería invalorable que pudiera recorrer los campos de batalla donde murieron 649 soldados de la Patria. Estoy seguro que se conmovería visitando el Cementerio de Darwin donde 123 tumbas esperan la muy demorada identificación por ADN para que dejen de ser sólo conocidos por Dios, como está escrito en las lápidas. Y sus ideas seguramente serían enriquecidas si pudiera intercambiar argumentos con los habitantes que hace 181 años viven en nuestras Malvinas.
La frialdad, el bloqueo y el aislamiento que hemos mantenido sobre las Malvinas desde la guerra de 1982 no han dado resultados positivos. La Argentina necesita una política de Estado para las islas y mal se puede diseñar una política de Estado sobre un territorio que sólo se conoce por los mapas, los libros de historia y las canciones patrias. Necesitamos más vuelos y más intercambio humano. Como lo hizo Cobos, que los candidatos a presidente y todos aquellos argentinos a los que les interesa el futuro vayan a las islas Malvinas. Es posible que allí encuentren las respuestas que hace tanto tiempo estamos buscando.
Director Periodístico
1 Nota
El 2 de abril se cumplieron 32 años del comienzo de la Guerra de Malvinas. Ese día, en esta misma columna editorial, escribí que el mejor homenaje que se le podía hacer a nuestras islas era conocerlas. El mensaje iba dirigido a nuestros lectores en general y, en particular, a los candidatos presidenciales dado que ninguno de ellos conocía esos dos pedazos de tierra que tanto amamos y extrañamos. La cuestión es que el último sábado se produjo un hecho que quedó algo relegado entre las grandes noticias que daban cuenta del procesamiento de Amado Boudou. Julio Cleto Cobos, ex gobernador, ex vicepresidente y actual diputado nacional, había viajado a las islas Malvinas.
Como es costumbre en el país adolescente, la polémica estalló de inmediato. Los habitantes del universo diplomático iniciaron una discusión sobre la inconveniencia de que un legislador nacional como Cobos se dejara sellar su pasaporte argentino por las autoridades británicas. Para embajadores como César Mayoral, el viaje constituyó una sorpresa desagradable. Para el ex vicecanciller, Andrés Cisneros, el fetichismo del pasaporte sellado (como lo definió) no crea ningún antecedente a favor de Gran Bretaña ya que, desde 1989, hay un paraguas sobre la discusión de la soberanía. Claro que el más duro, sin dudas, fue el ex canciller Jorge Taiana, quien consideró el viaje de Cobos como irresponsable e inconsulto. Y agregó una frase insólita y hasta bastante triste en boca de una persona reconocida por su formación política, cultural y su inteligencia. Para Taiana, el sellado del pasaporte es una razón por la cual nunca he ido ni iré a las Malvinas.
Taiana, quien renunció a la Cancillería argentina porque la Presidenta le faltó el respeto en una discusión telefónica, no tiene idea lo que se pierde renunciando a conocer el territorio que alguna vez queremos recuperar. Con sus conocimientos y con su experiencia, sería invalorable que pudiera recorrer los campos de batalla donde murieron 649 soldados de la Patria. Estoy seguro que se conmovería visitando el Cementerio de Darwin donde 123 tumbas esperan la muy demorada identificación por ADN para que dejen de ser sólo conocidos por Dios, como está escrito en las lápidas. Y sus ideas seguramente serían enriquecidas si pudiera intercambiar argumentos con los habitantes que hace 181 años viven en nuestras Malvinas.
La frialdad, el bloqueo y el aislamiento que hemos mantenido sobre las Malvinas desde la guerra de 1982 no han dado resultados positivos. La Argentina necesita una política de Estado para las islas y mal se puede diseñar una política de Estado sobre un territorio que sólo se conoce por los mapas, los libros de historia y las canciones patrias. Necesitamos más vuelos y más intercambio humano. Como lo hizo Cobos, que los candidatos a presidente y todos aquellos argentinos a los que les interesa el futuro vayan a las islas Malvinas. Es posible que allí encuentren las respuestas que hace tanto tiempo estamos buscando.