Cómo creo que es todo este asunto del dólar

Hay muchos compatriotas confundidos con este tema de las reglamentaciones para comprar dólares. Me gustaría ayudar a entender la cuestión, como un simple aporte militante, al menos como yo entiendo mi militancia.
Nuestro país tiene una moneda y un Banco Central responsable de su emisión y de regular la actividad de los bancos. Si no tuviéramos relación con otros países, que a su vez tienen sus monedas, no haría falta nada más. Ese sería nuestro medio de cambio para comprar y vender y punto.
Pero como sabemos, esa es una situación que no se da en ninguna parte. Por lo tanto, hay que acordar a cuánto cambiamos nuestra moneda por la de los otros. Dada la hegemonía de décadas de Estados Unidos y para simplificar, admitamos que todos los países se referencian con el dólar.
¿Para qué necesitamos dólares? Para importar mercaderías; para permitir que las empresas extranjeras que operan aquí manden las utilidades a sus países de origen; para que los extranjeros que trabajan aquí puedan mandar dinero a sus familiares; para poder viajar y hacer turismo fuera del país; para devolver los préstamos externos que el gobierno o los particulares hayan podido tomar; para que las empresas o el Estado realicen inversiones en el exterior.
¿De dónde salen esos dólares? De las operaciones inversas a las detalladas, o sea: las exportaciones de mercaderías; las utilidades enviadas por filiales de empresas argentinas radicadas en el exterior (en nuestro caso esto es muy pequeño); de los envíos de argentinos que trabajan afuera, a sus parientes de aquí; del turismo de extranjeros en el país; de las inversiones extranjeras en el país.
¿Cómo conseguimos que las dos sumas –lo que sale y lo que entra– cierren y qué hacemos cuando no sucede? Toda la divisa que entra o sale debe ser liquidada por el sistema bancario, siendo el Banco Central quien compra los excedentes o vende los faltantes, con lo que se conoce como reservas. Desde 2003, las reservas se han incrementado de manera muy importante y todo el tiempo, hasta hace unos pocos meses, en que se redujeron algo, pero de cualquier manera están en valores históricos muy altos.
Lo descrito es aquello para lo que es imprescindible usar la divisa. Para la cultura argentina hay un uso más, que es el que hoy hace ruido: el refugio de valor. En el pasado, el dólar se convirtió en el reaseguro popular más claro para cubrirse de la inestabilidad y de las devaluaciones bruscas. En todos estos años, se mantuvo esa cultura, pero sin ninguna ansiedad especial, en un escenario de mejora permanente de las condiciones del país y donde la paridad cambiaria se movió lentamente.
En esta búsqueda de refugio, es importante diferenciar quien guardó o guarda dólares en el colchón, respecto de quien busca colocarlos en un banco del exterior, usualmente por una vía irregular. Cierta prensa mal intencionada llama a ambas cosas “fuga de capital” cuando en rigor sólo la segunda lo es. La primera forma de ahorro le quita recursos a los bancos, pero eso es mucho menos grave que llevarse el dinero fuera del país. No hay estadísticas ni estimaciones precisas de cuánto representa una forma de atesorar o la otra.
¿Que pasó ahora? Que los tiempos de holgura en la diferencia entre ingreso y egreso de dólares comenzaron a achicarse. Básicamente, por dos razones: las importaciones crecen más que las exportaciones; y las utilidades giradas por las filiales de corporaciones multinacionales han aumentado mucho, por dos motivos: sus ganancias se elevaron de manera notable y sus casas matrices están en problemas y piden el giro de todo lo posible. Cabe aclarar que aun así, las inversiones de este año y el próximo son valores récord sobre el producto, lo cual indica una fuerte vocación de volver a poner el dinero en el país.
Esos elementos obligan al ajuste fino y por eso se decidió forzar a las exportadoras mineras o petroleras a liquidar todas sus divisas en el país o reclamar a las compañías de seguros que tengan sus ahorros en divisas en la Argentina. Hay varias medidas más que el Banco Central tiene en cartera para mejorar el ingreso de divisas, evitando la postergación de ingresos por parte de exportadores o la subfacturación de ventas al exterior o la sobrefacturación de importaciones. El Banco Central está manejado por una cúpula inteligente y con vocación nacional en la cual se puede confiar, para que opere sobre una situación que no es ni de casualidad la de una crisis presente o futura.
Sólo se cometió un error: reglamentar la compra de dólares aun en muy pequeña cantidad, lo cual avivó fantasmas del pasado sin necesidad y rápidamente fue aprovechado por quienes quieren sabotear esta política, con una intención muy clara: conseguir que la Argentina tome deuda externa de nuevo y reinicie una rueda perversa que sabemos adonde conduce y que no debería suceder.
Se cometió un error que en política no es admisible: tomar una decisión sin prever qué hará el adversario sobre ella. Y aquí la prensa hostil, más varios operadores cambiarios, reaccionaron con agilidad: sembraron el temor, porque en ese burbujeo es donde ganan. El mejor comentario que puedo hacer es que los compatriotas que hace dos semanas vivían en paz, deberían seguir haciéndolo. Es más: si quisieran ahorrar deberían colocar plazos fijos en pesos en los bancos. La gente del Banco Central ordenará este ruido y quienes quieren pescar en río revuelto debieran perder una vez más.<

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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