El camionero sospecha que muchos no movilizaron todo lo que podían a Plaza de Mayo. También se molestó con los que hablaron de levantar la protesta. Algunos de sus fieles ahora lo critican.
La heterogénea demostración de fuerza en Plaza de Mayo no le sirvió a Hugo Moyano para consolidar su poder dentro de la CGT. La jornada de protesta dejó al descubierto una serie de diferencias entre el camionero y sus aliados más fieles que empezaron a hacer crujir la alianza con que Moyano intentará el 12 de julio su rereelección al frente de la central sindical, o al menos con parte de ella, en medio de amenazas de fractura. La escasa adhesión que logró entre otros gremios el paro lanzado por Camioneros, la desautorización de Moyano a los dirigentes de su sector que deslizaron la posibilidad de desactivar la protesta en un intento de tender un puente de diálogo con el Gobierno, el escarnio público a los sindicalistas que no se subieron a su palco y los reproches en voz baja a quienes no pusieron todo para el éxito de la movilización, entre otros temas, generaron enojos mutuos entre sus huestes.
El día después del paro y la movilización ya no mostró a un Hugo Moyano exultante. El encuentro en el camping de los plásticos un gremio que le arrebataron al barrionuevismo con la excusa de festejar el cumpleaños del petrolero estatal Guillermo Pereyra fue menos numeroso que las reuniones cegetistas que acompañaron al camionero en los días previos a la movida en la que Moyano se jugó gran parte de su futuro gremial y político. El video del festejo fue una síntesis del acto en Plaza de Mayo con cámaras y hasta un helicóptero propio con párrafos del discurso de Moyano. Su hijo Facundo fue uno de los pocos que habló al final del ágape para ratificar que el 12 de julio el congreso (de la CGT para renovar autoridades) se hará igual. Desde el moyanismo salieron al cruce de las dificultades internas. Lobais le pidió disculpas a Moyano por no poder participar del acto porque lo apretaron desde el Gobierno, afirmaron cerca del camionero, aunque Moyano no dudó en castigar a los desertores en su discurso. La referencia era sobre el textil Jorge Lobais, un moyanista cuya fidelidad pasó a estar en dudas. Lobais no estuvo en el palco de la plaza ni movilizó a su gremio, que es uno de los que más aportes recibe del gobierno nacional a través del programa Repro con que el Estado nacional paga parte de los sueldos en varias de las empresas de una industria ligada al mercado interno y que no se termina de consolidar. Por lo bajo, esta fue unas de las críticas a la convocatoria de Moyano dentro de sus aliados. La consigna por la anulación del Impuesto a las Ganancias que lanzó el camionero no alcanza a todos los sindicatos, donde también hay otras realidades, sostuvieron algunos. Sugirieron, aunque ya con el resultado puesto, que se podría haber ampliado la convocatoria, exigiendo desde la la restitución del dinero que el Estado adeuda a las obras sociales sindicales hasta el aumento de la asignación familiar por hijo, para sumar a otros sectores castigados por la inflación.
Tampoco todos los moyanistas evaluaron con los mismos ojos la movilización. Fue un paro y movilización de Camioneros, se justificó el panadero Abel Frutos sobre el resultado de la convocatoria. No fue el único que intentó reducir los alcances del paro y la movilización al gremio de Moyano. El camionero también advirtió que muchos de los gremios que lo acompañan no pusieron toda la carne al asador y se lo hizo saber a los más cercanos. Sus aliados circunstanciales también especularon con eso: el gastronómico Luis Barrionuevo quiso tener una presencia importante pero tampoco desgastó a su propia tropa, y hasta la paró en Avenida de Mayo y Chacabuco para no sumarla a la plaza de El Negro. Esperaban la convocatoria a otro nuevo paro general contra el Gobierno, que no llegó.
Las diferencias dentro de la tropa moyanista surgieron ya el día anterior a la marcha. El camionero desautorizó rápidamente a sus hombres de confianza que minutos antes habían dejado abierta la posibilidad de levantar la protesta si desde el Gobierno surgía alguna señal de diálogo, que en el fondo esperaban no del todo convencidos de la escalada de Moyano. Uno de los reprendidos fue Juan Carlos Schmid, el secretario del gremio de Dragado y Balizamiento y vocero del moyanismo. Schmid, que suele posar junto a Moyano en primera fila, el día del acto terminó por ocupar un discreto segundo plano en el palco. Un corrimiento que no pasó inadvertido para otros sindicalistas que estuvieron ahí.
En tanto, sus adversarios preparan sus propias estrategias. Gordos e independientes tildaron de fracaso gremial y político el paro y la movilización. El barrionuevismo valoró la marcha y su participación pero se decepcionó ante la falta de un plan de lucha contra la tozudez del Gobierno, mientras navega entre dos orillas en busca de una playa que le permita un nuevo desembarco en la conducción de la central sindical que la disidente CGT Azul y Blanca imagina tripartita, incorporando al sector que responde al camionero pero ya sin Moyano. Para ambos sectores opositores a Moyano, la resolución del Ministerio de Trabajo que posiblemente se conozca esta semana sobre la validez de la convocatoria moyanista para renovar autoridades de la CGT será la receta disciplinadora para acomodar a heridos e indecisos.