–Algunos dicen que Mauricio Macri debería renunciar a la presidencia. ¿Usted está de acuerdo?
A Jaime Durán Barba le divierte llevar al extremo algunas situaciones. Las respuestas las analiza luego con el sociólogo de su equipo, el español Roberto Zapata, y las cruza con decenas de otras inquietudes. Es una pregunta habitual del gurú ecuatoriano para medir hasta dónde el argentino medio cree que Mauricio Macri sigue siendo el vehículo para estar mejor y hasta qué punto la oposición logra canalizar la recesión económica, el enfriamiento de los salarios y cierta merma en las expectativas futuras.
Las respuestas dejaron conformes a Durán Barba y a la mesa chica del Gobierno: el 67 por ciento afirmó que Macri no debe dejar su cargo, contra el 30 por ciento que quiere verlo ya lejos de la Casa Rosada (el 3 por ciento no supo o no quiso contestar). El número revela que ese sector que no ve nada bueno en la figura presidencial responde casi exclusivamente a Cristina Kirchner. Pero no es esa la única pregunta que confirmaría que la sociedad sigue atravesada por una grieta: en la mayoría de las preguntas, aunque con matices, existe un alto porcentaje de personas que continúan apostando por Macri y otro también alto que lo mira de reojo o que, directamente, no comparte ninguna de sus iniciativas.
Algunos ejemplos. El 56% evalúa la administración de Cambiemos como positiva, contra el 41% que la considera negativa. «Cuando dice algo Mauricio Macri, usted le cree o no le cree», fue otra de la consignas. Le cree: 50%; no le cree: 46%. «¿Usted cree que el país está mejor, igual o peor que hace un año?»: Mejor o igual 51%; peor, 48% (un porcentaje mínimo, en todas estas preguntas prefirió no contestar).
Hay más. «¿El Gobierno se está ocupando de resolver sus problemas?». Los está resolviendo: 53%; no sabe cómo resolverlos: 40%. Sabe pero necesita tiempo: 5%. «¿Usted cree que las medidas económicas que se tomaron eran inevitables? Sí: 51%; podrían haberse evitado: 41%. «¿Cómo se definiría usted con respecto al Gobierno de Macri? Adherente: 39%; más adherente que opositor: 16%; más opositor que adherente: 12%; opositor: 23%.
La encuesta realizada por Isonomía -que trabaja para el oficialismo- tiene el tamaño de dos resmas de papel: sí, dos resmas completas (una nacional y otra dividida por distritos) en la que se analizan variables, preguntas insólitas, situaciones puntuales de gestión y el sube y baja de la imagen de la plana mayor del macrismo, de toda la oposición e incluso de dirigentes que estudian lanzarse a la competencia electoral. Un alto funcionario juró a Clarín que estuvo analizándola varias horas para descifrar qué piensa hoy el argentino medio. La primera conclusión a la que arribaron los pocos funcionarios que tuvieron acceso al sondeo es que en el tablero político vuelve a haber un escenario polarizado. «O apoyás más o menos al Gobierno o sos kirchnerista: todo lo que está en el medio se vuelve borroso», dice un hombre del entorno presidencial.
Desde luego que hay un sector importante de la sociedad que no le gusta mirar todo en blanco y negro, pero la impresión que domina al Ejecutivo es que en este nuevo año electoral se repetirá la lógica de 2015. «Al fin y al cabo, la gente cuando esté frente a la urna deberá decidir si quiere seguir cambiando o volver al modelo anterior. Eso es lo que va a estar en juego en las legislativas», apuestan los que ya tienen la cabeza puesta en la campaña.
Es lo que ven pero también es lo que desean: en ese esquema el principal afectado pasaría a ser Sergio Massa, que edifica un sistema de alianzas (con Margarita Stolbizer en primer plano) con la misma consigna que lo relegó en las últimas presidenciales. «La avenida del medio», la llamó, y la sigue llamando.
La incógnita para los planes del oficialismo, siempre en la provincia de Buenos Aires -donde se dará la pelea central y donde se elegirán diputados y senadores- pasa por si Cristina es o no candidata. Macri oscila según se van desarrollando los acontecimeitos. Su sensación es que va a jugar, pero cuando la conversación gira mucho en torno a ella, se desentiende: “Nunca la entendí. ¡No me pidan que la entienda ahora!”, exclama. Los macristas creen que si no es Cristina el candidato será Daniel Scioli o, eventualmente, Florencio Randazzo. “Para el caso es lo mismo. Los tres expresan kirchnerismo”, consideran.
El Gobierno hace planes, pero a la vez le enciende una vela a la economía y tiene en carpeta una serie de actividades que le permitirían al Presidente demostrar que “algunas cosas están empezando a cambiar”. Marcos Peña, el jefe de Gabinete, les encargó a los ministros un cronograma de presentación de logros que puedan ser exhibidos en la etapa proselitista. Desde hechos simbólicos hasta mejoras fácticas. Eso es porque la obra pública, que ha consumido tantos anuncios del macrismo, no siempre podrá ser percibida. Algunas iniciativas podrán palparse recién a mediano y a largo plazo.
A Jaime Durán Barba le divierte llevar al extremo algunas situaciones. Las respuestas las analiza luego con el sociólogo de su equipo, el español Roberto Zapata, y las cruza con decenas de otras inquietudes. Es una pregunta habitual del gurú ecuatoriano para medir hasta dónde el argentino medio cree que Mauricio Macri sigue siendo el vehículo para estar mejor y hasta qué punto la oposición logra canalizar la recesión económica, el enfriamiento de los salarios y cierta merma en las expectativas futuras.
Las respuestas dejaron conformes a Durán Barba y a la mesa chica del Gobierno: el 67 por ciento afirmó que Macri no debe dejar su cargo, contra el 30 por ciento que quiere verlo ya lejos de la Casa Rosada (el 3 por ciento no supo o no quiso contestar). El número revela que ese sector que no ve nada bueno en la figura presidencial responde casi exclusivamente a Cristina Kirchner. Pero no es esa la única pregunta que confirmaría que la sociedad sigue atravesada por una grieta: en la mayoría de las preguntas, aunque con matices, existe un alto porcentaje de personas que continúan apostando por Macri y otro también alto que lo mira de reojo o que, directamente, no comparte ninguna de sus iniciativas.
Algunos ejemplos. El 56% evalúa la administración de Cambiemos como positiva, contra el 41% que la considera negativa. «Cuando dice algo Mauricio Macri, usted le cree o no le cree», fue otra de la consignas. Le cree: 50%; no le cree: 46%. «¿Usted cree que el país está mejor, igual o peor que hace un año?»: Mejor o igual 51%; peor, 48% (un porcentaje mínimo, en todas estas preguntas prefirió no contestar).
Hay más. «¿El Gobierno se está ocupando de resolver sus problemas?». Los está resolviendo: 53%; no sabe cómo resolverlos: 40%. Sabe pero necesita tiempo: 5%. «¿Usted cree que las medidas económicas que se tomaron eran inevitables? Sí: 51%; podrían haberse evitado: 41%. «¿Cómo se definiría usted con respecto al Gobierno de Macri? Adherente: 39%; más adherente que opositor: 16%; más opositor que adherente: 12%; opositor: 23%.
La encuesta realizada por Isonomía -que trabaja para el oficialismo- tiene el tamaño de dos resmas de papel: sí, dos resmas completas (una nacional y otra dividida por distritos) en la que se analizan variables, preguntas insólitas, situaciones puntuales de gestión y el sube y baja de la imagen de la plana mayor del macrismo, de toda la oposición e incluso de dirigentes que estudian lanzarse a la competencia electoral. Un alto funcionario juró a Clarín que estuvo analizándola varias horas para descifrar qué piensa hoy el argentino medio. La primera conclusión a la que arribaron los pocos funcionarios que tuvieron acceso al sondeo es que en el tablero político vuelve a haber un escenario polarizado. «O apoyás más o menos al Gobierno o sos kirchnerista: todo lo que está en el medio se vuelve borroso», dice un hombre del entorno presidencial.
Desde luego que hay un sector importante de la sociedad que no le gusta mirar todo en blanco y negro, pero la impresión que domina al Ejecutivo es que en este nuevo año electoral se repetirá la lógica de 2015. «Al fin y al cabo, la gente cuando esté frente a la urna deberá decidir si quiere seguir cambiando o volver al modelo anterior. Eso es lo que va a estar en juego en las legislativas», apuestan los que ya tienen la cabeza puesta en la campaña.
Es lo que ven pero también es lo que desean: en ese esquema el principal afectado pasaría a ser Sergio Massa, que edifica un sistema de alianzas (con Margarita Stolbizer en primer plano) con la misma consigna que lo relegó en las últimas presidenciales. «La avenida del medio», la llamó, y la sigue llamando.
La incógnita para los planes del oficialismo, siempre en la provincia de Buenos Aires -donde se dará la pelea central y donde se elegirán diputados y senadores- pasa por si Cristina es o no candidata. Macri oscila según se van desarrollando los acontecimeitos. Su sensación es que va a jugar, pero cuando la conversación gira mucho en torno a ella, se desentiende: “Nunca la entendí. ¡No me pidan que la entienda ahora!”, exclama. Los macristas creen que si no es Cristina el candidato será Daniel Scioli o, eventualmente, Florencio Randazzo. “Para el caso es lo mismo. Los tres expresan kirchnerismo”, consideran.
El Gobierno hace planes, pero a la vez le enciende una vela a la economía y tiene en carpeta una serie de actividades que le permitirían al Presidente demostrar que “algunas cosas están empezando a cambiar”. Marcos Peña, el jefe de Gabinete, les encargó a los ministros un cronograma de presentación de logros que puedan ser exhibidos en la etapa proselitista. Desde hechos simbólicos hasta mejoras fácticas. Eso es porque la obra pública, que ha consumido tantos anuncios del macrismo, no siempre podrá ser percibida. Algunas iniciativas podrán palparse recién a mediano y a largo plazo.