Con fuertes rebajas, una multitud copó los shoppings hasta esta madrugada

24/12/13
Diez horas para comprar al ritmo de la samba, guiados por el sonido de un megáfono que anuncia descuentos. Seiscientos minutos para comprar impulsados por un juego de luces que sorpresivamente iluminan un local, que puede estar a mano o por el contrario, un piso abajo. 36.000 segundos para sacar la tarjeta y aprovechar las cuotas. Once shoppings de Capital y GBA volvieron a proponer una noche con rebajas de hasta el 50% que se extendió hasta esta madrugada. La movida arrancó tímida pero tuvo su pico cerca de la medianoche: casi ciegos, desbordados de bolsas, en estampida, los que fueron se llevaron algo –lo que sea– para poner al pie del arbolito de Navidad.
En el Alto Palermo, Patio Bullrich, Soleil, Abasto, Alcorta, Dot Baires y Alto Avellaneda se vivió la Noche Shopping. Además de las ofertas que ofrecieron las marcas, la gente pudo aprovechar el Liquishopping, que consistió en un 20% menos en el precio final durante toda la noche, y los Happy Hours de 5 minutos de descuentos de 30%, 40% y hasta 50%. También hubo rebajas en Tortugas Open Mall, Recoleta Mall, Nordelta Centro Comercial y el Solar de la Abadía.
En Once, cuando empezaba a caer la tarde y el calor todavía se hacía sentir, los comerciantes ya habían bajado las persianas. Por el asueto administrativo, la hora pico no fue un problema para viajar. Pero en el Abasto la gente se movía como en un hormiguero. La primera fila –larguísima– era para sacarse una foto con Papá Noel. Desde el 8 de diciembre, 5.500 personas pagaron 30 pesos para llevarse una imagen.
Muy cerca del sillón de Papá Noel, dos duendecitas le gritaban a los chicos: “Mirén acá, sonrían, vamos, no sean tímidos”, un chico vestido con un mameluco blanco y una sombrero con luces de LED decía al megáfono: “Vamos, sólo dura cinco minutos. Happy Hour, 30%, aprovechen”. A su lado, dos percusionistas y un trompetista le tapaban la voz. La gente entraba igual. “Vinimos porque siempre dejamos todo para último momento”, dice Diana Cuestasila, mamá de dos adolescentes. Y sigue: “Los descuentos son buenos. El tema es que un jean está por encima de los 800 pesos y una remera, casi 200. Siempre terminás gastando, a pesar de la rebaja”. Marina y Florencia fueron juntas y se prepararon: “Nos paramos al lado del local donde sabemos que hay happy hour. En vez de pasear, esperamos a que vengan a anunciar el descuento”, explica Florencia. ¿No las estresa tanta logística?, pregunta Clarín . La respuesta, a coro: “Sí”.
En las pantallas un reloj avisa que el tiempo corre: “Tiempo restante para el Happy Hour: 5 minutos, 19 segundos”. El próximo será en un local de ropa femenina. Lo que se vive es una cacería. Los percusionistas y el trompetistas encienden sus luces LED y se paran en la entrada. Una empleada del shopping tiene un cronómetro en la mano. El del megáfono avisa: “Vamos, sólo dura cinco minutos la promo…”. Se forma una fila. Hay que apurarse para conseguir esa prenda deseada. Adentro las manos revuelven percheros, los brazos corren las cortinas de los probadores, hay desorden y cajeras desencajadas, personal de seguridad que escruta al que pasa.
En Alto Palermo, la situación es similar. Negocios llenos y colas de hasta 15 personas fuera del local para pagar. “Vine por los descuentos, a comprar los regalos para mis nietos. Pero hay mucha gente, creo que hasta las 2 de la mañana no me voy”, cuenta María Cuarez. “Hay mucha gente, pero eso no me molesta. Lo que aturde es la música”, dije Gabriela Silardo, haciéndose eco una queja generalizada: el altísimo volumen de la música electrónica. Detrás de ella pasa un arco luminoso, con promotores que se preparan para anunciar el próximo descuento. Decenas de personas les siguen el paso, al acecho de la próxima oportunidad.
Victoria De Masi y Florencia Coplan

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