Hugo Moyano se reunió ayer con sus aliados en el camping del gremio del plástico por el cumpleaños del petrolero Guillermo Pereyra. Foto: MARCELO GOMEZ
Antes de que los mozos sirvieran el lomo con papas, algunos de los dirigentes que compartían el almuerzo con Hugo Moyano ya habían dado su veredicto sobre la primera gran protesta sindical en la Plaza de Mayo en contra del kirchnerismo. Lejos de asomar una postura unánime, en el moyanismo comenzaron a surgir diferencias que amenazan con agrietar aún más el poder de su líder .
Un gremialista que se ubicó en el centro del escenario, a un paso de Moyano , se mostró disconforme con el contenido del discurso. No así con el tono. «Fue muy peronista para mi gusto. Se olvidó de los otros sectores que también adhirieron al reclamo por Ganancias», sentenció un peso pesado del moyanismo.
Otro dirigente lamentó no haberse extendido más allá de los límites de la CGT. «Pudimos haber tendido puentes con la CTA o con la izquierda, que dijo presente. Podría haber sido mejor, con más concurrencia», pensó otro aliado.
Trascendió, además, cierto malestar de Juan Carlos Schmid, una de las principales espadas del jefe de la CGT. A Schmid no le cayó bien que Moyano lo desmintiera en público a los pocos minutos de anunciar ante la prensa que el acto en la Plaza de Mayo se podía levantar si es que desde el Gobierno surgía una señal de diálogo.
Al igual que el hombre de Dragado y Balizamiento, el textil Jorge Lobais también había dejado traslucir una posibilidad de suspender la protesta si se abría un canal de comunicación con la Casa Rosada. Sobre Lobais también cayó el martillo. Directamente no asistió a la Plaza de Mayo a pesar de ser un defensor acérrimo del camionero. Su lealtad está hoy en duda en el corazón del moyanismo.
Tanto Lobais como el dirigente del gremio de la carne José Alberto Fantini negaron ayer haber recibido presiones del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, para no subirse al escenario junto con Moyano.
Más de un dirigente que suele mostrarse cotidianamente al lado de Moyano prefirió evitar la primera fila en el acto de la Plaza de Mayo. Temían compartir una foto con alguien de quien después podían arrepentirse.
Este análisis fue elaborado tanto por moyanistas como por la tropa que sigue a Luis Barrionuevo. El gastronómico respaldó públicamente los reclamos del camionero, a pesar de que en secreto cuida sus vínculos con el sector que impulsa una renovación en la CGT.
Otro foco de conflicto interno fue el debate sobre la cantidad de asistentes a la manifestación. Moyano sospecha que hubo gremios aliados que no desplegaron en plenitud su poder de convocatoria.
Ayer, durante el cumpleaños del petrolero Guillermo Pereyra, Moyano insistió en que hubo más de 100.000 personas. Citó un informe que le habían pasado de la Gendarmería, según contó un dirigente que estuvo a su lado, ayer, en el camping del gremio de los plásticos. La mayoría de los medios de comunicación, en cambio, informaron que participaron entre 40.000 y 50.000 personas.
«Fue un paro con movilización sólo de los camioneros», justificó Abel Frutos (Panaderos), un incondicional. La misma versión fue divulgada por otros aliados, a pesar de que hace una semana la propia CGT fue la que convocó a la protesta en la Plaza de Mayo.
En el encuentro sindical de ayer Moyano ordenó avanzar con los preparativos del congreso del 12 de julio, cuando se renovarán autoridades en la central obrera. Anticipó que rechazará la determinación del Ministerio de Trabajo si es que resuelve impugnar el proceso electoral a partir de un pedido de cuatro gremios opositores. «Nada va a cambiar. Si es así, iremos a la Justicia», dijo el moyanista Frutos.
Facundo Moyano también cargó ante esta posibilidad. «El congreso se va a realizar igual. Duele que un proyecto nacional y popular apoye a los sindicatos de los 90», señaló el hijo del líder de la CGT.
Previo a que Pereyra soplara las velas por su cumpleaños, elogió el «discurso moderado» de Moyano, e invitó a sus comensales a repasar las frases más picantes del acto en una pantalla gigante. «Lo mejor fue la convocatoria al diálogo», destacó el directivo de YPF.
El ministro de Economía, Hernán Lorenzino, evitó ayer dar una definición clara sobre qué hará el Gobierno con el impuesto a las ganancias, el mayor reclamo de Hugo Moyano en su marcha de anteayer. «Habrá que analizar detenidamente cada caso», fue su escueta respuesta ante una consulta específica, durante la conferencia de prensa en la que anunció el envío de fondos nacionales para la provincia de Buenos Aires..
Antes de que los mozos sirvieran el lomo con papas, algunos de los dirigentes que compartían el almuerzo con Hugo Moyano ya habían dado su veredicto sobre la primera gran protesta sindical en la Plaza de Mayo en contra del kirchnerismo. Lejos de asomar una postura unánime, en el moyanismo comenzaron a surgir diferencias que amenazan con agrietar aún más el poder de su líder .
Un gremialista que se ubicó en el centro del escenario, a un paso de Moyano , se mostró disconforme con el contenido del discurso. No así con el tono. «Fue muy peronista para mi gusto. Se olvidó de los otros sectores que también adhirieron al reclamo por Ganancias», sentenció un peso pesado del moyanismo.
Otro dirigente lamentó no haberse extendido más allá de los límites de la CGT. «Pudimos haber tendido puentes con la CTA o con la izquierda, que dijo presente. Podría haber sido mejor, con más concurrencia», pensó otro aliado.
Trascendió, además, cierto malestar de Juan Carlos Schmid, una de las principales espadas del jefe de la CGT. A Schmid no le cayó bien que Moyano lo desmintiera en público a los pocos minutos de anunciar ante la prensa que el acto en la Plaza de Mayo se podía levantar si es que desde el Gobierno surgía una señal de diálogo.
Al igual que el hombre de Dragado y Balizamiento, el textil Jorge Lobais también había dejado traslucir una posibilidad de suspender la protesta si se abría un canal de comunicación con la Casa Rosada. Sobre Lobais también cayó el martillo. Directamente no asistió a la Plaza de Mayo a pesar de ser un defensor acérrimo del camionero. Su lealtad está hoy en duda en el corazón del moyanismo.
Tanto Lobais como el dirigente del gremio de la carne José Alberto Fantini negaron ayer haber recibido presiones del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, para no subirse al escenario junto con Moyano.
Más de un dirigente que suele mostrarse cotidianamente al lado de Moyano prefirió evitar la primera fila en el acto de la Plaza de Mayo. Temían compartir una foto con alguien de quien después podían arrepentirse.
Este análisis fue elaborado tanto por moyanistas como por la tropa que sigue a Luis Barrionuevo. El gastronómico respaldó públicamente los reclamos del camionero, a pesar de que en secreto cuida sus vínculos con el sector que impulsa una renovación en la CGT.
Otro foco de conflicto interno fue el debate sobre la cantidad de asistentes a la manifestación. Moyano sospecha que hubo gremios aliados que no desplegaron en plenitud su poder de convocatoria.
Ayer, durante el cumpleaños del petrolero Guillermo Pereyra, Moyano insistió en que hubo más de 100.000 personas. Citó un informe que le habían pasado de la Gendarmería, según contó un dirigente que estuvo a su lado, ayer, en el camping del gremio de los plásticos. La mayoría de los medios de comunicación, en cambio, informaron que participaron entre 40.000 y 50.000 personas.
«Fue un paro con movilización sólo de los camioneros», justificó Abel Frutos (Panaderos), un incondicional. La misma versión fue divulgada por otros aliados, a pesar de que hace una semana la propia CGT fue la que convocó a la protesta en la Plaza de Mayo.
En el encuentro sindical de ayer Moyano ordenó avanzar con los preparativos del congreso del 12 de julio, cuando se renovarán autoridades en la central obrera. Anticipó que rechazará la determinación del Ministerio de Trabajo si es que resuelve impugnar el proceso electoral a partir de un pedido de cuatro gremios opositores. «Nada va a cambiar. Si es así, iremos a la Justicia», dijo el moyanista Frutos.
Facundo Moyano también cargó ante esta posibilidad. «El congreso se va a realizar igual. Duele que un proyecto nacional y popular apoye a los sindicatos de los 90», señaló el hijo del líder de la CGT.
Previo a que Pereyra soplara las velas por su cumpleaños, elogió el «discurso moderado» de Moyano, e invitó a sus comensales a repasar las frases más picantes del acto en una pantalla gigante. «Lo mejor fue la convocatoria al diálogo», destacó el directivo de YPF.
El ministro de Economía, Hernán Lorenzino, evitó ayer dar una definición clara sobre qué hará el Gobierno con el impuesto a las ganancias, el mayor reclamo de Hugo Moyano en su marcha de anteayer. «Habrá que analizar detenidamente cada caso», fue su escueta respuesta ante una consulta específica, durante la conferencia de prensa en la que anunció el envío de fondos nacionales para la provincia de Buenos Aires..