En una polarización que se profundizó tras la asunción de Mauricio Macri, el kirchnerismo duro cuestiona activamente las decisiones que toma la nueva administración y contrasta el modelo PRO con el que lideró durante ocho años Cristina Kirchner. En ese contexto, los soldados más leales de la ex presidenta preparan su regreso a la política para el mes que viene.
Ella considera que el modelo de Macri está “destrozando” los derechos que la población adquirió durante el kirchnerismo y que es tiempo de ubicarse como la opositora más fuerte a la Casa Rosada, para capitalizarlo. La Cámpora, además, se entusiasma con que ese papel le dé aires para otra candidatura, por ejemplo, a senadora por la provincia de Buenos Aires el año que viene.
El ex candidato a vicepresidente Carlos Zannini y el ex jefe de los espías Oscar Parrilli trabajan en la plataforma que le servirá a CFK de excusa para ser la voz cantante de la oposición: una fundación política que, según publicó el sitio web La Política Online, tendrá sede a metros del Congreso.
Un adelanto de lo que hará Cristina lo están dando sus legisladores en el Congreso, endureciendo su postura al tiempo que el peronismo intenta hacer una oposición más flexible. Ayer vincularon el gobierno de Macri con la dictadura. “Si el Gobierno entiende que con balas de goma y represión va a lograr silenciar las demandas sociales, nos hace recordar otras épocas de la Argentina”, dijeron en un comunicado.
Otro que fue duro con la Casa Rosada fue el ex ministro Agustín Rossi. “Tratan a los trabajadores como si fueran números”, advirtió. El parlamentario del Mercosur consideró que el modelo de gobierno PRO sólo cierra “con despidos y represión”.
La ex presidenta viene cuestionando incluso las decisiones de la administración Macri. A través de las redes sociales criticó con dureza, por ejemplo, la suspensión de las obras para las represas de Santa Cruz que tanto anunció el kirchnerismo en los últimos años.
El miércoles Cristina se dejó ver en público en El Calafate, donde tiene su residencia. Mientras paseaba con su auto se detuvo a saludar a un matrimonio oriundo de Chaco. “No me hagan llorar”, les pidió.
En el barrio porteño de Recoleta, donde se instala cada vez que viene a Buenos Aires, sus vecinos aseguran que es posible que la ex mandataria se dé una vuelta por allí el domingo. Mientras tanto, está en el sur con su hija, Florencia, y su nieta, Helena.
CFK sigue teniendo poder a través de sus diputados nacionales, un puñado de senadores nacionales y varios legisladores provinciales. De hecho, dio la orden de frenar el presupuesto de la gobernadora María Eugenia Vidal y lo consiguió. Aunque ayer el propio kirchnerismo intentaba llegar a un acuerdo para destrabarlo. Su decisión de ser inflexible con el macrismo se condice con su necesidad de diferenciarse del resto de la oposición.
Sólo ella y su círculo íntimo saben si su deseo es regresar en cuatro años a la Casa Rosada, pero dado que quien triunfó fue Macri y no Scioli, la agrupación del hijo de Cristina, Máximo Kirchner, anunció que trabaja para recuperar el poder. Por lo pronto, CFK buscará un rol activo.
Ella considera que el modelo de Macri está “destrozando” los derechos que la población adquirió durante el kirchnerismo y que es tiempo de ubicarse como la opositora más fuerte a la Casa Rosada, para capitalizarlo. La Cámpora, además, se entusiasma con que ese papel le dé aires para otra candidatura, por ejemplo, a senadora por la provincia de Buenos Aires el año que viene.
El ex candidato a vicepresidente Carlos Zannini y el ex jefe de los espías Oscar Parrilli trabajan en la plataforma que le servirá a CFK de excusa para ser la voz cantante de la oposición: una fundación política que, según publicó el sitio web La Política Online, tendrá sede a metros del Congreso.
Un adelanto de lo que hará Cristina lo están dando sus legisladores en el Congreso, endureciendo su postura al tiempo que el peronismo intenta hacer una oposición más flexible. Ayer vincularon el gobierno de Macri con la dictadura. “Si el Gobierno entiende que con balas de goma y represión va a lograr silenciar las demandas sociales, nos hace recordar otras épocas de la Argentina”, dijeron en un comunicado.
Otro que fue duro con la Casa Rosada fue el ex ministro Agustín Rossi. “Tratan a los trabajadores como si fueran números”, advirtió. El parlamentario del Mercosur consideró que el modelo de gobierno PRO sólo cierra “con despidos y represión”.
La ex presidenta viene cuestionando incluso las decisiones de la administración Macri. A través de las redes sociales criticó con dureza, por ejemplo, la suspensión de las obras para las represas de Santa Cruz que tanto anunció el kirchnerismo en los últimos años.
El miércoles Cristina se dejó ver en público en El Calafate, donde tiene su residencia. Mientras paseaba con su auto se detuvo a saludar a un matrimonio oriundo de Chaco. “No me hagan llorar”, les pidió.
En el barrio porteño de Recoleta, donde se instala cada vez que viene a Buenos Aires, sus vecinos aseguran que es posible que la ex mandataria se dé una vuelta por allí el domingo. Mientras tanto, está en el sur con su hija, Florencia, y su nieta, Helena.
CFK sigue teniendo poder a través de sus diputados nacionales, un puñado de senadores nacionales y varios legisladores provinciales. De hecho, dio la orden de frenar el presupuesto de la gobernadora María Eugenia Vidal y lo consiguió. Aunque ayer el propio kirchnerismo intentaba llegar a un acuerdo para destrabarlo. Su decisión de ser inflexible con el macrismo se condice con su necesidad de diferenciarse del resto de la oposición.
Sólo ella y su círculo íntimo saben si su deseo es regresar en cuatro años a la Casa Rosada, pero dado que quien triunfó fue Macri y no Scioli, la agrupación del hijo de Cristina, Máximo Kirchner, anunció que trabaja para recuperar el poder. Por lo pronto, CFK buscará un rol activo.