Para la psicología, la negación es una manera de enfrentar los conflictos negando su existencia o disminuyendo su relevancia . Esa negación, trasladada al campo político, podría estar revelando algo más: la ausencia de un sistema en equilibrio y de corrientes de pensamiento dinámicas que permitan los cambios de rumbo o de miradas. Se puede negar algo un tiempo, por necesidad o conveniencia. No es posible negarlo todo, todo el tiempo, sin pagar consecuencias graves.
Cristina Fernández y Daniel Scioli, las dos mayores expresiones políticas de la Argentina –al menos por su popularidad– parecen ser exponentes fieles de aquel fenómeno psicológico aplicado a la política.
La Presidenta volvió a describir ayer en Tucumán, donde habló por el Día de la Independencia, la realidad económica y social de un país que no es la que se advierte en la calle . Como gran concesión, aceptó que será imposible evitar algunos coletazos de la crisis internacional. En su agenda jamás figuran la inflación, la fuga de capitales y otros desajustes económicos que están produciendo decisiones de su Gobierno.
Existe otro rasgo visible y llamativo de sus discursos en fechas patrias. Sucedió también con la evocación del 25 de Mayo. La Presidenta parangona siempre, sin rubores , su papel y el de su ex marido, Néstor Kirchner, con la de los hombres que forjaron aquella Revolución y la Independencia. Como si el nacimiento del kirchnerismo debiera añadirse en condiciones de igualdad a esas gestas.
Cristina, en cambio, no ignora su conflicto actual con Scioli por la sucesión presidencial aunque lo niegue en la esfera pública. Motoriza cada uno de los embates contra el gobernador de Buenos Aires.
Scioli se comporta frente a este problema como la Presidenta lo hace con la economía, la inflación o la inseguridad.
Negando su existencia . Su rueda de prensa del sábado, para asegurar que todo anda bien con ella, pudo pertencer a aquella célebre película de Hal Ashby, que protagonizó Peter Sellers, titulada Desde el Jardín.
El gobernador, pese a su temple y voluntad, no pudo explicar por qué razón en una escenificación de unidad y poder de su gobierno faltó el vicegobernador.
Gabriel Mariotto es el ariete que la Presidenta colocó en Buenos Aires para desgastar a Scioli. El mandatario nunca aceptó esa realidad.
La semana pasada, Scioli fue criticado duramente por el kirchnerismo. Desde Amado Boudou y Julián Domínguez hasta Aníbal Fernández y Carlos Kunkel. El intendente de Lanús, Darío Díaz Pérez, reveló que en una reunión en Olivos Cristina clamó para que el gobernador deje la provincia. Las desmentidas parciales o totales corroboraron algo: la acción kirchnerista para cercarlo , de la cual Scioli no se quiere anoticiar.
Cristina Fernández y Daniel Scioli, las dos mayores expresiones políticas de la Argentina –al menos por su popularidad– parecen ser exponentes fieles de aquel fenómeno psicológico aplicado a la política.
La Presidenta volvió a describir ayer en Tucumán, donde habló por el Día de la Independencia, la realidad económica y social de un país que no es la que se advierte en la calle . Como gran concesión, aceptó que será imposible evitar algunos coletazos de la crisis internacional. En su agenda jamás figuran la inflación, la fuga de capitales y otros desajustes económicos que están produciendo decisiones de su Gobierno.
Existe otro rasgo visible y llamativo de sus discursos en fechas patrias. Sucedió también con la evocación del 25 de Mayo. La Presidenta parangona siempre, sin rubores , su papel y el de su ex marido, Néstor Kirchner, con la de los hombres que forjaron aquella Revolución y la Independencia. Como si el nacimiento del kirchnerismo debiera añadirse en condiciones de igualdad a esas gestas.
Cristina, en cambio, no ignora su conflicto actual con Scioli por la sucesión presidencial aunque lo niegue en la esfera pública. Motoriza cada uno de los embates contra el gobernador de Buenos Aires.
Scioli se comporta frente a este problema como la Presidenta lo hace con la economía, la inflación o la inseguridad.
Negando su existencia . Su rueda de prensa del sábado, para asegurar que todo anda bien con ella, pudo pertencer a aquella célebre película de Hal Ashby, que protagonizó Peter Sellers, titulada Desde el Jardín.
El gobernador, pese a su temple y voluntad, no pudo explicar por qué razón en una escenificación de unidad y poder de su gobierno faltó el vicegobernador.
Gabriel Mariotto es el ariete que la Presidenta colocó en Buenos Aires para desgastar a Scioli. El mandatario nunca aceptó esa realidad.
La semana pasada, Scioli fue criticado duramente por el kirchnerismo. Desde Amado Boudou y Julián Domínguez hasta Aníbal Fernández y Carlos Kunkel. El intendente de Lanús, Darío Díaz Pérez, reveló que en una reunión en Olivos Cristina clamó para que el gobernador deje la provincia. Las desmentidas parciales o totales corroboraron algo: la acción kirchnerista para cercarlo , de la cual Scioli no se quiere anoticiar.