Daniel Scioli
Si el poselecciones, con su contundencia numérica, había menguado el clima político del verano, la temporada de sequía y luego el anuncio, el 27 de diciembre, del -se supo más tarde- fallido cáncer de Cristina de Kirchner, terminó de despolitizar la playa.
Daniel Scioli, que tuvo paradas médicas obligadas por sus cólicos renales, es la única figura visible del dispositivo K. Los demás redujeron sus irrupciones por la costa a visitas breves, casi secretas, en familia y con escasa o nula exposición pública.
El diagnóstico de la Presidente y la fecha de intervención -4 de enero- neutralizaron lo que había en agenda y barrieron con las apariciones que Amado Boudou y ministros, entre ellos Florencio Randazzo, tenían pautada en la costa bonaerense. Todos, de un modo y otro, con menú político.
Pero ocurrió algo más. Se estiró la época sin lluvias en buena parte del país agrario y la sequía, incipiente a principios de diciembre, se convirtió en un motivo de preocupación para la Casa Rosada y para los gobernadores de la zona centro y partes del sur.
Ese episodio se convirtió en vehículo para el diálogo entre la Casa Rosada y el Gobierno de Scioli. Es más: este jueves, el ministro Norberto Yauhar, sucesor de Julián Domínguez, se verá por tercera vez en 25 días con Gustavo Arrieta, su contraparte bonaerense.
No será, como ocurrió antes, un mano a mano: Yauhar convocó a los ministros de las provincias afectadas por la sequía, entre ellas, Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, La Pampa y Río Negro.
Yauhar, un patagónico que abandonó a Mario Das Neves para convertirse en puntal K contra el exgobernador de Chubut. El vínculo con Néstor Kirchner se trasladó a Cristina y el ministro tiene diálogo directo con la Presidente. En estas horas, reporta a Juan Manuel Abal Medina.
Ayer mismo, luego de un fin de semana agitado y tras someterse a otra operación por cólicos renales, Scioli se reunió con Arrieta para mapear y dimensionar el efecto de la sequía en la provincia.
Aunque el gobernador construyó buen vínculo con las entidades agrarias bonaerenses, el temor en La Plata y en Casa Rosada es que la falta de lluvias sirva para reactivar, siquiera parcialmente, la trinchera chacarera.
De inmediato, Scioli envió mensajeros con promesas de asistencia y subsidios. Yauhar desplegó una oferta parecida, pero accionó también otros mecanismos: desde Agricultura pusieron en duda la veracidad de las imágenes difundidas por la Federación Agraria sobre la dimensión de la sequía.
«Las fotos que distribuyó Federación Agraria no son de este año. No reflejan la real situación», traficó la sospecha, ayer, un funcionario nacional. Como un eco de la 125, el clima de belicosidad está todavía latente.
Por esa razón, ministros y funcionarios -entre ellos Guillermo Moreno- hicieron, o mandaron a hacer, sus propios testeos sobre como está impactando la sequía. Los recelos y las dudas son un condimento esencial en la relación, siempre accidentada, del kirchnerismo con el campo.
Eduardo Buzzi reaccionó rápido y acusó al ministro de actuar con «liviandad» ante «la mayor sequía de los últimos años».
Quietud
La falta de lluvias se convirtió, en un escenario donde los opositores apenas aparecieron, es un factor adicional pero el eje de la parálisis fue la salud y la licencia de Cristina. Había programas diagramados, como el Vial, que se ejecutaron pero sin presencia de funcionarios.
Boudou, a su vez, tenía predefinida una selectiva serie de visitas para el verano porque imaginaba, antes del 27 de diciembre, que enero sería un mes chato. Una buena oportunidad, imaginó, para retomar las recorridas políticas en clima distendido.
Pero apenas fue notificado del carcinoma que no fue, mandó a desactivar esas posibles excursiones.
Líbero, autoexcluido del mandato presidencial que obligó a los funcionarios a suspender vacaciones y a los dirigentes a bajar el perfil mientras dure su licencia, Scioli planificó un verano activo y con altísima visibilidad.
El gobernador considera que la temporada estival es un momento político de alza, aunque lo aborda con recetas de show o de gestión. De hecho, tiene detectado que durante los últimos veranos logró subir o recuperar varios puntos en imagen pública.
Lo sabe, también, el tigrense Sergio Massa, que sigilosamente recorre la costa atlántica como parte de su sistemática campaña de instalación. No es fácil: en al menos un distrito con playas, sus promotores fueron corridos por los inspectores municipales.
En otros balnearios, reducto clásico de bonaerenses, hubo citas y reuniones, pero siempre de baja densidad y sin estridencias. Villa Gesell y Pinamar son los puntos de encuentro. Scioli, más popular, prefiere Mar del Plata, donde instaló parte de su staff, entre ellos el jefe de Gabinete, Alberto Pérez.
En Gesell, fuera del planeta K, se instaló Hermes Binner, pero más con plan de descanso que de vidriera política. La principal actividad que tuvo en lo que va de enero fue un campamento de jóvenes socialistas en Tunuyán, Mendoza, del que participó la semana pasada.
Al menos durante la primera quincena, seguiría con esa tónica.
Mauricio Macri, a su vez, hizo estallar el verano con un partido -perdidoso- contra Scioli en Mar del Plata que generó críticas del kirchnerismo al gobernador bonaerense.
El jefe de Gobierno porteño tendría, durante el resto del mes, algunas apariciones puntuales en centros turísticos como parte de una modesta gira para insinuar, al menos, que tiene pretensiones de convertirse en un claro referente opositor al Gobierno. En definitiva, vender futuro.
Si el poselecciones, con su contundencia numérica, había menguado el clima político del verano, la temporada de sequía y luego el anuncio, el 27 de diciembre, del -se supo más tarde- fallido cáncer de Cristina de Kirchner, terminó de despolitizar la playa.
Daniel Scioli, que tuvo paradas médicas obligadas por sus cólicos renales, es la única figura visible del dispositivo K. Los demás redujeron sus irrupciones por la costa a visitas breves, casi secretas, en familia y con escasa o nula exposición pública.
El diagnóstico de la Presidente y la fecha de intervención -4 de enero- neutralizaron lo que había en agenda y barrieron con las apariciones que Amado Boudou y ministros, entre ellos Florencio Randazzo, tenían pautada en la costa bonaerense. Todos, de un modo y otro, con menú político.
Pero ocurrió algo más. Se estiró la época sin lluvias en buena parte del país agrario y la sequía, incipiente a principios de diciembre, se convirtió en un motivo de preocupación para la Casa Rosada y para los gobernadores de la zona centro y partes del sur.
Ese episodio se convirtió en vehículo para el diálogo entre la Casa Rosada y el Gobierno de Scioli. Es más: este jueves, el ministro Norberto Yauhar, sucesor de Julián Domínguez, se verá por tercera vez en 25 días con Gustavo Arrieta, su contraparte bonaerense.
No será, como ocurrió antes, un mano a mano: Yauhar convocó a los ministros de las provincias afectadas por la sequía, entre ellas, Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, La Pampa y Río Negro.
Yauhar, un patagónico que abandonó a Mario Das Neves para convertirse en puntal K contra el exgobernador de Chubut. El vínculo con Néstor Kirchner se trasladó a Cristina y el ministro tiene diálogo directo con la Presidente. En estas horas, reporta a Juan Manuel Abal Medina.
Ayer mismo, luego de un fin de semana agitado y tras someterse a otra operación por cólicos renales, Scioli se reunió con Arrieta para mapear y dimensionar el efecto de la sequía en la provincia.
Aunque el gobernador construyó buen vínculo con las entidades agrarias bonaerenses, el temor en La Plata y en Casa Rosada es que la falta de lluvias sirva para reactivar, siquiera parcialmente, la trinchera chacarera.
De inmediato, Scioli envió mensajeros con promesas de asistencia y subsidios. Yauhar desplegó una oferta parecida, pero accionó también otros mecanismos: desde Agricultura pusieron en duda la veracidad de las imágenes difundidas por la Federación Agraria sobre la dimensión de la sequía.
«Las fotos que distribuyó Federación Agraria no son de este año. No reflejan la real situación», traficó la sospecha, ayer, un funcionario nacional. Como un eco de la 125, el clima de belicosidad está todavía latente.
Por esa razón, ministros y funcionarios -entre ellos Guillermo Moreno- hicieron, o mandaron a hacer, sus propios testeos sobre como está impactando la sequía. Los recelos y las dudas son un condimento esencial en la relación, siempre accidentada, del kirchnerismo con el campo.
Eduardo Buzzi reaccionó rápido y acusó al ministro de actuar con «liviandad» ante «la mayor sequía de los últimos años».
Quietud
La falta de lluvias se convirtió, en un escenario donde los opositores apenas aparecieron, es un factor adicional pero el eje de la parálisis fue la salud y la licencia de Cristina. Había programas diagramados, como el Vial, que se ejecutaron pero sin presencia de funcionarios.
Boudou, a su vez, tenía predefinida una selectiva serie de visitas para el verano porque imaginaba, antes del 27 de diciembre, que enero sería un mes chato. Una buena oportunidad, imaginó, para retomar las recorridas políticas en clima distendido.
Pero apenas fue notificado del carcinoma que no fue, mandó a desactivar esas posibles excursiones.
Líbero, autoexcluido del mandato presidencial que obligó a los funcionarios a suspender vacaciones y a los dirigentes a bajar el perfil mientras dure su licencia, Scioli planificó un verano activo y con altísima visibilidad.
El gobernador considera que la temporada estival es un momento político de alza, aunque lo aborda con recetas de show o de gestión. De hecho, tiene detectado que durante los últimos veranos logró subir o recuperar varios puntos en imagen pública.
Lo sabe, también, el tigrense Sergio Massa, que sigilosamente recorre la costa atlántica como parte de su sistemática campaña de instalación. No es fácil: en al menos un distrito con playas, sus promotores fueron corridos por los inspectores municipales.
En otros balnearios, reducto clásico de bonaerenses, hubo citas y reuniones, pero siempre de baja densidad y sin estridencias. Villa Gesell y Pinamar son los puntos de encuentro. Scioli, más popular, prefiere Mar del Plata, donde instaló parte de su staff, entre ellos el jefe de Gabinete, Alberto Pérez.
En Gesell, fuera del planeta K, se instaló Hermes Binner, pero más con plan de descanso que de vidriera política. La principal actividad que tuvo en lo que va de enero fue un campamento de jóvenes socialistas en Tunuyán, Mendoza, del que participó la semana pasada.
Al menos durante la primera quincena, seguiría con esa tónica.
Mauricio Macri, a su vez, hizo estallar el verano con un partido -perdidoso- contra Scioli en Mar del Plata que generó críticas del kirchnerismo al gobernador bonaerense.
El jefe de Gobierno porteño tendría, durante el resto del mes, algunas apariciones puntuales en centros turísticos como parte de una modesta gira para insinuar, al menos, que tiene pretensiones de convertirse en un claro referente opositor al Gobierno. En definitiva, vender futuro.