Cristina ya es más peligrosa que Chávez

Si es por el ranking de los países donde los inversores tienen más miedo de no recuperar sus inversiones, la Argentina ya está peor que Venezuela. En realidad, está en un más que poco honroso puesto entre los primeros cuatro o cinco más riesgosos, según cómo se haga la estadística. La atribulada España, a la que el gobierno de Cristina Kirchner le gusta poner como ejemplo de lo que es estar en problemas, ocupa el puesto 10° u 11°, según quién haga los reportes sobre los seguros contra default. De hecho, si se toman los reportes de los seguros más líquidos, la Argentina puede estar en segundo lugar.
Podría pensarse que la situación es producto de la confiscación de las acciones de Repsol en YPF, pero la Argentina ya estaba en mala situación en el primer trimestre y sólo empeoró un poco en el mes en curso. El clima de negocios ha empeorado muchísimo. La Presidenta sigue confiando en que los empresarios ganan mucho dinero aquí. Pero las cosas han cambiado, en particular para las empresas extranjeras. «Hasta octubre de 2011 podíamos «explicar» a nuestras casas matrices las extravagancias argentinas», dice un alto ejecutivo, que reconoce que «las ganancias eran buenas y entonces se facilita la tolerancia». Pero admite que las cosas cambiaron: «¿Qué les digo ahora que las ganancias no se pueden girar y ni siquiera se pueden dejar aquí en dólares?»
Hay quienes se quejan de que el Gobierno no sólo está trabando las compras de dólares y las importaciones, y además las remesas de utilidades. También, cuando autoriza, elige a las compañías que mejor se llevan con el Gobierno. «Vemos cómo a nosotros no nos dejan importar equipos que son imprescindibles y a nuestros competidores sí», indicó un alto directivo de otra compañía.
En todas las empresas hay temor. «Si hicieron lo que hicieron con YPF, qué queda para los demás», señaló otro empresario que cree que el Gobierno no reconoce límites.
El semanario inglés The Economist dedicó esta semana varios artículos a la incautación de acciones de Repsol. «Primero fueron por las AFJP, luego por las reservas del Central», dijo en uno que tituló con una metáfora: «Feed me, Seymour». El «Aliméntame, Seymour» refiere a la comedia La tiendita del horror, en que una monstruosa planta extraterrestre exige a su propietario víctimas para comer y poder continuar creciendo. El monstruo es, en la metáfora, el descontrolado gasto público argentino..

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