Las palabras de la Presidenta en la noche del jueves al recordar la tragedia de Once llegaron tarde y mal. Cristina comparó la muerte de su esposo con la de las 52 víctimas de la corrupción y la desidia estatal luego de un año de deliberado silencio oscurecido por todo tipo de preguntas que aún continúan sin respuesta: ¿hubiera pasado lo mismo de no estar involucrados en la tragedia dos amigos personales de Néstor como Jaime y De Vido? ¿por qué, de las 850 víctimas, sólo una docena recibieron algún tipo de atención discrecional y el resto continúan siendo ignorados? ¿ qué le pasa a los Kirchner con las tragedias? ¿negación, desinterés o conciencia culpable?
“¿Vos pensás que yo quiero estar acá? Yo estoy acá porque mataron a Lucas”, dijo en Radio Mitre Paolo Menghini Rey, con lágrimas en los ojos. Discutíamos sobre la reticencia de la AFA para realizar un minuto de silencio en homenaje a los muertos de Once cuando, en paralelo, podía verse en los canales de noticias la negativa de Pichetto al pedido radical de rendir el mismo homenaje en el Congreso.
“No está de acuerdo con las formas”, dijo el pequeño señor Pichetto y terminó la discusión.
La reacción del Gobierno frente a las tragedias excede lo político y quizá haya que buscar en la psicología para comprenderla. El empecinamiento oficial pretende que, al negar la tragedia de Once, la tragedia no existe. No existe en el Congreso cuando Pichetto se escuda en el reglamento del consorcio o no existirá en los estadios cuando -aunque suene inverosímil- debe pedirse autorización a Fútbol para Todos para desplegar un cartel en cualquier tribuna.
La negación es un mecanismo de defensa del “Yo” que lo preserva de lo que no le gusta, de lo que no tiene capacidad para afrontar. El otro truco del “Yo” para defenderse de un entorno hostil es la proyección. Ambos se desarrollan en una etapa en la que el individuo está inmaduro y no puede enfrentar la realidad como se le presenta.
“La Presidenta no percibe, no se da cuenta de las cosas que suceden o de lo que se muestra diferente a su imagen de cómo son. La negación le opera permanentemente -dice a Clarín la psicóloga Alicia López Blanco- y lo combina con la proyección: esto es culpa de otro, la culpa siempre viene de afuera”.
Para López Blanco, a los sesenta años de Cristina es difícil esperar que esos mecanismos cambien, están “cristalizados”. La psicóloga sostiene que la Presidenta extiende su negación al duelo: “Hace veintiocho meses que murió El y ella sigue de negro -dice-. ¿Qué significa eso, que no puede elaborar el duelo? ¿o que el interlocutor era esencial para su identidad? ¿se pregunta qué será ella sin El?”.
“La Presidenta de la Nación expresa su profundo pesar por la muerte de ciudadanos en la tragedia ferroviaria ocurrida en horas de la mañana de hoy y envía sus condolencias a los familiares de las víctimas”. Esas treinta y seis palabras, escritas en el lejano tono anónimo de los telegramas, fueron las únicas declaraciones de Cristina sobre Once. Fueron dictadas desde El Calafate. En El Calafate estaba Néstor Kirchner durante la primera marcha de Blumberg y en El Calafate estaban cuando el poder escapó con espanto de la foto de Cromañón. Cristina también levantó su muro de silencio frente a la aparición sin vida de Candela o con las víctimas del accidente aéreo de Sol en Río Negro: veintidós muertos. Mientras el Papa Benedicto XVI hacía llegar sus condolencias a los familiares de las víctimas de Once y el presidente paraguayo llegaba al país para brindar su apoyo a las familias de las víctimas, el silencio oficial se volvía más evidente.
» Ibarra no fue a la puerta de Cromañón para evitar una foto con los muertos ”, me recordó esta semana Beatriz Sarlo. “Y esa cobardía moral le costó la carrera política. Los Kirchner se quedaron en Calafate …” -Es que tienen un problema de reacción frente a las tragedias …
-Es cierto, es muy extraño que su extrema sensibilidad para gobernar su imagen no pueda enfrentarse a eso … -Y es curioso, porque a la vez usaron la tragedia para su crecimiento, la muerte de Néstor acercó a la gente a Cristina …
-Es una política narcisista, concluyó Beatriz.
“No, no, más adelante”, dijo Cristina en París cuando le pidieron una declaración sobre las muertes de Once. La Presidenta inauguraba en Francia una exposición fotográfica sobre el Rally Dakar en Argentina.
Y el “más adelante” nunca llegó. Cuando la negación se convierte en negación sicótica, el individuo está afectado para captar la realidad. La negación sicótica es más común de lo que parece: el fumador, por ejemplo, sabe que podrá ser víctima del cáncer pero lo niega e incluso imagina que, al ser placentero, es favorable para su salud. La conciencia del dolor en Cristina Kirchner parece la de una persona ensimismada. Le tocó comprobarlo a Zulma Ojeda Garbuio, la madre de un joven de 32 años que murió en la tragedia. Zulma fue convocada por Parrilli al despacho de Cristina en la tarde del 6 de marzo: “Presidenta, usted está rodeada de pirañas y una es Schiavi”, le dijo.
“No hablés así de él, pobre, que tuvo un grave problema de salud como producto de este hecho”, le interrumpió Cristina.
La reunión cayó en un abismo cuando la Presidente le dijo, condescendiente: “Vos, ahora, hablás desde el dolor, pero todavía no sabés bien de qué se trata ”.
La despreocupación por el presente pone en cuestión, también, la legitimidad de su declamada preocupación por el pasado: ¿existen “monopolios del dolor”? ¿desaparecen los muertos de Once porque se los ignore? El Gobierno sólo tiene memoria a largo plazo; la muerte política cotiza en bolsa más que la muerte civil y ambas están sujetas a la manipulación. Cristina parece estar rodeada de fantasmas: de hechos que no existen pero que no puede mirar a los ojos.
“¿Vos pensás que yo quiero estar acá? Yo estoy acá porque mataron a Lucas”, dijo en Radio Mitre Paolo Menghini Rey, con lágrimas en los ojos. Discutíamos sobre la reticencia de la AFA para realizar un minuto de silencio en homenaje a los muertos de Once cuando, en paralelo, podía verse en los canales de noticias la negativa de Pichetto al pedido radical de rendir el mismo homenaje en el Congreso.
“No está de acuerdo con las formas”, dijo el pequeño señor Pichetto y terminó la discusión.
La reacción del Gobierno frente a las tragedias excede lo político y quizá haya que buscar en la psicología para comprenderla. El empecinamiento oficial pretende que, al negar la tragedia de Once, la tragedia no existe. No existe en el Congreso cuando Pichetto se escuda en el reglamento del consorcio o no existirá en los estadios cuando -aunque suene inverosímil- debe pedirse autorización a Fútbol para Todos para desplegar un cartel en cualquier tribuna.
La negación es un mecanismo de defensa del “Yo” que lo preserva de lo que no le gusta, de lo que no tiene capacidad para afrontar. El otro truco del “Yo” para defenderse de un entorno hostil es la proyección. Ambos se desarrollan en una etapa en la que el individuo está inmaduro y no puede enfrentar la realidad como se le presenta.
“La Presidenta no percibe, no se da cuenta de las cosas que suceden o de lo que se muestra diferente a su imagen de cómo son. La negación le opera permanentemente -dice a Clarín la psicóloga Alicia López Blanco- y lo combina con la proyección: esto es culpa de otro, la culpa siempre viene de afuera”.
Para López Blanco, a los sesenta años de Cristina es difícil esperar que esos mecanismos cambien, están “cristalizados”. La psicóloga sostiene que la Presidenta extiende su negación al duelo: “Hace veintiocho meses que murió El y ella sigue de negro -dice-. ¿Qué significa eso, que no puede elaborar el duelo? ¿o que el interlocutor era esencial para su identidad? ¿se pregunta qué será ella sin El?”.
“La Presidenta de la Nación expresa su profundo pesar por la muerte de ciudadanos en la tragedia ferroviaria ocurrida en horas de la mañana de hoy y envía sus condolencias a los familiares de las víctimas”. Esas treinta y seis palabras, escritas en el lejano tono anónimo de los telegramas, fueron las únicas declaraciones de Cristina sobre Once. Fueron dictadas desde El Calafate. En El Calafate estaba Néstor Kirchner durante la primera marcha de Blumberg y en El Calafate estaban cuando el poder escapó con espanto de la foto de Cromañón. Cristina también levantó su muro de silencio frente a la aparición sin vida de Candela o con las víctimas del accidente aéreo de Sol en Río Negro: veintidós muertos. Mientras el Papa Benedicto XVI hacía llegar sus condolencias a los familiares de las víctimas de Once y el presidente paraguayo llegaba al país para brindar su apoyo a las familias de las víctimas, el silencio oficial se volvía más evidente.
» Ibarra no fue a la puerta de Cromañón para evitar una foto con los muertos ”, me recordó esta semana Beatriz Sarlo. “Y esa cobardía moral le costó la carrera política. Los Kirchner se quedaron en Calafate …” -Es que tienen un problema de reacción frente a las tragedias …
-Es cierto, es muy extraño que su extrema sensibilidad para gobernar su imagen no pueda enfrentarse a eso … -Y es curioso, porque a la vez usaron la tragedia para su crecimiento, la muerte de Néstor acercó a la gente a Cristina …
-Es una política narcisista, concluyó Beatriz.
“No, no, más adelante”, dijo Cristina en París cuando le pidieron una declaración sobre las muertes de Once. La Presidenta inauguraba en Francia una exposición fotográfica sobre el Rally Dakar en Argentina.
Y el “más adelante” nunca llegó. Cuando la negación se convierte en negación sicótica, el individuo está afectado para captar la realidad. La negación sicótica es más común de lo que parece: el fumador, por ejemplo, sabe que podrá ser víctima del cáncer pero lo niega e incluso imagina que, al ser placentero, es favorable para su salud. La conciencia del dolor en Cristina Kirchner parece la de una persona ensimismada. Le tocó comprobarlo a Zulma Ojeda Garbuio, la madre de un joven de 32 años que murió en la tragedia. Zulma fue convocada por Parrilli al despacho de Cristina en la tarde del 6 de marzo: “Presidenta, usted está rodeada de pirañas y una es Schiavi”, le dijo.
“No hablés así de él, pobre, que tuvo un grave problema de salud como producto de este hecho”, le interrumpió Cristina.
La reunión cayó en un abismo cuando la Presidente le dijo, condescendiente: “Vos, ahora, hablás desde el dolor, pero todavía no sabés bien de qué se trata ”.
La despreocupación por el presente pone en cuestión, también, la legitimidad de su declamada preocupación por el pasado: ¿existen “monopolios del dolor”? ¿desaparecen los muertos de Once porque se los ignore? El Gobierno sólo tiene memoria a largo plazo; la muerte política cotiza en bolsa más que la muerte civil y ambas están sujetas a la manipulación. Cristina parece estar rodeada de fantasmas: de hechos que no existen pero que no puede mirar a los ojos.
También hace el análisis de la politizaciÓn del acto y el tratamiento de clarin con fines puramente personales. Sos un felpudo, pero de los felpudos hijos de puta que se cagan en el dolor ajeno. No tenes cara. Eras mi ídolo en la universidad cuando hacias Dia D con Paenza, Sloto,…eras un referente, que pena. Asco me dan vos, la justicia argentina (y soy abogada), el grupo clarin y sus satélites, y el grupo que fue a la plaza. Se re contra cagan en el dolor ajeno ustedes. Repito dan asco
Deberias a ese grupo sumar al gobierno, que tambien se caga en el dolor ajeno.
Diria que es cristina la que solo tiene sensibilidad para el dolor propio, y que detesta esa gente que tuvo el poco oprtuno error de morirse en su presidencia.
Y encima los familiares hacen un acto en la plaza de mayo, que desconsiderados!
Lo que dice Natalia es muy distinto de lo que agregan estos dos comentarios posteriores. La tergiversación hace escuela rápido. Además, qué diablos saben de lo que siente o no la Presidente?
Lacayos del odio, no se atreven a condenar al Gran Traidor (de sí mismo) solo porque ahora les sirve. Qué tipo de calidad humana los hermana?
«Hablás desde el dolor, pero todavía no sabés bien de qué se trata»
«¿Cuanto esperaron Estela para tener justicia? ¿35 años?» (haciendo paralelismos con la tragedia de Once).
Pintada de lleno fabian. Pintada de lleno.
¿Quién te paga Quiquiriqui?. Perdón, YQueQuerés
Puff, que buena afrenta, cuanto contragolpe, casi casi un calco de lo que gritan muchos ignorantes, tanto oficialistas como opositores.