Daniel Scioli, ex candidato a presidente de la Nación y actual vice del Partido justicialista (EFE)
«Por la voluntad popular… se ha elegido el nuevo Presidente… el ingeniero Mauricio Macri, a quien acabo de saludar telefónicamente, deseándole éxitos por el bien de nuestro país». Eran las 21:33 del domingo 22 de noviembre de 2015 cuando Daniel Osvaldo Scioli salió a escena para decir el discurso que nunca hubiera querido pronunciar.
Pasaron 366 largos e interminables días de aquella noche aciaga en la que se truncó el sueño presidencial del candidato del Frente Para la Victoria.
El presente lo encuentra políticamente activo, trabajando para tener una nueva oportunidad en la próxima contienda electoral -otra vez como contrafigura del macrismo-, pero con las cicatrices de aquel golpe demoledor que marcó para siempre su vida y su carrera política.
–¿Cuál es la primera imagen que se le viene a la mente cuando recuerda la noche del ballotage?
–Me quedó grabado el esfuerzo de la militancia. Me conmovió cómo se movilizaron. Mucha gente nos apoyó, pero lamentablemente no alcanzó y recuerdo que acepté rápidamente el resultado para no poner en vilo a la sociedad.
–¿Qué quiere decir con eso, qué hubiera pasado si usted tardaba en reconocer la derrota?
–Estaba en riesgo la paz social y yo quise preservarla. Si en una elección provincial como la de Tucumán, que hubo 12 puntos de diferencia, estuvimos un mes discutiendo el resultado, imagínese qué hubiera pasado en una presidencial que se definió por 2 puntos…
–¿Le encontró una explicación al resultado?
–Hace un año había dos caminos: el nuestro, que apuntaba al desarrollo con inclusión, industrialización y un país desendeudado; y el otro, que entusiasmó porque apeló a una palabra convocante como es la palabra cambio. Esa promesa siempre seduce… Lamentablemente fue un cambio hacia el pasado: endeudaron el país, profundizaron el déficit fiscal, generaron caída del poder adquisitivo, abrieron las importaciones y achicaron el mercado interno. Así no va a venir la ola de inversiones.
–Muchos analistas y economistas políticos dijeron que si ganaba usted, el panorama no hubiese sido muy distinto, ¿qué pasaba si Scioli era presidente?
–Yo lo que le puedo decir es que las prioridades no hubieran sido las mineras ni los grandes productores de soja. Y en el tema de los subsidios y las tarifas, todo iba a ir por un camino de equidad e igualdad. No como ahora que los aumentos afectan directamente a familias de trabajadores.
Daniel Scioli y Mauricio Macri saludan al final del debate presidencial de 2015 (NA)
–Ya pasó casi un año de la nueva gestión, ¿qué nota le pone al Gobierno?
–Prefiero no calificar con un número, sino decir que es un gobierno que ha tenido avances en algunos aspectos, pero la realidad socioeconómica no es buena: hay una caída múltiple en diversos indicadores de la economía y pérdida de empleo; por más que sigan diciendo que es la herencia, había problemas pendientes que con esta administración han crecido.
–¿Le reconoce algún logro a la administración de Mauricio Macri?
–Sí: destaco la integración de la Corte Suprema con cinco miembros; el trabajo en las relaciones internacionales; la reunión con el Papa, que me pareció interesante; y el esfuerzo por llevar mayor federalismo a las provincias. Pero ahora lo central es sacar a la economía de este estado de (busca la palabra) estancamiento… por usar un término prudente.
–¿Cree que esa recuperación ocurrirá a corto o mediano plazo?
–Ya lo ha dicho Roberto Lavagna –vaticinó que este modelo económico «termina en colapso»-, que es una opinión calificada porque tiene la autoridad de la experiencia. No habla como un analista de la teoría.
Scioli a punto de reconocer la derrota, junto a su hija Lorena y su ex esposa, Karina Rabolini
Lo que más me preocupa es la dinámica de endeudamiento: se han endeudado las provincias, los municipios y los particulares, que ya no pueden cubrir la tarjeta de crédito. Luego, para pagar la deuda, el FMI nos impondrá un riguroso ajuste. Ya sucedió aquí, en Grecia, Italia y España.
Prometieron una lluvia de inversiones, pero vino una bomba especulativa como las Lebacs y la bicicleta financiera. Espero que el Gobierno empiece a actuar con sensibilidad social, porque hasta ahora lo que hubo fue una brutal transferencia de recursos a los sectores concentrados.
–Siempre se especuló con que usted iba a romper con el Frente Para la Victoria, pero hoy parece haber un Scioli más kirchnerista que nunca: últimamente se lo ve pegado a La Cámpora y a Cristina Kirchner
–Estoy pegado a los problemas de la gente… Puedo hacer autocrítica, pero siempre estoy del lado de la industria y la defensa de lo nacional. Yo sostengo las ideas, no cambio por el resultado de una elección.
–Para cerrar el recuerdo a un año del ballotage, ¿podría definir ese día con una palabra?
–Adversidad, pero una adversidad que no afectó mi voluntad inquebrantable de contribuir al desarrollo del país.
–¿Eso quiere decir que va a ser candidato? ¿Ya lo definió?
–Voy a hacer una evaluación con los distintos sectores para ver de qué manera podemos defender al pueblo de la segunda etapa del ajuste, que es lo que se viene en la Argentina. Tenemos que frenarlo juntos.
«Por la voluntad popular… se ha elegido el nuevo Presidente… el ingeniero Mauricio Macri, a quien acabo de saludar telefónicamente, deseándole éxitos por el bien de nuestro país». Eran las 21:33 del domingo 22 de noviembre de 2015 cuando Daniel Osvaldo Scioli salió a escena para decir el discurso que nunca hubiera querido pronunciar.
Pasaron 366 largos e interminables días de aquella noche aciaga en la que se truncó el sueño presidencial del candidato del Frente Para la Victoria.
El presente lo encuentra políticamente activo, trabajando para tener una nueva oportunidad en la próxima contienda electoral -otra vez como contrafigura del macrismo-, pero con las cicatrices de aquel golpe demoledor que marcó para siempre su vida y su carrera política.
–¿Cuál es la primera imagen que se le viene a la mente cuando recuerda la noche del ballotage?
–Me quedó grabado el esfuerzo de la militancia. Me conmovió cómo se movilizaron. Mucha gente nos apoyó, pero lamentablemente no alcanzó y recuerdo que acepté rápidamente el resultado para no poner en vilo a la sociedad.
–¿Qué quiere decir con eso, qué hubiera pasado si usted tardaba en reconocer la derrota?
–Estaba en riesgo la paz social y yo quise preservarla. Si en una elección provincial como la de Tucumán, que hubo 12 puntos de diferencia, estuvimos un mes discutiendo el resultado, imagínese qué hubiera pasado en una presidencial que se definió por 2 puntos…
–¿Le encontró una explicación al resultado?
–Hace un año había dos caminos: el nuestro, que apuntaba al desarrollo con inclusión, industrialización y un país desendeudado; y el otro, que entusiasmó porque apeló a una palabra convocante como es la palabra cambio. Esa promesa siempre seduce… Lamentablemente fue un cambio hacia el pasado: endeudaron el país, profundizaron el déficit fiscal, generaron caída del poder adquisitivo, abrieron las importaciones y achicaron el mercado interno. Así no va a venir la ola de inversiones.
–Muchos analistas y economistas políticos dijeron que si ganaba usted, el panorama no hubiese sido muy distinto, ¿qué pasaba si Scioli era presidente?
–Yo lo que le puedo decir es que las prioridades no hubieran sido las mineras ni los grandes productores de soja. Y en el tema de los subsidios y las tarifas, todo iba a ir por un camino de equidad e igualdad. No como ahora que los aumentos afectan directamente a familias de trabajadores.
Daniel Scioli y Mauricio Macri saludan al final del debate presidencial de 2015 (NA)
–Ya pasó casi un año de la nueva gestión, ¿qué nota le pone al Gobierno?
–Prefiero no calificar con un número, sino decir que es un gobierno que ha tenido avances en algunos aspectos, pero la realidad socioeconómica no es buena: hay una caída múltiple en diversos indicadores de la economía y pérdida de empleo; por más que sigan diciendo que es la herencia, había problemas pendientes que con esta administración han crecido.
–¿Le reconoce algún logro a la administración de Mauricio Macri?
–Sí: destaco la integración de la Corte Suprema con cinco miembros; el trabajo en las relaciones internacionales; la reunión con el Papa, que me pareció interesante; y el esfuerzo por llevar mayor federalismo a las provincias. Pero ahora lo central es sacar a la economía de este estado de (busca la palabra) estancamiento… por usar un término prudente.
–¿Cree que esa recuperación ocurrirá a corto o mediano plazo?
–Ya lo ha dicho Roberto Lavagna –vaticinó que este modelo económico «termina en colapso»-, que es una opinión calificada porque tiene la autoridad de la experiencia. No habla como un analista de la teoría.
Scioli a punto de reconocer la derrota, junto a su hija Lorena y su ex esposa, Karina Rabolini
Lo que más me preocupa es la dinámica de endeudamiento: se han endeudado las provincias, los municipios y los particulares, que ya no pueden cubrir la tarjeta de crédito. Luego, para pagar la deuda, el FMI nos impondrá un riguroso ajuste. Ya sucedió aquí, en Grecia, Italia y España.
Prometieron una lluvia de inversiones, pero vino una bomba especulativa como las Lebacs y la bicicleta financiera. Espero que el Gobierno empiece a actuar con sensibilidad social, porque hasta ahora lo que hubo fue una brutal transferencia de recursos a los sectores concentrados.
–Siempre se especuló con que usted iba a romper con el Frente Para la Victoria, pero hoy parece haber un Scioli más kirchnerista que nunca: últimamente se lo ve pegado a La Cámpora y a Cristina Kirchner
–Estoy pegado a los problemas de la gente… Puedo hacer autocrítica, pero siempre estoy del lado de la industria y la defensa de lo nacional. Yo sostengo las ideas, no cambio por el resultado de una elección.
–Para cerrar el recuerdo a un año del ballotage, ¿podría definir ese día con una palabra?
–Adversidad, pero una adversidad que no afectó mi voluntad inquebrantable de contribuir al desarrollo del país.
–¿Eso quiere decir que va a ser candidato? ¿Ya lo definió?
–Voy a hacer una evaluación con los distintos sectores para ver de qué manera podemos defender al pueblo de la segunda etapa del ajuste, que es lo que se viene en la Argentina. Tenemos que frenarlo juntos.