Fernando de Andreis acaba de asumir la presidencia del bloque del PRO en la Legislatura. En diálogo con Nueva Ciudad, fija posición sobre la polémica por los vetos, la relación con el Gobierno Nacional y sobre su agenda legislativa para 2012.
¿Cómo toman en el bloque el hecho de que, muchas de las leyes que vetó el ejecutivo, habían sido apoyadas por el PRO en la Legislatura?
En algún punto, con cierta tranquilidad y entendimiento, en el sentido de que formamos parte del mismo espacio o vemos las cosas de la misma manera. Una cosa es legislar o ver los temas desde la legislatura y otra cosa muy distinta es estar sentado en el ejecutivo y tener que aplicar las políticas que a veces la legislatura dispone por ley. En mi caso personal, por mi formación, mi historia, mi manera de ver las cosas, prefiero estar en un lugar en el que puedo pensar distinto, votar de una manera que no necesariamente tiene que ser correspondida en el ejecutivo. Con mucha naturalidad, porque no es la primera vez que pasa. Nosotros hicimos un trabajo, durante todo el año, de mucha colaboración con los distintos ministerios, sobre las leyes que estamos tratando, y muchas veces no nos ponemos de acuerdo. Eso termina enriqueciendo a la política pública de que se trate, y la verdad es que en eso consiste la democracia, por lo menos nosotros lo entendemos así.
Algunos legisladores de la oposición dicen que los vetos pueden poner en riesgo los acuerdos parlamentarios de acá en adelante.
La verdad, no lo escuché todavía de ningún diputado. A mí, como presidente del bloque del PRO, nadie me lo dijo.
La diputada Delia Bisutti lo dijo en un reportaje en este portal la semana pasada.
Sí, pero me suena más a una chicana que dicen frente a los periodistas más que una cosa que nosotros discutimos acá adentro. Además, el veto es una atribución constitucional, no estamos hablando de un decreto de necesidad y urgencia que puentea las decisiones de la Legislatura, estamos hablando de una particularidad de nuestro sistema representativo, republicano y federal que dice que la legislatura sanciona las leyes y el ejecutivo las puede promulgar o vetar. En el caso de vetar, vuelven a la Legislatura, que es importante destacarlo, porque ahí la Legislatura puede insistir, con 40 votos; de hecho, en algunos casos lo hemos hecho, con vetos parciales, por cuestiones de forma, de corregir la redacción. Y tampoco son tantos, son menos del 5 por ciento de las leyes promulgadas, e incluso Ibarra vetó más que nosotros. Pero forma parte del juego democrático. Me suena más a chicana que algo concreto. Años anteriores ya tuvimos esta discusión, y los acuerdos se siguieron dando.
Ibarra tenía otra Legislatura, sobre todo en su segundo mandato, menos “gobernable”.
Pero independientemente de cada Legislatura, el veto es una atribución constitucional. El poder legislativo puede querer ir para un lado, y el ejecutivo puede estar en contra, como de hecho lo ha estado. Pero los acuerdos se van a seguir dando, la legislatura va a seguir aprobando leyes y el ejecutivo va a seguir vetando, los anteriores, este y los que vengan.
¿Cómo tomaste la responsabilidad de conducir el bloque?
Todavía la estoy tomando. La verdad que con una alegría enorme. Obviamente, es el desafío más grande que me ha tocado en mi carrera. Siento orgullo de que mis compañeros me hayan elegido para esta tarea, lo cual me da también una responsabilidad enorme.
Hay pesos pesados en el bloque del PRO.
Sí, claro, hay gente de mucha experiencia. Entiendo que eso tiene que ver con la esencia del PRO, que es la de formar equipos en los que se mezclan personas de experiencia con gente nueva, tratando de apostar a la renovación, tratando de darle lugar a los que somos más jóvenes. Pasa en el ejecutivo y también en el Congreso Nacional: desde que el PRO existe tanto ahí como en la Legislatura tenemos el promedio más bajo de edad. Entendemos que es importante la renovación en la política, y es bueno rotar, pasar por la Legislatura, por el ejecutivo, ir aprendiendo, formando gente y enriquecerse entre todos. Por eso insisto con el orgullo y la enorme responsabilidad y compromiso que tengo de conducir un bloque con gente de mucha más experiencia que yo, incluso más capacitados para eso; eso te pone una vara muy alta.
¿Te ves en un cargo ejecutivo?
Yo cuando me metí a trabajar en el PRO, en el momento en el que armamos la Juventud, era al revés: yo me veía en el ejecutivo y no en la Legislatura. Y me acuerdo que terminaron los primeros cuatro años de mandato y yo tenía ese sentimiento encontrado de de haber hecho una buena carrera acá y no haber pasado por el ejecutivo. La diferencia entre una cosa y otra, por lo que se, es abismal. Y a mí me encantaría hacer una experiencia ejecutiva, de hecho mi formación académica tiene que ver con eso. Y mi perfil, un poco, también. Pero a veces la vida te va llevando por caminos distintos, pero igualmente en 2013 me gustaría pasar al ejecutivo.
¿Se puso más “picante” la relación con el Gobierno Nacional?
Yo no se si picante es la palabra. Creo que después de cuatro años de experiencia nuestra, de experiencia de ellos, de haber sido revalidados los dos en las elecciones, me parece que hubo un entendimiento de que los problemas concretos de los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires solo se resuelven sentándose en una mesa y discutiéndolos, y no con chicanas y tiroteándonos con declaraciones inconducentes por los medios. Y eso se vio claramente a fines del año pasado con actitudes positivas de ambos gobiernos. Entiendo la pregunta en función de que después, cuando vas a una mesa a discutir, surgen diferencias. De formas, de tiempos, de miradas, de conveniencias, por qué no. Y ahí vuelven algunos chisporroteos. Pero si tomamos en cuenta cómo eran las cosas hace cuatro años, y cómo es ahora, hoy estamos sentados en una mesa, y es un cambio muy fuerte. Y prefiero eso, aunque sea a los ponchazos, pero discutiendo cosas concretas, porque me da mucha más tranquilidad para interactuar con los vecinos, que te dicen “dejate de pelear y solucioname esto”, que estar revoleándote chicanas, que es lo que venía pasando.
No sentís que les tiran problemas a ver cómo los resuelven.
Sí, siento eso. Siento que el Gobierno Nacional está en problemas presupuestarios y financieros, y que algunas cosas las hace por esa necesidad. Pero prefiero rescatar lo positivo de estar sentados en una mesa y no lo que pasó los primeros cuatro años. Me encantaría que fuese de otra manera, que los intereses o las motivaciones sean más genuinos, y que las cosas sean más conversadas, y no que de un día para el otro te saquen la policía de los subtes o de los hospitales. Pero, insisto: prefiero rescatar lo positivo de que haya una mesa de negociación. Igual, es más el tiempo que se dedica a la discusión sana y constructiva que el que se dedica, después, a hablar por los medios.
¿Cuál va a ser tu agenda legislativa para este año?
Es amplia, algunos temas que nos quedaron del año pasado, vinculados con la justicia, con inseguridad, el tema “motochorros…
¿No es fuerte esa definición de “motochorros”?
Mirá, yo ando en moto, y te soy sincero: a mí el tema no me gusta. No me siento cómodo teniendo que legislar sobre esta problemática. Me sería mucho más cómodo conmigo mismo, con mis amigos, con mi entorno, no tener que estar discutiendo y tomando una posición respecto al tema. Lo concreto es que la modalidad existe, que el delito existe, y la responsabilidad mía, como representante, existe. Yo tengo, como oficialismo, entiendo, una responsabilidad más grande que los que no lo son. Aumentó un montón el número de delitos en moto, y tenemos la responsabilidad de dar respuesta. Me encantaría vivir en una sociedad en la que esto no sucediera y no tener que estar regulando el hecho de que alguien ande en moto. Pero lo tenemos que hacer. Y, aunque para mí la política no es un trabajo, es una pasión, todos los trabajos implican hacer cosas que no te gustan y ver realidades que te gustaría que no fuesen así, y tenés que modificarlas. Pero como desde el primer día, en que nosotros no tenemos mayoría acá, estamos dispuestos a discutir: si un chaleco a o dos, si sólo el acompañante, si el Microcentro, si tal o cual avenida, pero algo hay que hacer, es una realidad y el Estado tiene que dar respuesta. En otro orden, y retomando lo de la agenda para este año, a mí me gustaría sacar una ley, que estoy trabajando con Karina Spalla, que es la de financiamiento público y privado de obras de infraestructura para la Ciudad, que tiene un déficit en esa materia muy importante.
¿Cómo toman en el bloque el hecho de que, muchas de las leyes que vetó el ejecutivo, habían sido apoyadas por el PRO en la Legislatura?
En algún punto, con cierta tranquilidad y entendimiento, en el sentido de que formamos parte del mismo espacio o vemos las cosas de la misma manera. Una cosa es legislar o ver los temas desde la legislatura y otra cosa muy distinta es estar sentado en el ejecutivo y tener que aplicar las políticas que a veces la legislatura dispone por ley. En mi caso personal, por mi formación, mi historia, mi manera de ver las cosas, prefiero estar en un lugar en el que puedo pensar distinto, votar de una manera que no necesariamente tiene que ser correspondida en el ejecutivo. Con mucha naturalidad, porque no es la primera vez que pasa. Nosotros hicimos un trabajo, durante todo el año, de mucha colaboración con los distintos ministerios, sobre las leyes que estamos tratando, y muchas veces no nos ponemos de acuerdo. Eso termina enriqueciendo a la política pública de que se trate, y la verdad es que en eso consiste la democracia, por lo menos nosotros lo entendemos así.
Algunos legisladores de la oposición dicen que los vetos pueden poner en riesgo los acuerdos parlamentarios de acá en adelante.
La verdad, no lo escuché todavía de ningún diputado. A mí, como presidente del bloque del PRO, nadie me lo dijo.
La diputada Delia Bisutti lo dijo en un reportaje en este portal la semana pasada.
Sí, pero me suena más a una chicana que dicen frente a los periodistas más que una cosa que nosotros discutimos acá adentro. Además, el veto es una atribución constitucional, no estamos hablando de un decreto de necesidad y urgencia que puentea las decisiones de la Legislatura, estamos hablando de una particularidad de nuestro sistema representativo, republicano y federal que dice que la legislatura sanciona las leyes y el ejecutivo las puede promulgar o vetar. En el caso de vetar, vuelven a la Legislatura, que es importante destacarlo, porque ahí la Legislatura puede insistir, con 40 votos; de hecho, en algunos casos lo hemos hecho, con vetos parciales, por cuestiones de forma, de corregir la redacción. Y tampoco son tantos, son menos del 5 por ciento de las leyes promulgadas, e incluso Ibarra vetó más que nosotros. Pero forma parte del juego democrático. Me suena más a chicana que algo concreto. Años anteriores ya tuvimos esta discusión, y los acuerdos se siguieron dando.
Ibarra tenía otra Legislatura, sobre todo en su segundo mandato, menos “gobernable”.
Pero independientemente de cada Legislatura, el veto es una atribución constitucional. El poder legislativo puede querer ir para un lado, y el ejecutivo puede estar en contra, como de hecho lo ha estado. Pero los acuerdos se van a seguir dando, la legislatura va a seguir aprobando leyes y el ejecutivo va a seguir vetando, los anteriores, este y los que vengan.
¿Cómo tomaste la responsabilidad de conducir el bloque?
Todavía la estoy tomando. La verdad que con una alegría enorme. Obviamente, es el desafío más grande que me ha tocado en mi carrera. Siento orgullo de que mis compañeros me hayan elegido para esta tarea, lo cual me da también una responsabilidad enorme.
Hay pesos pesados en el bloque del PRO.
Sí, claro, hay gente de mucha experiencia. Entiendo que eso tiene que ver con la esencia del PRO, que es la de formar equipos en los que se mezclan personas de experiencia con gente nueva, tratando de apostar a la renovación, tratando de darle lugar a los que somos más jóvenes. Pasa en el ejecutivo y también en el Congreso Nacional: desde que el PRO existe tanto ahí como en la Legislatura tenemos el promedio más bajo de edad. Entendemos que es importante la renovación en la política, y es bueno rotar, pasar por la Legislatura, por el ejecutivo, ir aprendiendo, formando gente y enriquecerse entre todos. Por eso insisto con el orgullo y la enorme responsabilidad y compromiso que tengo de conducir un bloque con gente de mucha más experiencia que yo, incluso más capacitados para eso; eso te pone una vara muy alta.
¿Te ves en un cargo ejecutivo?
Yo cuando me metí a trabajar en el PRO, en el momento en el que armamos la Juventud, era al revés: yo me veía en el ejecutivo y no en la Legislatura. Y me acuerdo que terminaron los primeros cuatro años de mandato y yo tenía ese sentimiento encontrado de de haber hecho una buena carrera acá y no haber pasado por el ejecutivo. La diferencia entre una cosa y otra, por lo que se, es abismal. Y a mí me encantaría hacer una experiencia ejecutiva, de hecho mi formación académica tiene que ver con eso. Y mi perfil, un poco, también. Pero a veces la vida te va llevando por caminos distintos, pero igualmente en 2013 me gustaría pasar al ejecutivo.
¿Se puso más “picante” la relación con el Gobierno Nacional?
Yo no se si picante es la palabra. Creo que después de cuatro años de experiencia nuestra, de experiencia de ellos, de haber sido revalidados los dos en las elecciones, me parece que hubo un entendimiento de que los problemas concretos de los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires solo se resuelven sentándose en una mesa y discutiéndolos, y no con chicanas y tiroteándonos con declaraciones inconducentes por los medios. Y eso se vio claramente a fines del año pasado con actitudes positivas de ambos gobiernos. Entiendo la pregunta en función de que después, cuando vas a una mesa a discutir, surgen diferencias. De formas, de tiempos, de miradas, de conveniencias, por qué no. Y ahí vuelven algunos chisporroteos. Pero si tomamos en cuenta cómo eran las cosas hace cuatro años, y cómo es ahora, hoy estamos sentados en una mesa, y es un cambio muy fuerte. Y prefiero eso, aunque sea a los ponchazos, pero discutiendo cosas concretas, porque me da mucha más tranquilidad para interactuar con los vecinos, que te dicen “dejate de pelear y solucioname esto”, que estar revoleándote chicanas, que es lo que venía pasando.
No sentís que les tiran problemas a ver cómo los resuelven.
Sí, siento eso. Siento que el Gobierno Nacional está en problemas presupuestarios y financieros, y que algunas cosas las hace por esa necesidad. Pero prefiero rescatar lo positivo de estar sentados en una mesa y no lo que pasó los primeros cuatro años. Me encantaría que fuese de otra manera, que los intereses o las motivaciones sean más genuinos, y que las cosas sean más conversadas, y no que de un día para el otro te saquen la policía de los subtes o de los hospitales. Pero, insisto: prefiero rescatar lo positivo de que haya una mesa de negociación. Igual, es más el tiempo que se dedica a la discusión sana y constructiva que el que se dedica, después, a hablar por los medios.
¿Cuál va a ser tu agenda legislativa para este año?
Es amplia, algunos temas que nos quedaron del año pasado, vinculados con la justicia, con inseguridad, el tema “motochorros…
¿No es fuerte esa definición de “motochorros”?
Mirá, yo ando en moto, y te soy sincero: a mí el tema no me gusta. No me siento cómodo teniendo que legislar sobre esta problemática. Me sería mucho más cómodo conmigo mismo, con mis amigos, con mi entorno, no tener que estar discutiendo y tomando una posición respecto al tema. Lo concreto es que la modalidad existe, que el delito existe, y la responsabilidad mía, como representante, existe. Yo tengo, como oficialismo, entiendo, una responsabilidad más grande que los que no lo son. Aumentó un montón el número de delitos en moto, y tenemos la responsabilidad de dar respuesta. Me encantaría vivir en una sociedad en la que esto no sucediera y no tener que estar regulando el hecho de que alguien ande en moto. Pero lo tenemos que hacer. Y, aunque para mí la política no es un trabajo, es una pasión, todos los trabajos implican hacer cosas que no te gustan y ver realidades que te gustaría que no fuesen así, y tenés que modificarlas. Pero como desde el primer día, en que nosotros no tenemos mayoría acá, estamos dispuestos a discutir: si un chaleco a o dos, si sólo el acompañante, si el Microcentro, si tal o cual avenida, pero algo hay que hacer, es una realidad y el Estado tiene que dar respuesta. En otro orden, y retomando lo de la agenda para este año, a mí me gustaría sacar una ley, que estoy trabajando con Karina Spalla, que es la de financiamiento público y privado de obras de infraestructura para la Ciudad, que tiene un déficit en esa materia muy importante.