De Narváez en el balneario Cozumel, en Cariló. Foto: Hernán Zenteno / Enviado especial
CARILO.- Trotó, como siempre, un largo rato por la costa sin que casi nadie lo molestara ni le pidiera un autógrafo; una constante en las ahora lejanas épocas del efecto Tinelli, cuando su triunfo electoral sobre Néstor Kirchner lo proyectaba con fuerza en el escenario político nacional.
«Hola, Francisco, te quiero saludar. Yo te voté», le dijo una mujer joven no bien se sentó en el bar del balneario Cozumel. «¡Ah, eras vos entonces!», respondió, con una carcajada, Francisco de Narváez, el primero en reírse de su derrota de octubre último a manos de Daniel Scioli.
Dos meses después de aquella dura lección electoral, y mientras pide doble vuelta de café y agua mineral, De Narváez luce el mismo latiguillo: «Tengo convicción de seguir peleando, aunque el camino seguramente será más largo». Proyecta competir en 2013 para renovar su banca de diputado con un «frente con eje en el peronismo» para, después, intentar otra vez sentarse en el sillón de la gobernación en 2015, aunque descarta volver a juntar fuerzas con dos de sus ex socios más conocidos: Ricardo Alfonsín y, sobre todo, Mauricio Macri, coprotagonista de una prolongada relación de amor-odio y eje de sus más filosos estiletes durante el diálogo que mantuvo con LA NACION.
«Con Mauricio [Macri] tenemos una muy buena relación, política y personal. No sé lo que va a hacer el macrismo en 2015, no he hablado con [Jaime] Durán Barba», dispara, y se sonríe sarcásticamente.
-Pero ¿no hay posibilidad de confluencia? Se dice que Gabriela Michetti podría ser candidata de Pro en 2013…
-No sé. Gabriela es una muy buena candidata. Fue vicejefa y renunció; diputada por la Capital. Le falta postularse por la provincia. Eso habla de la coherencia de la nueva política [se queda serio].
Con la UCR pareciera haber menos encono, aunque queda claro que no habrá una segunda oportunidad. «Tengo un enorme respeto por Ricardo [Alfonsín]. Sabiendo lo difícil que enfrentó, lo hizo con dedicación y entrega. Aquellos radicales que están disconformes deberían renunciar a los cargos por los que fueron elegidos: golpeaban las ventanas para entrar en las listas», dice. No los nombra, pero Leopoldo Moreau y Federico Storani están en el centro de su enojo. «¿Dicen que soy la derecha? Soy ambidiestro. Que no sean hipócritas», contesta, molesto.
¿Con quién continuará su camino, entonces? «La construcción que viene es un frente con eje en el peronismo, la fuerza transformadora del país. La batalla central será la provincia de Buenos Aires y, en 2013, el apellido Kirchner va a estar encabezando las listas», afirma sin dar más pistas. El líder de Pro vuelve a aparecer en sus pensamientos. «Eso es lo que Mauricio no entiende: o sos peronista o vas hacia el peronismo. Nadie lo va a ir a buscar», completa.
De Narváez jura que nunca pensó en dejar la política después de perder tres de cuatro elecciones en las que compitió. Cuenta, orgulloso, que su esposa, Agustina, está a su lado «militando; porque le gusta, sin ninguna aspiración electoral». Reconoce que Milena, Juan y Antonio, sus hijos pequeños, ahora no se le despegan «después de mucho tiempo de verme poco».
¿Y hacia el kirchnerismo, hay críticas? De Narváez cree que «ni Néstor Kirchner ni Cristina se sintieron nunca peronistas. Lo usan o lo desprecian según las circunstancias, por eso habrá un frente contra él en 2015».
También asegura que él no hubiera aceptado que le impongan a Gabriel Mariotto como vicegobernador, como lo hizo Scioli, a quien define como «una persona de consenso, de diálogo».
Antes de volver a la carpa, De Narváez sienta posición sobre el conflicto entre el Gobierno y la prensa. «No soy neutral en esto. El Gobierno se equivoca al intentar controlar el relato. No funcionó en ningún lugar y tampoco funcionará aquí», define. Dice «no coincidir» con José Luis Manzano y Daniel Vila, sus socios en el multimedio América y protagonistas de una embestida contra el Grupo Clarín.
Hora de finalizar la charla. Para De Narváez llegará otro chapuzón en el mar. Sin apuro pero con una idea entre ceja y ceja: intentar durante este año la difícil resurrección política..
CARILO.- Trotó, como siempre, un largo rato por la costa sin que casi nadie lo molestara ni le pidiera un autógrafo; una constante en las ahora lejanas épocas del efecto Tinelli, cuando su triunfo electoral sobre Néstor Kirchner lo proyectaba con fuerza en el escenario político nacional.
«Hola, Francisco, te quiero saludar. Yo te voté», le dijo una mujer joven no bien se sentó en el bar del balneario Cozumel. «¡Ah, eras vos entonces!», respondió, con una carcajada, Francisco de Narváez, el primero en reírse de su derrota de octubre último a manos de Daniel Scioli.
Dos meses después de aquella dura lección electoral, y mientras pide doble vuelta de café y agua mineral, De Narváez luce el mismo latiguillo: «Tengo convicción de seguir peleando, aunque el camino seguramente será más largo». Proyecta competir en 2013 para renovar su banca de diputado con un «frente con eje en el peronismo» para, después, intentar otra vez sentarse en el sillón de la gobernación en 2015, aunque descarta volver a juntar fuerzas con dos de sus ex socios más conocidos: Ricardo Alfonsín y, sobre todo, Mauricio Macri, coprotagonista de una prolongada relación de amor-odio y eje de sus más filosos estiletes durante el diálogo que mantuvo con LA NACION.
«Con Mauricio [Macri] tenemos una muy buena relación, política y personal. No sé lo que va a hacer el macrismo en 2015, no he hablado con [Jaime] Durán Barba», dispara, y se sonríe sarcásticamente.
-Pero ¿no hay posibilidad de confluencia? Se dice que Gabriela Michetti podría ser candidata de Pro en 2013…
-No sé. Gabriela es una muy buena candidata. Fue vicejefa y renunció; diputada por la Capital. Le falta postularse por la provincia. Eso habla de la coherencia de la nueva política [se queda serio].
Con la UCR pareciera haber menos encono, aunque queda claro que no habrá una segunda oportunidad. «Tengo un enorme respeto por Ricardo [Alfonsín]. Sabiendo lo difícil que enfrentó, lo hizo con dedicación y entrega. Aquellos radicales que están disconformes deberían renunciar a los cargos por los que fueron elegidos: golpeaban las ventanas para entrar en las listas», dice. No los nombra, pero Leopoldo Moreau y Federico Storani están en el centro de su enojo. «¿Dicen que soy la derecha? Soy ambidiestro. Que no sean hipócritas», contesta, molesto.
¿Con quién continuará su camino, entonces? «La construcción que viene es un frente con eje en el peronismo, la fuerza transformadora del país. La batalla central será la provincia de Buenos Aires y, en 2013, el apellido Kirchner va a estar encabezando las listas», afirma sin dar más pistas. El líder de Pro vuelve a aparecer en sus pensamientos. «Eso es lo que Mauricio no entiende: o sos peronista o vas hacia el peronismo. Nadie lo va a ir a buscar», completa.
De Narváez jura que nunca pensó en dejar la política después de perder tres de cuatro elecciones en las que compitió. Cuenta, orgulloso, que su esposa, Agustina, está a su lado «militando; porque le gusta, sin ninguna aspiración electoral». Reconoce que Milena, Juan y Antonio, sus hijos pequeños, ahora no se le despegan «después de mucho tiempo de verme poco».
¿Y hacia el kirchnerismo, hay críticas? De Narváez cree que «ni Néstor Kirchner ni Cristina se sintieron nunca peronistas. Lo usan o lo desprecian según las circunstancias, por eso habrá un frente contra él en 2015».
También asegura que él no hubiera aceptado que le impongan a Gabriel Mariotto como vicegobernador, como lo hizo Scioli, a quien define como «una persona de consenso, de diálogo».
Antes de volver a la carpa, De Narváez sienta posición sobre el conflicto entre el Gobierno y la prensa. «No soy neutral en esto. El Gobierno se equivoca al intentar controlar el relato. No funcionó en ningún lugar y tampoco funcionará aquí», define. Dice «no coincidir» con José Luis Manzano y Daniel Vila, sus socios en el multimedio América y protagonistas de una embestida contra el Grupo Clarín.
Hora de finalizar la charla. Para De Narváez llegará otro chapuzón en el mar. Sin apuro pero con una idea entre ceja y ceja: intentar durante este año la difícil resurrección política..