Lunes 29 de Abril de 2013
La respuesta se conocerá esta semanaHay dos líneas de pensamiento: una liderada por Guillermo Moreno y la otra, por Mercedes Marcó del Pont
Por: Carlos Burgueño
Axel Kicillof
Intervención profunda para bajar el dólar en dos o tres jornadas hasta un precio que se considere razonable a los intereses públicos. Dejarlo subir e ignorarlo, considerándolo una cuestión especulativa y marginal, que nada tiene que ver con el modelo de redistribución de matriz productiva. Se sabe que dentro de la múltiple conducción económica que tiene el Gobierno en la actualidad se debaten estas dos formas para dar la batalla final contra el «blue» y sus subas constantes. La respuesta se conocerá esta semana.
Dos funcionarios son los que tienen en mente la intervención directa, seca y sin importar que se sepa que es desde el Gobierno. Son Guillermo Moreno e, indirectamente, el ministro de Economía, Hernán Lorenzino. Este último busca mecanismos más institucionales, como subir las tasas de interés o absorber pesos del mercado. Es el secretario de Comercio Interior el que cree a rajatabla que ya no tiene sentido confiar en las «casas amigas» que colaboran cada tanto en las órdenes de venta, ya que nunca respetan el precio que el funcionario tiene en mente. Es más, sospecha (no sin razón) en que son luego los que presionan a través de «sucursales» para que el «blue» vuelva a subir y llegue a nuevos techos donde vender los dólares comprados con anterioridad. El secretario piensa que la única manera de terminar con las subas «golpistas» (la definición pertenece a su repartición) es el rigor. Esto es, poner en una semana no menos de 100 millones (o lo que haga falta) para colocar la divisa norteamericana en su versión paralela en el precio que el Gobierno considere conveniente, y no dejarlo mover de ahí. La teoría es que se trata de un mercado que mueve diariamente no más de u$s 30 millones (al menos en las cuevas determinadas que manejan la cotización); y que la sola intervención oficial haría encuadrar en el orden a este mercado. Moreno incluso no tiene problemas en hablar de dólares provenientes del Banco Central para estas maniobras. Según su visión, en el pasado y cuando no existía el «blue» (al menos no con los niveles actuales y antes del cepo cambiario de noviembre de 2011), las especulaciones sobre el precio del dólar se frenaban cuando desde el Central se ponían en el mercado todos los dólares necesarios para «darles una lección» a los que apostaban a la devaluación (la definición también es de Moreno).
Para el secretario, que esa alternativa sea ilegal (en definitiva se trata de un mercado, reconoció virtualmente, pero marginal) no es problema. En definitiva, tampoco la intervención del INDEC, el congelamiento de precios o las prohibiciones de reenviar ganancias en dólares por parte de las multinacionales o la imposibilidad de importar son medidas que tengan alguna resolución que las respalde. De hecho, una de las únicas medidas que Moreno implementó con una resolución detrás, el congelamiento de los precios de combustibles, sólo fue respetada 24 horas por la propia petrolera estatal. Cerca del secretario consideran que como es un mercado ilegítimo y secreto, tampoco quedan rastros sobre la llegada de un actor nuevo y poderoso. En todo caso, el problema será cómo justificar de dónde salió el dinero y de qué cuenta pública se extraen. En el futuro, el funcionario que maneje esa repartición (no será Moreno precisamente) tendría que dar serias explicaciones a la Justicia sobre el manejo de los fondos públicos. A esta altura, la fórmula morenista sólo necesitaría un cuadro institucional para poder cerrar por todos los costados.
Frente a esta idea morenista hay contrincantes fuertes: el ala política del Gobierno encabezada por el secretario legal y técnico, Carlos Zannini, y el viceministro de Economía, Axel Kicillof. También abona a la teoría la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, directamente enfrentada desde hace mucho tiempo con Moreno y sus intervenciones indirectas en el mercado del dólar. Salvo el viceministro, todos piensan que se trata de una cuestión especulativa y que lo único que busca es presionar al Gobierno para una devaluación importante del dólar oficial y que lo peor que puede hacerse es reconocerlo. Se considera que se trata de un mercado marginal al que sólo acuden los que quieren viajar al exterior y una clase media alta que nunca votaría al Gobierno. En el fondo hay una consideración profundamente ideológica sobre la existencia misma del «blue» y los interesados en utilizar ese mercado. Kicillof sigue pensando que en realidad lo mejor que se puede hacer a esta altura es un desdoblamiento cambiario. Pero las veces en que su visión se estrelló contra el resto del Gobierno, incluyendo la propia Presidente, hace que la alternativa aún esté en proceso de laboratorio, hasta el momento apropiado. Mientras tanto, no cree que sea buena medida el ingreso a sangre y fuego del Gobierno en un mercado ilegal e ilegítimo (aunque más sea el más vivo de los que se operan a diario).
La respuesta se conocerá esta semanaHay dos líneas de pensamiento: una liderada por Guillermo Moreno y la otra, por Mercedes Marcó del Pont
Por: Carlos Burgueño
Axel Kicillof
Intervención profunda para bajar el dólar en dos o tres jornadas hasta un precio que se considere razonable a los intereses públicos. Dejarlo subir e ignorarlo, considerándolo una cuestión especulativa y marginal, que nada tiene que ver con el modelo de redistribución de matriz productiva. Se sabe que dentro de la múltiple conducción económica que tiene el Gobierno en la actualidad se debaten estas dos formas para dar la batalla final contra el «blue» y sus subas constantes. La respuesta se conocerá esta semana.
Dos funcionarios son los que tienen en mente la intervención directa, seca y sin importar que se sepa que es desde el Gobierno. Son Guillermo Moreno e, indirectamente, el ministro de Economía, Hernán Lorenzino. Este último busca mecanismos más institucionales, como subir las tasas de interés o absorber pesos del mercado. Es el secretario de Comercio Interior el que cree a rajatabla que ya no tiene sentido confiar en las «casas amigas» que colaboran cada tanto en las órdenes de venta, ya que nunca respetan el precio que el funcionario tiene en mente. Es más, sospecha (no sin razón) en que son luego los que presionan a través de «sucursales» para que el «blue» vuelva a subir y llegue a nuevos techos donde vender los dólares comprados con anterioridad. El secretario piensa que la única manera de terminar con las subas «golpistas» (la definición pertenece a su repartición) es el rigor. Esto es, poner en una semana no menos de 100 millones (o lo que haga falta) para colocar la divisa norteamericana en su versión paralela en el precio que el Gobierno considere conveniente, y no dejarlo mover de ahí. La teoría es que se trata de un mercado que mueve diariamente no más de u$s 30 millones (al menos en las cuevas determinadas que manejan la cotización); y que la sola intervención oficial haría encuadrar en el orden a este mercado. Moreno incluso no tiene problemas en hablar de dólares provenientes del Banco Central para estas maniobras. Según su visión, en el pasado y cuando no existía el «blue» (al menos no con los niveles actuales y antes del cepo cambiario de noviembre de 2011), las especulaciones sobre el precio del dólar se frenaban cuando desde el Central se ponían en el mercado todos los dólares necesarios para «darles una lección» a los que apostaban a la devaluación (la definición también es de Moreno).
Para el secretario, que esa alternativa sea ilegal (en definitiva se trata de un mercado, reconoció virtualmente, pero marginal) no es problema. En definitiva, tampoco la intervención del INDEC, el congelamiento de precios o las prohibiciones de reenviar ganancias en dólares por parte de las multinacionales o la imposibilidad de importar son medidas que tengan alguna resolución que las respalde. De hecho, una de las únicas medidas que Moreno implementó con una resolución detrás, el congelamiento de los precios de combustibles, sólo fue respetada 24 horas por la propia petrolera estatal. Cerca del secretario consideran que como es un mercado ilegítimo y secreto, tampoco quedan rastros sobre la llegada de un actor nuevo y poderoso. En todo caso, el problema será cómo justificar de dónde salió el dinero y de qué cuenta pública se extraen. En el futuro, el funcionario que maneje esa repartición (no será Moreno precisamente) tendría que dar serias explicaciones a la Justicia sobre el manejo de los fondos públicos. A esta altura, la fórmula morenista sólo necesitaría un cuadro institucional para poder cerrar por todos los costados.
Frente a esta idea morenista hay contrincantes fuertes: el ala política del Gobierno encabezada por el secretario legal y técnico, Carlos Zannini, y el viceministro de Economía, Axel Kicillof. También abona a la teoría la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, directamente enfrentada desde hace mucho tiempo con Moreno y sus intervenciones indirectas en el mercado del dólar. Salvo el viceministro, todos piensan que se trata de una cuestión especulativa y que lo único que busca es presionar al Gobierno para una devaluación importante del dólar oficial y que lo peor que puede hacerse es reconocerlo. Se considera que se trata de un mercado marginal al que sólo acuden los que quieren viajar al exterior y una clase media alta que nunca votaría al Gobierno. En el fondo hay una consideración profundamente ideológica sobre la existencia misma del «blue» y los interesados en utilizar ese mercado. Kicillof sigue pensando que en realidad lo mejor que se puede hacer a esta altura es un desdoblamiento cambiario. Pero las veces en que su visión se estrelló contra el resto del Gobierno, incluyendo la propia Presidente, hace que la alternativa aún esté en proceso de laboratorio, hasta el momento apropiado. Mientras tanto, no cree que sea buena medida el ingreso a sangre y fuego del Gobierno en un mercado ilegal e ilegítimo (aunque más sea el más vivo de los que se operan a diario).