El proceso de globalización de la economía generó una estructura perversa en el mercado de commodities, por la cual poco más de una decena de tradings agrícolas controlan a millones de productores rurales. A escala global, las tradings actúan como oligopolios en la adquisición de productos agrícolas, limitando el poder de negociación de los agricultores, y de la misma forma a la hora de vender esos productos.
Para equilibrar ese proceso, el Estado, que de algún modo aceptó y hasta promovió la consolidación de esa estructura, tendrá que reaccionar y aplicar instrumentos de regulación, como agencias específicas para el caso. Es la evaluación del economista Antonio Delfim Netto, profesor emérito de la Universidad de San Pablo (USP), que se desempeñó como ministro de Economía, Planificación y Agricultura en Brasil.
En una entrevista con Valor, Delfim Netto, de 85 años, calificó como un «grave error» la política de concentración de los frigoríficos brasileños, capitaneada por el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), que , según dijo, forma parte de ese proceso global de convertir en un oligopolio a la producción mundial de alimentos. «Incluso cuando existen grandes economías de escala, estructuras de oligopsonio y de oligopolio van en contra del aumento de la productividad», afirmó.
En la entrevista, Delfim Netto abordó algunas de las principales discusiones de la economía agrícola. En medio del debate sobre la desaceleración de China, aseguró que no avizora una «debacle» en los precios agrícolas. Sin embargo, dijo que el período de fuerte alza de las cotizaciones pasó y Brasil no supo aprovechar el boom para invertir en infraestructura.
Sobre la política agrícola nacional, el ex ministro elogió el último Plan Cosecha, válido para el ciclo 2013/2014. Consideró que el plan ataca el que tal vez sea el principal obstáculo de la agricultura actualmente: la política de seguro rural. Para Delfim Netto, la ausencia de una política de seguro agrícola consistente fue la responsable de que los agricultores fueran tildados de estafadores, una expresión que utilizó incluso el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
El ex ministro destacó el papel que tiene en el desarrollo de la agricultura nacional la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa). La estatal continúa siendo un elemento «distintivo» de Brasil. Según Delfim Netto, la pérdida de participación de Embrapa en mercados codiciados como los de semillas de soja y maíz no es un problema. «Embrapa no se hizo para sustituir al sector privado», dijo.
En la arena política, Delfim Netto aseguró que la bancada ruralista en el Congreso cumple su función de manera adecuada. Afirmó que en temas polémicos como los que involucran a los indígenas y los ambientales, cabe al Estado el papel de árbitro. Sobre los casos de trabajo esclavo en el campo, no cabe ninguna tergiversación, afirmó. «Solo (se resuelve) con la cárcel».
Valor: Brasil se vio beneficiado en la última década por la explosión de la demanda china. ¿Terminó ese ciclo?
Antonio Delfim Netto: La demanda por productos agrícolas depende del crecimiento de la población y de la urbanización. Pero no creo que la tasa de crecimiento de la demanda de productos agrícolas sufra una reducción muy importante en los próximos años. Lo que seguramente va a cambiar es la estructura de la demanda. Se irá más a productos proteicos, porque el mundo está mejorando su nivel de renta. Pero no veo ninguna razón para imaginar una debacle en los precios agrícolas. Tendremos una relación de estabilización. Probablemente los precios volverán a caer lentamente como siempre sucede, lo que no significa que la demanda global disminuya.
– ¿Ya ocurrió el mayor salto?
– El principal salto fue el avance espectacular de China, que no se repetirá. Pero es un error imaginar que China reducirá dramáticamente su demanda. Va continuar creciendo 4,5%, 5% al año. Y lo más importante es que aumentará mucho la urbanización, lo que reduce la oferta de productos agrícolas por un lado y aumenta la demanda por otro, porque sube la renta.
-¿Cree que Brasil aprovechó bien el boom de China?
-Brasil no aprovechó bien el boom de las commodities. Durante diez años, tuvimos un crecimiento importante de los intercambios, lo que significa que la renta crecía más que el PBI. Ese era el momento para realizar los cambios estructurales que precisamos. Pero optamos por un camino un poco diferente. Usamos esos recursos mucho más en la redistribución de renta que en el aumento de la eficiencia productiva, lo que se compensó con un aumento visible del bienestar. Pero uno de los aspectos más difíciles de entender es que se sacrificó una parte de las ventajas de la mejora de las relaciones de intercambio para valorizar el cambio y para combatir la inflación. Es decir que, se desperdició una parte de esos recursos.
-¿Brasil es de algún modo rehén de la «maldición» de los recursos naturales, si es que existe?
-No existe ninguna maldición. Brasil aprovechó esos recursos y desarrolló un sector agrícola extremadamente eficiente. La agroindustria, que tal vez sea un cuarto del PBI, es un sector altamente eficiente. Es un sector muy sofisticado, pero muy perjudicado por falta de estructura, de transportes, de puertos, por falta de almacenamiento y por falta de una política importante, que es la política de seguro de la cosecha.
-¿El último Plan de Cosecha avanzó en el tema del seguro?
-Evolucionó mucho. El último plan de cosecha es de los mejores que produjo Brasil. Atendió algunas cosas críticas. Empieza a haber una conciencia acerca de que el país no consiguió hacer llegar a esa gente el progreso de la tecnología en la pequeña propiedad. Se había abandonado un sistema de asistencia técnica que fue muy eficiente en Brasil y ese plan comenzó a reconstruirlo. Si se consigue movilizar a la pequeña agricultura con los avances de la tecnología que se mantienen en el cajón, se producirá una revolución.
-En un artículo de 2004, usted decía que, después del completo desastre de la política agrícola del gobierno de (Fernando) Collor (de Mello) y de la acusación de estafadores de Fernando Henrique Cardoso, la relación del gobierno con el sector comenzaba a mejorar. ¿Eso se comprobó?
-Mejoró. El problema de la agricultura es que es una actividad de altísimo riesgo. La agricultura depende de la voluntad de San Pedro. Como la agricultura precisa crédito, genera una dificultad gigantesca que sus ingresos estén altamente influenciados por las variaciones climáticas. ¿Por qué? Cuando, por efecto del clima, cae la oferta de productos, los precios no suben para suplir la renta. El agricultor ve desaparecer su patrimonio. Como no existe el seguro de cosecha, se endeuda. La próxima vez, llega a un acuerdo con el gobierno. Pero el gobierno es peor que el peor de los banqueros. Cada negociación de deuda es una tragedia, o fue una tragedia en el pasado. Había que incorporar costos espantosos, tasas de interés gigantescas. Desde ese punto de vista, se avanzó mucho. Comenzó en el período de Fernando Henrique y siguió avanzando. Para que la agricultura funcione tranquilamente, tiene que tener un seguro de cosecha. Si hubiera un accidente, la renta tiene un complemento y la persona puede honrar sus compromisos.
-¿En ese sentido, qué papel tiene el Estado en la política agrícola?
-La investigación no se sustenta simplemente con el financiamiento privado. El Estado produjo, o al menos divulgó, todas las grandes invenciones, desde internet hasta la semilla de maíz transgénico.
¿Cómo ve el trabajo de Embrapa? ¿Es natural que pierda participación en los mercados más codiciados como el de soja y maíz?
-Embrapa no se hizo para sustituir al sector privado. Es un instrumento de investigación. El mundo aprovecha las investigaciones de Embrapa. Dice que Embrapa redujo participación, pero no redujo su papel. Está aumentando su nivel de sofisticación y claro que las ganancias son inferiores. La base es mucho más alta. Pero Embrapa fue y es un instrumento distinto, que distingue a la economía brasileña del resto del mundo. Pero no se puede pensar que esas cosas suceden por casualidad. Y no solo en Brasil, no. La soja en Estados Unidos también dependió del departamento de agricultura (USDA). El Estado es un factor importante en el proceso de desarrollo.
-¿Cree que el Estado tiene que intervenir en los precios agrícolas?
-El Estado precisa un stock regulador por la fluctuación de la agricultura, de la oferta. La política de stocks es fundamental. No para molestar, sino para regular el mercado cuando ocurre un accidente climático.
-¿Cree que el Estado brasileño incentivó la concentración entre frigoríficos?
-Eso es un error grave, porque crea organismos que son un oligopsonio a la hora de comprar y oligopólicos a la hora de vender. No puede haber millones de productores y dos sujetos comprando todo lo que producen. Pero es una tragedia que ocurre en todo el mundo. El número de empresas que negocian commodities se redujo dramáticamente. El monopolio es algo muy malo. Estructuras de oligopsonio y oligopólicas van en contra del aumento de productividad, incluso cuando se dice que hay grandes economías de escala. La estructura que reduce la cantidad de oferta o reduce la cantidad de compradores es una estructura perversa.
-En el caso de los frigoríficos, uno de los argumentos es que la concentración ayudaría a mejorar la sanidad de la cadena productiva.
-La política sanitaria es algo del gobierno. No se necesita gente grande para comprar buen ganado. Puede haber gente pequeña comprando ganado de la mejor calidad desde el punto de vista de la sanidad.
-¿Qué se necesita hacer para combatir ese proceso de concentración?
-El Estado no puede dejar que se formen monopolios. Tiene que haber una agencia reguladora independiente y que él (el Estado) no pueda apropiarse de ella.
-¿En el caso de Brasil, el Estado eligió a los vencedores?
-Eso no importa. La política en sí es lo equivocado. No es que se haya elegido A o B. Puede haber elegido a personas o empresas que progresarían. Pero lo equivocado es la política.
¿En el área política, cómo ve el papel de la bancada ruralista? Existen polémicas en torno a la cuestión ambiental, el tema indígena
-La bancada ruralista hace su papel. La Constitución define la cuestión indígena. Siempre hay dos lados. Si se entrega todo a los antropólogos, se va hacia un lado. Si lo entrega a empresarios agrícolas, va hacia otro. Por eso se necesita que el Estado sea árbitro.
¿Cómo conciliar producción agrícola y preservación ambiental?
-No existe una contradicción entre la preservación del medio ambiente y la agricultura. Solamente un agricultor muy burro no preserva el medio ambiente. Lo que hay es cierta contradicción entre algunas personas que querríamos volver a la Edad de Piedra y aquellos que creen que no es necesario tomar ninguna conciencia, y quieren poner un tractor donde puedan. Nuevamente: por eso existe el Estado. ¡Dios mío!
¿Qué hay que hacer ante los frecuentes casos de explotación del trabajo análoga a la esclavitud?
-La cárcel.
¿Qué le parece la propuesta de expropiar la tierra de quienes lleven adelante ese tipo de explotación?
-No es una solución, pero seguramente es una forma de impedir que suceda. Tiene que haber un castigo draconiano l
Para equilibrar ese proceso, el Estado, que de algún modo aceptó y hasta promovió la consolidación de esa estructura, tendrá que reaccionar y aplicar instrumentos de regulación, como agencias específicas para el caso. Es la evaluación del economista Antonio Delfim Netto, profesor emérito de la Universidad de San Pablo (USP), que se desempeñó como ministro de Economía, Planificación y Agricultura en Brasil.
En una entrevista con Valor, Delfim Netto, de 85 años, calificó como un «grave error» la política de concentración de los frigoríficos brasileños, capitaneada por el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), que , según dijo, forma parte de ese proceso global de convertir en un oligopolio a la producción mundial de alimentos. «Incluso cuando existen grandes economías de escala, estructuras de oligopsonio y de oligopolio van en contra del aumento de la productividad», afirmó.
En la entrevista, Delfim Netto abordó algunas de las principales discusiones de la economía agrícola. En medio del debate sobre la desaceleración de China, aseguró que no avizora una «debacle» en los precios agrícolas. Sin embargo, dijo que el período de fuerte alza de las cotizaciones pasó y Brasil no supo aprovechar el boom para invertir en infraestructura.
Sobre la política agrícola nacional, el ex ministro elogió el último Plan Cosecha, válido para el ciclo 2013/2014. Consideró que el plan ataca el que tal vez sea el principal obstáculo de la agricultura actualmente: la política de seguro rural. Para Delfim Netto, la ausencia de una política de seguro agrícola consistente fue la responsable de que los agricultores fueran tildados de estafadores, una expresión que utilizó incluso el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
El ex ministro destacó el papel que tiene en el desarrollo de la agricultura nacional la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa). La estatal continúa siendo un elemento «distintivo» de Brasil. Según Delfim Netto, la pérdida de participación de Embrapa en mercados codiciados como los de semillas de soja y maíz no es un problema. «Embrapa no se hizo para sustituir al sector privado», dijo.
En la arena política, Delfim Netto aseguró que la bancada ruralista en el Congreso cumple su función de manera adecuada. Afirmó que en temas polémicos como los que involucran a los indígenas y los ambientales, cabe al Estado el papel de árbitro. Sobre los casos de trabajo esclavo en el campo, no cabe ninguna tergiversación, afirmó. «Solo (se resuelve) con la cárcel».
Valor: Brasil se vio beneficiado en la última década por la explosión de la demanda china. ¿Terminó ese ciclo?
Antonio Delfim Netto: La demanda por productos agrícolas depende del crecimiento de la población y de la urbanización. Pero no creo que la tasa de crecimiento de la demanda de productos agrícolas sufra una reducción muy importante en los próximos años. Lo que seguramente va a cambiar es la estructura de la demanda. Se irá más a productos proteicos, porque el mundo está mejorando su nivel de renta. Pero no veo ninguna razón para imaginar una debacle en los precios agrícolas. Tendremos una relación de estabilización. Probablemente los precios volverán a caer lentamente como siempre sucede, lo que no significa que la demanda global disminuya.
– ¿Ya ocurrió el mayor salto?
– El principal salto fue el avance espectacular de China, que no se repetirá. Pero es un error imaginar que China reducirá dramáticamente su demanda. Va continuar creciendo 4,5%, 5% al año. Y lo más importante es que aumentará mucho la urbanización, lo que reduce la oferta de productos agrícolas por un lado y aumenta la demanda por otro, porque sube la renta.
-¿Cree que Brasil aprovechó bien el boom de China?
-Brasil no aprovechó bien el boom de las commodities. Durante diez años, tuvimos un crecimiento importante de los intercambios, lo que significa que la renta crecía más que el PBI. Ese era el momento para realizar los cambios estructurales que precisamos. Pero optamos por un camino un poco diferente. Usamos esos recursos mucho más en la redistribución de renta que en el aumento de la eficiencia productiva, lo que se compensó con un aumento visible del bienestar. Pero uno de los aspectos más difíciles de entender es que se sacrificó una parte de las ventajas de la mejora de las relaciones de intercambio para valorizar el cambio y para combatir la inflación. Es decir que, se desperdició una parte de esos recursos.
-¿Brasil es de algún modo rehén de la «maldición» de los recursos naturales, si es que existe?
-No existe ninguna maldición. Brasil aprovechó esos recursos y desarrolló un sector agrícola extremadamente eficiente. La agroindustria, que tal vez sea un cuarto del PBI, es un sector altamente eficiente. Es un sector muy sofisticado, pero muy perjudicado por falta de estructura, de transportes, de puertos, por falta de almacenamiento y por falta de una política importante, que es la política de seguro de la cosecha.
-¿El último Plan de Cosecha avanzó en el tema del seguro?
-Evolucionó mucho. El último plan de cosecha es de los mejores que produjo Brasil. Atendió algunas cosas críticas. Empieza a haber una conciencia acerca de que el país no consiguió hacer llegar a esa gente el progreso de la tecnología en la pequeña propiedad. Se había abandonado un sistema de asistencia técnica que fue muy eficiente en Brasil y ese plan comenzó a reconstruirlo. Si se consigue movilizar a la pequeña agricultura con los avances de la tecnología que se mantienen en el cajón, se producirá una revolución.
-En un artículo de 2004, usted decía que, después del completo desastre de la política agrícola del gobierno de (Fernando) Collor (de Mello) y de la acusación de estafadores de Fernando Henrique Cardoso, la relación del gobierno con el sector comenzaba a mejorar. ¿Eso se comprobó?
-Mejoró. El problema de la agricultura es que es una actividad de altísimo riesgo. La agricultura depende de la voluntad de San Pedro. Como la agricultura precisa crédito, genera una dificultad gigantesca que sus ingresos estén altamente influenciados por las variaciones climáticas. ¿Por qué? Cuando, por efecto del clima, cae la oferta de productos, los precios no suben para suplir la renta. El agricultor ve desaparecer su patrimonio. Como no existe el seguro de cosecha, se endeuda. La próxima vez, llega a un acuerdo con el gobierno. Pero el gobierno es peor que el peor de los banqueros. Cada negociación de deuda es una tragedia, o fue una tragedia en el pasado. Había que incorporar costos espantosos, tasas de interés gigantescas. Desde ese punto de vista, se avanzó mucho. Comenzó en el período de Fernando Henrique y siguió avanzando. Para que la agricultura funcione tranquilamente, tiene que tener un seguro de cosecha. Si hubiera un accidente, la renta tiene un complemento y la persona puede honrar sus compromisos.
-¿En ese sentido, qué papel tiene el Estado en la política agrícola?
-La investigación no se sustenta simplemente con el financiamiento privado. El Estado produjo, o al menos divulgó, todas las grandes invenciones, desde internet hasta la semilla de maíz transgénico.
¿Cómo ve el trabajo de Embrapa? ¿Es natural que pierda participación en los mercados más codiciados como el de soja y maíz?
-Embrapa no se hizo para sustituir al sector privado. Es un instrumento de investigación. El mundo aprovecha las investigaciones de Embrapa. Dice que Embrapa redujo participación, pero no redujo su papel. Está aumentando su nivel de sofisticación y claro que las ganancias son inferiores. La base es mucho más alta. Pero Embrapa fue y es un instrumento distinto, que distingue a la economía brasileña del resto del mundo. Pero no se puede pensar que esas cosas suceden por casualidad. Y no solo en Brasil, no. La soja en Estados Unidos también dependió del departamento de agricultura (USDA). El Estado es un factor importante en el proceso de desarrollo.
-¿Cree que el Estado tiene que intervenir en los precios agrícolas?
-El Estado precisa un stock regulador por la fluctuación de la agricultura, de la oferta. La política de stocks es fundamental. No para molestar, sino para regular el mercado cuando ocurre un accidente climático.
-¿Cree que el Estado brasileño incentivó la concentración entre frigoríficos?
-Eso es un error grave, porque crea organismos que son un oligopsonio a la hora de comprar y oligopólicos a la hora de vender. No puede haber millones de productores y dos sujetos comprando todo lo que producen. Pero es una tragedia que ocurre en todo el mundo. El número de empresas que negocian commodities se redujo dramáticamente. El monopolio es algo muy malo. Estructuras de oligopsonio y oligopólicas van en contra del aumento de productividad, incluso cuando se dice que hay grandes economías de escala. La estructura que reduce la cantidad de oferta o reduce la cantidad de compradores es una estructura perversa.
-En el caso de los frigoríficos, uno de los argumentos es que la concentración ayudaría a mejorar la sanidad de la cadena productiva.
-La política sanitaria es algo del gobierno. No se necesita gente grande para comprar buen ganado. Puede haber gente pequeña comprando ganado de la mejor calidad desde el punto de vista de la sanidad.
-¿Qué se necesita hacer para combatir ese proceso de concentración?
-El Estado no puede dejar que se formen monopolios. Tiene que haber una agencia reguladora independiente y que él (el Estado) no pueda apropiarse de ella.
-¿En el caso de Brasil, el Estado eligió a los vencedores?
-Eso no importa. La política en sí es lo equivocado. No es que se haya elegido A o B. Puede haber elegido a personas o empresas que progresarían. Pero lo equivocado es la política.
¿En el área política, cómo ve el papel de la bancada ruralista? Existen polémicas en torno a la cuestión ambiental, el tema indígena
-La bancada ruralista hace su papel. La Constitución define la cuestión indígena. Siempre hay dos lados. Si se entrega todo a los antropólogos, se va hacia un lado. Si lo entrega a empresarios agrícolas, va hacia otro. Por eso se necesita que el Estado sea árbitro.
¿Cómo conciliar producción agrícola y preservación ambiental?
-No existe una contradicción entre la preservación del medio ambiente y la agricultura. Solamente un agricultor muy burro no preserva el medio ambiente. Lo que hay es cierta contradicción entre algunas personas que querríamos volver a la Edad de Piedra y aquellos que creen que no es necesario tomar ninguna conciencia, y quieren poner un tractor donde puedan. Nuevamente: por eso existe el Estado. ¡Dios mío!
¿Qué hay que hacer ante los frecuentes casos de explotación del trabajo análoga a la esclavitud?
-La cárcel.
¿Qué le parece la propuesta de expropiar la tierra de quienes lleven adelante ese tipo de explotación?
-No es una solución, pero seguramente es una forma de impedir que suceda. Tiene que haber un castigo draconiano l