Roberto Autero era el menor de cuatro hermanos, su mamá falleció hace cuatro años y su papá vive en Villa Zavaleta donde periódicamente asistía Roberto, alternando ese domicilio con hogares de tránsito y la calle. Cursaba estudios en el segundo ciclo del Centro Educativo Isauro Arancibia, dos de sus maestros estuvieron en la conferencia de prensa.
Entre sollozos abrieron su cuaderno y leyeron un breve escrito que encontraron en una de sus hojas: “No se trata la felicidad ni el dolor, no se trata la tristeza ni la amargura, no se trata el amor ni la voluntad de hacer cosas, no se trata la traición, no se trata la crueldad.” La maestra al terminar de leer recordó que Roberto le ofrecía, cada día de clase, el abrazo más silencioso y contundente.