Las crónicas dicen que un día como hoy, 203 años atrás, llovía y la tierra porteña embarraba botas y miriñaques. Tras una semana intensa,siete criollos y dos catalanes juraron lealtad a la Patriay se convirtieron en la Primera Junta que gobernó al país sin el control de España. A la noche, los nueve cruzaron la Plaza Mayor hacia el Fuerte, hoy la Casa de Gobierno, caminando. Sin granaderos y con la misma tierra en los zapatos con la que habían entrado al Cabildo.
Dos siglos y tres años después, un Saavedra, un Paso, un Matheu, una Belgrano y una Moreno toman un café sentados en el camino que debieron hacer sus “tátara-tátarabuelos” para llegar al Fuerte. Sonchoznos: hijos de los tataranietos, laquinta generación de la camada de hombres que fundó el país. Forman parte de la Asociación Fundadores de la Patria, una ONG que reúne descendientes de próceres, y que se encarga demantener viva su memoriadando charlas y organizando actividades educativas.
Para todos haber crecido conel manual de la escuela como álbum familiarsumó más de lo que restó. “Nunca usé ni usufructué el apellido Matheu”, cuenta Roberto González Frattine, hijo de la tataranieta de Domingo. El honor familiar puede dar testimonio. Domingo Matheu era un marino mercante catalán que a los 26 años decidió probar suerte en el Virreinato del Río de la Plata. Con su casa de consignaciones porteña amasó una de las fortunas más prominentes de Buenos Aires. Cuando se retiró a la vida privada, después de una larga carrera política,había perdido dos tercios de sus riquezas. En todos los cargos públicos que ocupórenunció a su sueldo. Uno de los últimos fue el de presidente de la Comisión de Aduanas, con control sobre las transacciones de Buenos Aires, el puerto más rico de la época. ¿Qué hubiera pasado hoy?
Los choznos coinciden en que vivimos épocas con tantas miserias como la de 1810, pero con un sentido del honor muy lejano al Ideario de Mayo.
“Falta humildad, renunciamiento, entrega a la Patria”, dice Cristina Moreno. “Ellos financiaron con su propio patrimonio el nacimiento de nuestro país”, agrega Susana Rosas y Belgrano, descendiente directa de Pedro, el hijo que Manuel Belgrano tuvo con María Josefa Escurra (hermana de Encarnación) y que fue criado por su tío Juan Manuel de Rosas.
Eran gente común y valiente.
“Belgrano amenazó a Cisneros con sacar las tropas a la calle si no se retiraba del Cabildo”, dice Mario Passo, con la S de más que tenía originalmente el apellido de Juan José Paso. “Matheu anuló el tributo que pagaban los pueblos originarios a la Casa Real yel decreto lo hizo publicar en quechua”, agrega González Frattine. Paso, como secretario de Hacienda de la Junta,no largó un peso que considerara innecesario. “Ni siquiera dio permiso para instalar una fuente en la Plaza de Mayo”, cuenta Mario.
Las anécdotas familiares estánmás cerca de la carne que del bronce. “Mariano Moreno había viajado a Jujuy para ordenarse sacerdote; en una visita a la casa del Diácono vio el retrato de una chica de 15 años y quedó tan prendado de su belleza que pidió conocerla. La trajeron del Convento, porque también iba a seguir la carrera religiosa.
Volvieron a Buenos Aires casados y con un hijo, mi tatarabuelo”, cuenta Cristina con el mismo perfil que Mariano y al lado de la mesa en la que juró defender a la Patria en la Primera Junta de Gobierno.
Marcelo White Pueyrredón, descendiente de Cornelio Saavedra por su familia materna y de Juan Martín de Pueyrredón por rama paterna, aclara que sus antepasadostenían otro concepto de la función pública. “No buscaban enriquecerse, al contrario: lo poco o mucho que tenían terminaba financiando a las milicias, pagando armamentos y hospitales de campaña.
Todos murieron en la pobreza o con un despojo muy grande”. A pesar de que su familia había sido una de las más acaudaladas de Buenos Aires Belgrano pagó, en su lecho de muerte, con su reloj los últimos honorarios de su médico. La casa en la que murió hoy es una torre de departamentos.
Un signo de otros tiempos.
Dos siglos y tres años después, un Saavedra, un Paso, un Matheu, una Belgrano y una Moreno toman un café sentados en el camino que debieron hacer sus “tátara-tátarabuelos” para llegar al Fuerte. Sonchoznos: hijos de los tataranietos, laquinta generación de la camada de hombres que fundó el país. Forman parte de la Asociación Fundadores de la Patria, una ONG que reúne descendientes de próceres, y que se encarga demantener viva su memoriadando charlas y organizando actividades educativas.
Para todos haber crecido conel manual de la escuela como álbum familiarsumó más de lo que restó. “Nunca usé ni usufructué el apellido Matheu”, cuenta Roberto González Frattine, hijo de la tataranieta de Domingo. El honor familiar puede dar testimonio. Domingo Matheu era un marino mercante catalán que a los 26 años decidió probar suerte en el Virreinato del Río de la Plata. Con su casa de consignaciones porteña amasó una de las fortunas más prominentes de Buenos Aires. Cuando se retiró a la vida privada, después de una larga carrera política,había perdido dos tercios de sus riquezas. En todos los cargos públicos que ocupórenunció a su sueldo. Uno de los últimos fue el de presidente de la Comisión de Aduanas, con control sobre las transacciones de Buenos Aires, el puerto más rico de la época. ¿Qué hubiera pasado hoy?
Los choznos coinciden en que vivimos épocas con tantas miserias como la de 1810, pero con un sentido del honor muy lejano al Ideario de Mayo.
“Falta humildad, renunciamiento, entrega a la Patria”, dice Cristina Moreno. “Ellos financiaron con su propio patrimonio el nacimiento de nuestro país”, agrega Susana Rosas y Belgrano, descendiente directa de Pedro, el hijo que Manuel Belgrano tuvo con María Josefa Escurra (hermana de Encarnación) y que fue criado por su tío Juan Manuel de Rosas.
Eran gente común y valiente.
“Belgrano amenazó a Cisneros con sacar las tropas a la calle si no se retiraba del Cabildo”, dice Mario Passo, con la S de más que tenía originalmente el apellido de Juan José Paso. “Matheu anuló el tributo que pagaban los pueblos originarios a la Casa Real yel decreto lo hizo publicar en quechua”, agrega González Frattine. Paso, como secretario de Hacienda de la Junta,no largó un peso que considerara innecesario. “Ni siquiera dio permiso para instalar una fuente en la Plaza de Mayo”, cuenta Mario.
Las anécdotas familiares estánmás cerca de la carne que del bronce. “Mariano Moreno había viajado a Jujuy para ordenarse sacerdote; en una visita a la casa del Diácono vio el retrato de una chica de 15 años y quedó tan prendado de su belleza que pidió conocerla. La trajeron del Convento, porque también iba a seguir la carrera religiosa.
Volvieron a Buenos Aires casados y con un hijo, mi tatarabuelo”, cuenta Cristina con el mismo perfil que Mariano y al lado de la mesa en la que juró defender a la Patria en la Primera Junta de Gobierno.
Marcelo White Pueyrredón, descendiente de Cornelio Saavedra por su familia materna y de Juan Martín de Pueyrredón por rama paterna, aclara que sus antepasadostenían otro concepto de la función pública. “No buscaban enriquecerse, al contrario: lo poco o mucho que tenían terminaba financiando a las milicias, pagando armamentos y hospitales de campaña.
Todos murieron en la pobreza o con un despojo muy grande”. A pesar de que su familia había sido una de las más acaudaladas de Buenos Aires Belgrano pagó, en su lecho de muerte, con su reloj los últimos honorarios de su médico. La casa en la que murió hoy es una torre de departamentos.
Un signo de otros tiempos.