Por Juan Matias De Lucchi *
En el transcurso del alargue, el juez cobró penal para el conjunto de los buitres y el problema de la “deuda externa” ha vuelto a colocarse entre los temas más relevantes de la agenda económica nacional. Aunque esta vez el poderoso complejo judicialfinanciero que enfrenta la Argentina pareciera manifestarse por estos días con mayor nitidez que en el pasado, el tema no deja de ser un problema de balanza de pagos en el plano económico.
Hasta hace algún tiempo, independientemente de los confundidos de siempre que suman peras con manzanas (aquellos analistas que mezclan la denominación monetaria y los acreedores de la deuda pública y no entienden que el Estado no quiebra en su propia moneda) parecía haber cierto consenso entre economistas de que el problema histórico de la deuda había sido superado. A partir de esta premisa, algunos llamaban a la profundización del desendeudamiento y otros al reendeudamiento ya que, según éstos, una vez saneadas las cuentas externas era hora de volver a conversar con los mercados.
Por ello, a la luz de los acontecimientos recientes, cualquier desprevenido podría preguntarse cómo es que pasamos de un plumazo de estar “desendeudados” al riesgo inminente de default.
El desendeudamiento regional de la última década estuvo asociado a una combinación de factores internacionales y de política económica doméstica: a) el fuerte mejoramiento de los términos de intercambio; b) las entradas netas de capitales en busca de rendimientos atractivos (en un contexto internacional de tasas de interés próximas a cero luego de la crisis financiera de 2008); y c) los regímenes cambiarios de flotación administrada contribuyeron a la acumulación de reservas internacionales y desendeudamiento en moneda extranjera. Exceptuando el punto b, por sus persistentes diferenciales de rendimientos negativos, y, por supuesto, exceptuando la particularidad de la restructuración de su deuda, la Argentina ha sido parte del mismo proceso regional, experimentando un marcado desendeudamiento en moneda extranjera.
Según datos oficiales, mientras que en 2003 la deuda pública neta (con privados y organismos multilaterales y bilaterales) en moneda extranjera como porcentaje del PBI ascendía a 105 por ciento, al 30 de septiembre de 2013 (últimos datos disponibles) se redujo al 15,1 por ciento. Pareciera ser cierto entonces que el problema de la deuda habría sido superado. Sin embargo, este indicador tiene problemas conceptuales porque a los acreedores no se les paga con PBI, sino con divisas. Por ello, construyendo un indicador más consistente, aquella deuda como porcentaje de las reservas internacionales que ascendía a 961 por ciento en 2003 se reducía al 233 por ciento (tomando los datos de reservas de mayo de 2014). Como se ve, una “insignificante” deuda del 15,1 por ciento del PBI representa al mismo tiempo el 233 por ciento de las reservas disponibles o de nuestra capacidad inmediata de pago. Asimismo, si incorporamos los cupones PBI en moneda extranjera en manos de privados (13.500 millones de dólares), los acuerdos con Repsol (5000 millones) y el Club de París (10.000 millones) ya tenemos compromisos que ascienden al 334 por ciento de las reservas. Note también que el 25 por ciento de las reservas están conformadas por reservas bancarias, que son un pasivo del BCRA. O sea, debemos más de tres veces y media las reservas del país, sin considerar las consecuencias que implicaría acatar el fallo probuitre de la Justicia norteamericana (que podría derivar en unos 15.000 millones más).
Tal vez poco importe en este momento, pero el punto aquí a destacar es que, a pesar del exitoso proceso de desendeudamiento, la Argentina nunca logró superar completamente el problema de la deuda. Como decía en el documento de trabajo Nº 53 publicado recientemente por el CefidaAr, “Macroeconomía de la deuda pública. El desendeudamiento argentino (20032012)”, “todavía los niveles, y ya no las tasas de decrecimiento de los ratios de deuda pública, continúan siendo significativos”. Ahora, a una situación que nunca dejó de ser comprometida, se suma la amenaza judicial. El año que viene tenemos vencimientos de capital e intereses de aproxidamente 13.000 millones de dólares, en un contexto de precios de default. El resultado es incierto, como toda definición por penales.
* Investigador Cefid-Ar.