La reunión del Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo, Vital y Móvil del 25 de julio de 2013 tiene una importancia difícil de exagerar. Marca, ni más ni menos, el décimo año consecutivo de convocatoria al organismo tripartito, es decir con representación del Estado y las organizaciones de trabajadores y empresarios. Su función es establecer el salario mínimo para todos los trabajadores del sector privado y la Administración Pública Nacional, y diseñar posibles agendas para la discusión de cuestiones laborales y económico-sociales. El Consejo de Salario es una de las instituciones clave en el marco de la restauración de distintas instancias generales de Diálogo Social tripartito desde 2003, entre otras como la Comisión Nacional de Trabajo Agrario, la Paritaria Nacional Docente y los Consejos Sectoriales de Formación Profesional. El Consejo de Salario, en particular, y la negociación colectiva de actividad ha cobrado una densidad inédita durante la Argentina kirchnerista por una serie de razones:
– Las primeras versiones del Consejo de Salario Mínimo durante los gobiernos de Illia y Alfonsín fueron efímeras. En los años 90 hubo sólo una reunión. Es la primera vez en la historia argentina en que el Consejo de Salario Mínimo funciona ininterrumpidamente durante diez años.
– Argentina es el único país latinoamericano en donde se registra una puja distributiva real, en el marco de la autonomía de los actores sociales, en un Consejo de Salario para establecer el ingreso mínimo legal. En Brasil y Chile, por ejemplo, la fijación del salario mínimo es administrativa. Es evidente que la institucionalización de un mecanismo tripartito con presencia de las centrales sindicales mayoritarias potencia la capacidad de demanda del movimiento obrero frente al Estado y los empleadores.
– El salario mínimo aumentó un 1338 por ciento entre 2002 y 2012, muy por encima de cualquier medición de la inflación. Considerando el último aumento, el salario mínimo en Argentina es, medido en dólares corrientes, alrededor de un 74 por ciento superior al de Chile, un 121 por ciento mayor que el de Brasil, y casi cuadruplica el que rige en México.
– Es sabido que el salario mínimo en Argentina impacta en forma directa en un número reducido de trabajadores. La función esencial del aumento del salario mínimo es servir a la vez de límite legal inferior, e impulso, para los convenios colectivos que tienen salarios más bajos. Al mismo tiempo, y centralmente, se ha demostrado que es la determinación salarial que más impacta en los salarios de los trabajadores no registrados, especialmente en aquellos que trabajan en empresas registradas.
Las precondiciones para que el Diálogo Social haya funcionado por diez años en Argentina (mientras se cae a pedazos en su vieja cuna europea) son las mismas que en cualquier lugar del mundo: un gobierno de base popular comprometido en promoverlo, una política económica que empuja la demanda agregada, y un movimiento sindical que recobró fuerza después del neoliberalismo. Es claro que ante la ausencia de estas tres condiciones, el poder económico preferiría volver a los años 90 del salario mínimo clavado en 200 pesos y ninguna forma colectiva de determinación salarial efectiva en los hechos. Mientras tanto, los medios hegemónicos y la oposición de centro y derecha insisten con el latiguillo del autoritarismo y la falta de diálogo.
* Politólogo.
– Las primeras versiones del Consejo de Salario Mínimo durante los gobiernos de Illia y Alfonsín fueron efímeras. En los años 90 hubo sólo una reunión. Es la primera vez en la historia argentina en que el Consejo de Salario Mínimo funciona ininterrumpidamente durante diez años.
– Argentina es el único país latinoamericano en donde se registra una puja distributiva real, en el marco de la autonomía de los actores sociales, en un Consejo de Salario para establecer el ingreso mínimo legal. En Brasil y Chile, por ejemplo, la fijación del salario mínimo es administrativa. Es evidente que la institucionalización de un mecanismo tripartito con presencia de las centrales sindicales mayoritarias potencia la capacidad de demanda del movimiento obrero frente al Estado y los empleadores.
– El salario mínimo aumentó un 1338 por ciento entre 2002 y 2012, muy por encima de cualquier medición de la inflación. Considerando el último aumento, el salario mínimo en Argentina es, medido en dólares corrientes, alrededor de un 74 por ciento superior al de Chile, un 121 por ciento mayor que el de Brasil, y casi cuadruplica el que rige en México.
– Es sabido que el salario mínimo en Argentina impacta en forma directa en un número reducido de trabajadores. La función esencial del aumento del salario mínimo es servir a la vez de límite legal inferior, e impulso, para los convenios colectivos que tienen salarios más bajos. Al mismo tiempo, y centralmente, se ha demostrado que es la determinación salarial que más impacta en los salarios de los trabajadores no registrados, especialmente en aquellos que trabajan en empresas registradas.
Las precondiciones para que el Diálogo Social haya funcionado por diez años en Argentina (mientras se cae a pedazos en su vieja cuna europea) son las mismas que en cualquier lugar del mundo: un gobierno de base popular comprometido en promoverlo, una política económica que empuja la demanda agregada, y un movimiento sindical que recobró fuerza después del neoliberalismo. Es claro que ante la ausencia de estas tres condiciones, el poder económico preferiría volver a los años 90 del salario mínimo clavado en 200 pesos y ninguna forma colectiva de determinación salarial efectiva en los hechos. Mientras tanto, los medios hegemónicos y la oposición de centro y derecha insisten con el latiguillo del autoritarismo y la falta de diálogo.
* Politólogo.