TRAS EL ANUNCIO, LA MONEDA REGISTRÓ SU MAYOR RETROCESO EN MÁS DE UN AÑO HASTA LAS 1,5595 UNIDADES
28-07-1100:00 El impuesto funcionará como un peaje para los especuladores. Se aplicará en los mercados de futuros y derivados. Analistas exigen medidas más estructurales
La esperanza es lo último que se pierde, dicen. Y así parece entenderlo el Gobierno de Brasil que no se cansa de anunciar medidas que apuntan a frenar la espectacular fortaleza de su moneda
(ubicada nada menos que en máximos de 12 años). El gabinete de Dilma Rousseff ya venía amenazando hace unas semanas con un nuevo impuesto ,que ayer finalmente se decidió a poner en marcha, para calmar el insaciable apetito de inversores externos por activos de su país.
En esta línea, el ministro de Hacienda, Guido Mantega, anunció una mayor regulación del mercado de futuros y derivados, además del cobro de un impuesto sobre operaciones especulativas. En concreto, se informó sobre la creación de un impuesto del 1% sobre las operaciones de cambio futuro de los bancos, cuando las operaciones de venta de dólares superen a las de compra en u$s 10 millones. Mantega explicó que se establece el cobro de un impuesto sobre operaciones financieras (IOF) cuando la posición de venta supere la posición de compra, con la intención de limitar las prácticas especulativas. Según el ministro el impuesto funcionará como una especie de peaje para los especuladores: vamos a quitar parte de la rentabilidad de la operación, reduciendo el margen de ganancia. Esperamos que ello logre frenar la apreciación del real, o entonces que haya una devaluación.
Además, el gobierno dictó una medida provisional que autoriza el Consejo Monetario Nacional a definir normas específicas para las negociaciones en el mercado de derivados y permite imponer tributos por hasta un 25% sobre las operaciones en ese sector. Según Mantega, esas disposiciones buscan desestimular las especulaciones con el cambio realizadas por fondos de inversión, evitando los errores que, a su juicio, fueron practicados por Estados Unidos y llevaron al estallido de la crisis financiera internacional en 2008. Desde ese entonces, varios países trataron de aumentar la regulación sobre el mercado de derivados, impidiendo posiciones especulativas excesivas, explicó.
Las nuevas medidas de la administración fueron anunciadas en momentos en que la cotización del dólar en Brasil se encuentra en su valor más bajo desde enero de 1999, al cerrar el martes en 1,5350 reales, lo que agudiza la preocupación de los industriales brasileños, que ven disminuir la competitividad de sus productos en el exterior.
Pero el anuncio de ayer surtió efecto, al menos en el corto plazo. Tras la comunicación oficial, el real registró su mayor debilitamiento en más de un año al depreciarse un 1,35% hasta las 1,5595 unidades por dólar.
No obstante, en el mercado no están conformes y son muchos los analistas que afirman que la única manera de que el país pueda enfrentar seriamente la apreciación de la moneda y la avalancha de capitales que alimenta su fortaleza es a través de reformas estructurales que allanen el camino a menores tasas de interés.
Los esfuerzos del Gobierno durante el último año por frenar la valorización de su moneda han sido en su mayoría graduales y los inversores han seguido inyectando dinero en el país, alentados por la tasa más alta entre las grandes economías (12,5% anual) y el grado de inversión de Brasil.
Pese a ello, el banco central de Brasil ha priorizado la lucha contra la inflación, que se ubica por encima del target de la entidad, y ya ha subido el costo del dinero en cinco oportunidades este año, fogoneando el atractivo del real. Aunque una pausa estaría a la vuelta de la esquina.
28-07-1100:00 El impuesto funcionará como un peaje para los especuladores. Se aplicará en los mercados de futuros y derivados. Analistas exigen medidas más estructurales
La esperanza es lo último que se pierde, dicen. Y así parece entenderlo el Gobierno de Brasil que no se cansa de anunciar medidas que apuntan a frenar la espectacular fortaleza de su moneda
(ubicada nada menos que en máximos de 12 años). El gabinete de Dilma Rousseff ya venía amenazando hace unas semanas con un nuevo impuesto ,que ayer finalmente se decidió a poner en marcha, para calmar el insaciable apetito de inversores externos por activos de su país.
En esta línea, el ministro de Hacienda, Guido Mantega, anunció una mayor regulación del mercado de futuros y derivados, además del cobro de un impuesto sobre operaciones especulativas. En concreto, se informó sobre la creación de un impuesto del 1% sobre las operaciones de cambio futuro de los bancos, cuando las operaciones de venta de dólares superen a las de compra en u$s 10 millones. Mantega explicó que se establece el cobro de un impuesto sobre operaciones financieras (IOF) cuando la posición de venta supere la posición de compra, con la intención de limitar las prácticas especulativas. Según el ministro el impuesto funcionará como una especie de peaje para los especuladores: vamos a quitar parte de la rentabilidad de la operación, reduciendo el margen de ganancia. Esperamos que ello logre frenar la apreciación del real, o entonces que haya una devaluación.
Además, el gobierno dictó una medida provisional que autoriza el Consejo Monetario Nacional a definir normas específicas para las negociaciones en el mercado de derivados y permite imponer tributos por hasta un 25% sobre las operaciones en ese sector. Según Mantega, esas disposiciones buscan desestimular las especulaciones con el cambio realizadas por fondos de inversión, evitando los errores que, a su juicio, fueron practicados por Estados Unidos y llevaron al estallido de la crisis financiera internacional en 2008. Desde ese entonces, varios países trataron de aumentar la regulación sobre el mercado de derivados, impidiendo posiciones especulativas excesivas, explicó.
Las nuevas medidas de la administración fueron anunciadas en momentos en que la cotización del dólar en Brasil se encuentra en su valor más bajo desde enero de 1999, al cerrar el martes en 1,5350 reales, lo que agudiza la preocupación de los industriales brasileños, que ven disminuir la competitividad de sus productos en el exterior.
Pero el anuncio de ayer surtió efecto, al menos en el corto plazo. Tras la comunicación oficial, el real registró su mayor debilitamiento en más de un año al depreciarse un 1,35% hasta las 1,5595 unidades por dólar.
No obstante, en el mercado no están conformes y son muchos los analistas que afirman que la única manera de que el país pueda enfrentar seriamente la apreciación de la moneda y la avalancha de capitales que alimenta su fortaleza es a través de reformas estructurales que allanen el camino a menores tasas de interés.
Los esfuerzos del Gobierno durante el último año por frenar la valorización de su moneda han sido en su mayoría graduales y los inversores han seguido inyectando dinero en el país, alentados por la tasa más alta entre las grandes economías (12,5% anual) y el grado de inversión de Brasil.
Pese a ello, el banco central de Brasil ha priorizado la lucha contra la inflación, que se ubica por encima del target de la entidad, y ya ha subido el costo del dinero en cinco oportunidades este año, fogoneando el atractivo del real. Aunque una pausa estaría a la vuelta de la esquina.