Duró apenas 48 horas la valentía de los empresarios contra el Gobierno

Toda una noticia, y saludable, por cierto, que los empresarios más influyentes de la Argentina hayan decidido, al fin, expresar públicamente cuál es modelo de país con que sueñan para potenciar las inversiones y salir de la pobreza cada vez más desgarradora.
Lo que será interesante discernir en las próximas semanas y meses, es si la jugada del flamante Foro de Convergencia Empresaria es una iniciativa apenas para cumplir con las conciencias frente al desastre de la hora; o si realmente los empresarios y productores que viven en la Argentina están dispuestos con hechos y acciones cotidianas a defender los incuestionables principios que proclamaron para el país en el documento dado a conocer esta semana, las Bases para la formulación de políticas de Estado.
La primera prueba del largo camino que parece haber comenzado llegó rápido. Apenas a 24hs de lanzado el documento. El Gobierno naturalmente interpretó mal el pronunciamiento. De inmediato Jorge Capitanich volvió contra las empresas acusándolas de subir los precios, en tanto que desde los sectores de la izquierda oficialista, con el ministerio de Economía a la cabeza, se calificó la proclama como la operación de un sector del empresariado que le exige a este gobierno y a los que pudieran sucederlo una suerte de retorno al neoliberalismo y los 90. Para estos cristinistas jacobinos, las corporaciones quieren volver a imponerse sobre la política. Cristina, más prudente, explicó que se trata de la prensa que busca enfrentar al empresariado con el Gobierno. El peronismo se llamó a silencio, lo mismo que el titular del Banco Central. Tampoco hubo mayores comentarios favorables al documento empresario entre los principales referentes de la oposición. Como si estar cerca del poder económico fuera pianta votos.
Lo concreto es que dos días después los referentes empresarios volvieron a retroceder. No hubo dueños de empresas argentinas defendiendo la parada en los medios de comunicación, todos se llamaron a silencio, y rápidamente se activaron encuentros privados entre hombres de negocios y funcionarios para aclarar que no hay enfrentamientos. Ayer fue casi ovacionado Jorge Capitanich en el almuerzo del Cycyp en el Alvear, y se confirmó la cumbre para la próxima semana entre AxelKiciloff, todo su equipo y la cúpula de la Unión Industrial Argentina. Es tal la preocupación de los empresarios por no malquistarse con la Casa Rosada, que muchos ni siquiera están dispuestos a participar personalmente del Foro de Convergencia, y adhieren solamente a través de sus cámaras. Para cumplir, nada más.
Interesa también preguntarse cuánto de verdad están dispuestas las empresas y los empresarios a realizar desde ahora para tratar de convencer al país de sus ideas. Sobre todo a la opinión pública y a la dirigencia política, que hace más de 15 años recibe mensajes en los medios generalmente contra las empresas, contra la libertad económica y contra el sector privado. La ensoñación, desde fines de los 90, es el Estado, no el Mercado.
El documento que se conoció el pasado lunes luce verdaderamente impecable. En el enfoque institucional, se adhiere al sistema republicano, se reclama el respeto a la propiedad privada, a la división de los poderes y a la libertad de prensa. En detalle se promueve la sanción de una nueva Ley de Coparticipación como manda la Constitución de 1994 y que se institucionalice el plebiscito. En alguno de estos renglones, las empresas están en falta. Salvo honrosas excepciones, en estos años no se conocen denuncias públicas o judiciales de empresas contra prácticas del Gobierno que hayan vulnerado los derechos de propiedad.
Al mismo tiempo las empresas, en general, se han desentendido estos años de su importancia en la garantía de la libertad de prensa. Los medios mayormente hoy sobreviven gracias a la publicidad estatal (Nación, provincias y municipios) dado que el sector privado se fue retirando como avisador. En muchos casos notorios, además, sectores empresarios fueron cómplices del gobierno en el ahogo económico a los medios independientes. Las principales empresas utilizan a los medios masivos para promocionar sus productos y los grandes presupuestos publicitarios atienden exclusivamente las reglas del marketing. No destinan presupuesto significativo a promover el periodismo libre en diarios, radios o espacios independientes de televisión. Es una decisión que solo pueden adoptar los dueños o los presidentes de compañías. Pero no lo hacen, pese a que ni siquiera supone mayores costos en promoción y publicidad. Y aceptan una realidad que hace décadas se verifica: se habla bastante mal de las empresas en los espacios más populares de radio y TV. En estos años de la década ganada, incluso, se asciende en los medios a medida que se habla mal de las empresas y muy bien del Estado. Basta prender la tele para verificarlo.
Definitivamente es destacable la claridad empresaria en la propuesta económica del documento reciente: combatir la inflación, promover la inversión privada, respetar la libertad de precios y de comercio, bajar los impuestos, crear las condiciones para que haya inversión privada en infraestructura, eliminar los controles cambiarios y apoyar las exportaciones. En este punto es poco lo que puede cuestionarse al mundo de negocios. Está claro que se aceptó estos años convivir con el autoritarismo económico frente a un Gobierno que toma represalias contra los críticos; aunque la incomodidad quedó compensada en la medida en que el consumo interno y el crecimiento global mejoraron la renta y el valor de las compañías. También los bonus de sus ejecutivos que debieron soportar las vejaciones. A diferencia del default que sí protagonizaron en cuestiones institucionales y de valores, el fracaso económico de estos años en verdad no se lo puede anotar en la cuenta de los empresarios. La catástrofe fue la política económica
Donde mejor quedaron parados los hombres del Foro de Convergencia fue posiblemente en el abordaje de los temas sociales. Es cierto que el documento no opina sobre los planes sociales (algo tibio aquí), pero resalta muy bien que la inclusión social pasa por mejorar la educación y el empleo. Y en este punto las empresas han sido y son muy activas. Promueve la construcción de viviendas y saneamiento, y alerta con gran realismo sobre la necesidad de discutir una reforma integral del sistema de salud, aunque luego todos dejan solas a las prepagas y obras sociales cuando las va fundiendo el Gobierno con el control de precios. Finalmente el capí tulo social pone el ojo en el único y verdadero drama de la argentina del momento: la brutal inseguridad y el crecimiento exponencial del narcotráfico en el país. Curioso: Lo que más preocupa otra vez quedó para el final.

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