Alejandro Bercovich
La manipulación de precios de transferencia por parte de las multinacionales es un clásico de la contabilidad creativa para eludir impuestos y suele crecer en épocas de control de cambios para fugar divisas, pero la informatización de las aduanas y el cruce de datos entre países hizo más fácil detectarla. Por eso, y en base a informes de los principales socios comerciales del país, en el Ministerio de Economía calculan que las grandes compañías que administran el grueso del comercio exterior argentino retiraron por esta vía al extranjero unos 500 millones de dólares en los últimos tres años. La nueva Unidad de Seguimiento y Trazabilidad de las Operaciones de Comercio Exterior -que tomará atribuciones hasta ahora reservadas exclusivamente a la AFIP- apunta a recuperar ese dinero para las reservas y también a evitar que las empresas absorban una renta extraordinaria gracias a la brecha entre el tipo de cambio oficial y el dólar transferencia o contado con liqui, al que deben acudir las que no dibujan importaciones inexistentes ni esconden exportaciones para no liquidar sus cobros en la plaza local.
Los 500 millones, en rigor, son un cálculo conservador. Sólo Procter&Gamble, la primera de las acusadas por el Gobierno de apelar a “planificaciones fiscales nocivas” para evadir impuestos y regulaciones cambiarias, habría facturado u$s138 millones de más por los embarques ingresados al país desde 2011. Según fuentes oficiales, la maniobra se comprobó con al menos otra docena de empresas. En todos los casos se certificaron diferencias entre los valores de los embarques informados en sus puertos de salida y los registrados en la aduana argentina.
La creación de una unidad especial para combatir la sobrefacturación de importaciones y la subfacturación de exportaciones estaba en los planes del equipo económico desde principios de mes, tal como se informó en el Panorama Semanal de BAE Negocios del 7 de noviembre. En adelante, las multinacionales no serán controladas sólo por Ricardo Echegaray sino por una task force especial, parecida a la que descubrió las primeras maniobras.
La manipulación de precios de transferencia por parte de las multinacionales es un clásico de la contabilidad creativa para eludir impuestos y suele crecer en épocas de control de cambios para fugar divisas, pero la informatización de las aduanas y el cruce de datos entre países hizo más fácil detectarla. Por eso, y en base a informes de los principales socios comerciales del país, en el Ministerio de Economía calculan que las grandes compañías que administran el grueso del comercio exterior argentino retiraron por esta vía al extranjero unos 500 millones de dólares en los últimos tres años. La nueva Unidad de Seguimiento y Trazabilidad de las Operaciones de Comercio Exterior -que tomará atribuciones hasta ahora reservadas exclusivamente a la AFIP- apunta a recuperar ese dinero para las reservas y también a evitar que las empresas absorban una renta extraordinaria gracias a la brecha entre el tipo de cambio oficial y el dólar transferencia o contado con liqui, al que deben acudir las que no dibujan importaciones inexistentes ni esconden exportaciones para no liquidar sus cobros en la plaza local.
Los 500 millones, en rigor, son un cálculo conservador. Sólo Procter&Gamble, la primera de las acusadas por el Gobierno de apelar a “planificaciones fiscales nocivas” para evadir impuestos y regulaciones cambiarias, habría facturado u$s138 millones de más por los embarques ingresados al país desde 2011. Según fuentes oficiales, la maniobra se comprobó con al menos otra docena de empresas. En todos los casos se certificaron diferencias entre los valores de los embarques informados en sus puertos de salida y los registrados en la aduana argentina.
La creación de una unidad especial para combatir la sobrefacturación de importaciones y la subfacturación de exportaciones estaba en los planes del equipo económico desde principios de mes, tal como se informó en el Panorama Semanal de BAE Negocios del 7 de noviembre. En adelante, las multinacionales no serán controladas sólo por Ricardo Echegaray sino por una task force especial, parecida a la que descubrió las primeras maniobras.