Eduardo Galeano cumplió un rol fundamental para por lo menos 4 generaciones de latinoamericanos. La del 70, la del 80 la del 90 y la actual. Fue un maestro formador que acercó la historia de un continente, generalmente trágica, a un mar de fueguitos como el lo denominaba. Fue un portal para conocer donde estamos parados y adentrarse en otros mundos. Contó la historia, como la cuentan tantos, pero lo hizo de una forma poética y llegadora que le dio un lugar particular en la galería de maestros de nuestra historia. Su libro más conocido y comentado, fue Las venas abiertas de América Latina en donde desde el título ya nos contaba que había un espacio que existía por sobre los países llamado América Latina y que su historia no era precisamente feliz. Se había tomado el laburo de recopilar información de cada uno de los lugares de América para generar un conocimiento propio, para marcar el camino de la integración. Hizo ese esfuerzo en conocer las diferentes realidades para mostrar que no eran tan diferentes. Fue, como otros grandes orientales como Methol Ferré, un predicador de la integración latinoamericana.
Seguirá siendo puerta de entrada a la historia del continente para tantos jóvenes que hoy y mañana y pasado mañana quieran saber qué pasó en el lugar que habitan.
Gracias Galeano. Seguimos ese camino.
Seguirá siendo puerta de entrada a la historia del continente para tantos jóvenes que hoy y mañana y pasado mañana quieran saber qué pasó en el lugar que habitan.
Gracias Galeano. Seguimos ese camino.