La eficiacia de las alocuciones públicas de Cristina Fernández de Kirchner es una de las pocas cosas en las que oficialistas y opositores coinciden. Basados en videos que la muestran en acción, diferentes institutos y universidades dictan cursos a ejecutivos de alto rango para enseñarles a perder el miedo a la exposición y lograr transmitir sus mensajes con éxito. Expertos en comunicación y análisis del discurso coinciden: la Presidenta apela, indica, argumenta y convence con firmeza, y hasta usa la emoción con naturalidad.
Por Virginia Mejia
24/12/11 – 02:50
Emocion. Las referencias a Néstor Kirchner logran quebrar el discurso firme de la Presidenta. A través de ellas mantiene el vínculo con el auditorio.
Jamás lee un discurso, no se olvida lo que está por decir y nunca le tiembla la voz o genera bostezos entre su auditorio. Más bien todo lo contrario: de acuerdo con el manual De Oratore del célebre Tulio César Cicerón, Cristina Fernández de Kirchner cumple como pocos con las reglas del “ars bene dicendi”, el arte del bien decir o de hablar en público.
Con una extensa carrera política y cientos de discursos en su haber, la Presidenta es considerada uno de los líderes mundiales que más eficazmente utilizan las técnicas de comunicación humana tanto en tierra propia como en rodeo ajeno.
Los movimientos de sus manos, del pelo, su afilada mirada, las bromas y los ojos llenos de lágrimas cuando recuerda al ex presidente Néstor Kirchner generaron una impronta personal plagada de recursos dramáticos. Sin lugar a dudas, su estilo fue perfeccionándose a través del tiempo, aseguran los especialistas.
Pero no sólo en la política el poder de persuadir con la palabra es clave. En el álgido mundo de los números y los negocios crece la tendencia de los ejecutivos a asesorarse con coachs expertos en comunicación que la toman como ejemplo a seguir.
Los cursos se dictan también en universidades e institutos, y buscan que los directivos superen dificultades como el pánico escénico, las lagunas mentales y tics que denotan ansiedad, como aferrarse fuertemente al púlpito, al micrófono, o a los papeles.
Luego de proyectar breves fragmentos de discursos de Evita, Juan Perón, John F. Kennedy o la ex primera mandataria chilena Michelle Bachelet, los instructores detienen la cinta en la mandataria argentina y enumeran los rasgos singulares de su retórica.
El método comenzó a aplicarse recientemente en algunas compañías automotrices, empresas vinculadas con la industria de la alimentación, laboratorios, redes de gimnasios, y compañías de telecomunicaciones. Luego de ver las escenas los alumnos intentan imitar determinadas características de un líder que les sea cercano o familiar.
“En las capacitaciones se menciona a la Presidenta y se la toma como ejemplo ya que, además de usar perfectamente los recursos, habla con convicción y sensibilidad”, reveló el empresario Fernando Storchi, director de la red de gimnasios Megatlón luego de asistir a clases de retórica. “Ella dice todo con mucho sentimiento y persuasión, cuenta anécdotas personales y por eso llega a todos los sectores. Creo que algunos empresarios deberían tener un discurso auténtico como ella”, agrega.
Para Marcela Gola, titular del programa de Comunicación Efectiva y Oratoria de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella, el objetivo de mostrar a la mandataria hablando es que los alumnos entiendan que “ella no improvisa. Es exitosa porque sigue al pie de la letra las reglas del discurso. Demuestra haber recibido algún tipo de entrenamiento, ya que los cambios que hizo son notables”.
Desde Ilvem, tradicional instituto que ofrece cursos dirigidos a ejecutivos, su director, Horacio Krell, asegura que CFK cumple correctamente con los tres elementos funcionales de la retórica: “Posee las características propias de una buena oradora: la voz, el tono y los movimientos del cuerpo. Tiene un mensaje organizado que denota estrategia y calidad. Y, finalmente, un auditorio al cual logra cautivar gracias a que adapta sus palabras a la circunstancia”.
Contenidos. “No hay nada tan increíble que la oratoria no pueda volverlo aceptable” (De Oratore, Marco Tulio Cicerón. Si bien en un mensaje el 85 por ciento de lo que se transmite corresponde al lenguaje no verbal, aquello que se dice –o se omite– es más que relevante. Para el escritor y semiólogo de la Universidad de Buenos Aires Oscar Steimberg, la Presidenta “es una gran oradora que tiene un estilo que la diferencia y en el cual hay una voluntad de construir una proposición conceptual abarcativa. Su estilo es eficaz”. Para el experto, “La manera en la que hila las frases implica tensión discursiva y da lugar al componente emotivo en la medida en que es visible el esfuerzo por el mantenimiento del vínculo con el auditorio”. El humor “también es un rasgo de su estilo”.
¿Es posible hablar de un discurso “cristinista”, superador incluso del propio discurso peronista? Para el semiólogo, “esto es imposible, ya que el peronismo nunca tuvo un solo discurso. Perón tuvo más de un discurso. En Evita había una primacía del énfasis. Cristina es tan particular que no se pueden establecer similitudes”.
En cuanto a la estructuración del contenido, en las clases privadas los instructores explican que, si bien utiliza gran cantidad de recursos, sigue de cerca el orden de la retórica clásica: primero exhorta y persuade, luego da paso a la narración y argumentación, y finalmente recapitula lo dicho con apelaciones al auditorio. “Jamás lee lo que va a decir, mantiene el feedback, logra que el auditorio esté atento y se la ve muy concentrada. En los actos hay gente que grita, se mueve y pasan todo el tiempo cosas, pero ella nunca divaga”, asegura Krell. “La oratoria es como la frutilla del postre. No puede ser buen orador quien no tiene capacidad de leer, de escuchar y de recordar.”
Según sus diferentes biografías, desde su época de senadora acostumbraba a leer absolutamente todo y a subrayar lo que le interesaba memorizar. “No me hagan resúmenes”, solía decir a sus colaboradores. Esto es clave para comprender que “ella quiere apropiarse del discurso y por eso no le interesa que otro se lo prepare”, afirman.
Los cambios en el estilo fueron notables: “Al principio tenía un tono de barricada que la ayudó en la época de legisladora. Cuando comenzó la presidencia era muy floja en su discurso, se apoyaba en los micrófonos y hasta trastabillaba”, recuerda el director de Ilvem.
Si bien es difícil dar una fecha exacta del quiebre, para algunos estaría vinculado a la influencia que ejercieron sobre ella políticos cercanos a su entorno, como el ex jefe de Gabinete Sergio Massa y actual intendente de Tigre. “Antes era muy rígida, usaba la ironía y tenía cara de enojada. El (Massa) pudo introducir cuestiones de comunicación para que el oyente fije conceptos. Ahora usa muy bien el lenguaje no verbal. Dejó a un lado el tic de tocar los micrófonos, y nunca usa el atril o los papeles.”
Las otras. La comparación inevitable es con Evita: “Hay un estilo bastante parecido, algunos giros, formas vehementes de comunicar. Evita tenía un liderazgo muy fuerte pero en su mensaje se muestra como la mujer débil que tiene que luchar más que los hombres para conseguir las cosas”, dice la docente de la UTDT.
En las antípodas del discurso de la presidenta los especialistas ubican al de la mandataria alemana, Angela Merkel, considerado más duro, casi masculino. “Merkel o Margaret Thatcher parecen varones”, asegura Krell. Para los expertos, CFK es más parecida a Michelle Bachelet. Si bien en términos generales los maestros en comunicación consideran que el discurso de la líder argentina es adecuado, hay ciertos aspectos que le sugieren modificar, como el luto que aún sostiene.
Por Virginia Mejia
24/12/11 – 02:50
Emocion. Las referencias a Néstor Kirchner logran quebrar el discurso firme de la Presidenta. A través de ellas mantiene el vínculo con el auditorio.
Jamás lee un discurso, no se olvida lo que está por decir y nunca le tiembla la voz o genera bostezos entre su auditorio. Más bien todo lo contrario: de acuerdo con el manual De Oratore del célebre Tulio César Cicerón, Cristina Fernández de Kirchner cumple como pocos con las reglas del “ars bene dicendi”, el arte del bien decir o de hablar en público.
Con una extensa carrera política y cientos de discursos en su haber, la Presidenta es considerada uno de los líderes mundiales que más eficazmente utilizan las técnicas de comunicación humana tanto en tierra propia como en rodeo ajeno.
Los movimientos de sus manos, del pelo, su afilada mirada, las bromas y los ojos llenos de lágrimas cuando recuerda al ex presidente Néstor Kirchner generaron una impronta personal plagada de recursos dramáticos. Sin lugar a dudas, su estilo fue perfeccionándose a través del tiempo, aseguran los especialistas.
Pero no sólo en la política el poder de persuadir con la palabra es clave. En el álgido mundo de los números y los negocios crece la tendencia de los ejecutivos a asesorarse con coachs expertos en comunicación que la toman como ejemplo a seguir.
Los cursos se dictan también en universidades e institutos, y buscan que los directivos superen dificultades como el pánico escénico, las lagunas mentales y tics que denotan ansiedad, como aferrarse fuertemente al púlpito, al micrófono, o a los papeles.
Luego de proyectar breves fragmentos de discursos de Evita, Juan Perón, John F. Kennedy o la ex primera mandataria chilena Michelle Bachelet, los instructores detienen la cinta en la mandataria argentina y enumeran los rasgos singulares de su retórica.
El método comenzó a aplicarse recientemente en algunas compañías automotrices, empresas vinculadas con la industria de la alimentación, laboratorios, redes de gimnasios, y compañías de telecomunicaciones. Luego de ver las escenas los alumnos intentan imitar determinadas características de un líder que les sea cercano o familiar.
“En las capacitaciones se menciona a la Presidenta y se la toma como ejemplo ya que, además de usar perfectamente los recursos, habla con convicción y sensibilidad”, reveló el empresario Fernando Storchi, director de la red de gimnasios Megatlón luego de asistir a clases de retórica. “Ella dice todo con mucho sentimiento y persuasión, cuenta anécdotas personales y por eso llega a todos los sectores. Creo que algunos empresarios deberían tener un discurso auténtico como ella”, agrega.
Para Marcela Gola, titular del programa de Comunicación Efectiva y Oratoria de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella, el objetivo de mostrar a la mandataria hablando es que los alumnos entiendan que “ella no improvisa. Es exitosa porque sigue al pie de la letra las reglas del discurso. Demuestra haber recibido algún tipo de entrenamiento, ya que los cambios que hizo son notables”.
Desde Ilvem, tradicional instituto que ofrece cursos dirigidos a ejecutivos, su director, Horacio Krell, asegura que CFK cumple correctamente con los tres elementos funcionales de la retórica: “Posee las características propias de una buena oradora: la voz, el tono y los movimientos del cuerpo. Tiene un mensaje organizado que denota estrategia y calidad. Y, finalmente, un auditorio al cual logra cautivar gracias a que adapta sus palabras a la circunstancia”.
Contenidos. “No hay nada tan increíble que la oratoria no pueda volverlo aceptable” (De Oratore, Marco Tulio Cicerón. Si bien en un mensaje el 85 por ciento de lo que se transmite corresponde al lenguaje no verbal, aquello que se dice –o se omite– es más que relevante. Para el escritor y semiólogo de la Universidad de Buenos Aires Oscar Steimberg, la Presidenta “es una gran oradora que tiene un estilo que la diferencia y en el cual hay una voluntad de construir una proposición conceptual abarcativa. Su estilo es eficaz”. Para el experto, “La manera en la que hila las frases implica tensión discursiva y da lugar al componente emotivo en la medida en que es visible el esfuerzo por el mantenimiento del vínculo con el auditorio”. El humor “también es un rasgo de su estilo”.
¿Es posible hablar de un discurso “cristinista”, superador incluso del propio discurso peronista? Para el semiólogo, “esto es imposible, ya que el peronismo nunca tuvo un solo discurso. Perón tuvo más de un discurso. En Evita había una primacía del énfasis. Cristina es tan particular que no se pueden establecer similitudes”.
En cuanto a la estructuración del contenido, en las clases privadas los instructores explican que, si bien utiliza gran cantidad de recursos, sigue de cerca el orden de la retórica clásica: primero exhorta y persuade, luego da paso a la narración y argumentación, y finalmente recapitula lo dicho con apelaciones al auditorio. “Jamás lee lo que va a decir, mantiene el feedback, logra que el auditorio esté atento y se la ve muy concentrada. En los actos hay gente que grita, se mueve y pasan todo el tiempo cosas, pero ella nunca divaga”, asegura Krell. “La oratoria es como la frutilla del postre. No puede ser buen orador quien no tiene capacidad de leer, de escuchar y de recordar.”
Según sus diferentes biografías, desde su época de senadora acostumbraba a leer absolutamente todo y a subrayar lo que le interesaba memorizar. “No me hagan resúmenes”, solía decir a sus colaboradores. Esto es clave para comprender que “ella quiere apropiarse del discurso y por eso no le interesa que otro se lo prepare”, afirman.
Los cambios en el estilo fueron notables: “Al principio tenía un tono de barricada que la ayudó en la época de legisladora. Cuando comenzó la presidencia era muy floja en su discurso, se apoyaba en los micrófonos y hasta trastabillaba”, recuerda el director de Ilvem.
Si bien es difícil dar una fecha exacta del quiebre, para algunos estaría vinculado a la influencia que ejercieron sobre ella políticos cercanos a su entorno, como el ex jefe de Gabinete Sergio Massa y actual intendente de Tigre. “Antes era muy rígida, usaba la ironía y tenía cara de enojada. El (Massa) pudo introducir cuestiones de comunicación para que el oyente fije conceptos. Ahora usa muy bien el lenguaje no verbal. Dejó a un lado el tic de tocar los micrófonos, y nunca usa el atril o los papeles.”
Las otras. La comparación inevitable es con Evita: “Hay un estilo bastante parecido, algunos giros, formas vehementes de comunicar. Evita tenía un liderazgo muy fuerte pero en su mensaje se muestra como la mujer débil que tiene que luchar más que los hombres para conseguir las cosas”, dice la docente de la UTDT.
En las antípodas del discurso de la presidenta los especialistas ubican al de la mandataria alemana, Angela Merkel, considerado más duro, casi masculino. “Merkel o Margaret Thatcher parecen varones”, asegura Krell. Para los expertos, CFK es más parecida a Michelle Bachelet. Si bien en términos generales los maestros en comunicación consideran que el discurso de la líder argentina es adecuado, hay ciertos aspectos que le sugieren modificar, como el luto que aún sostiene.