El Senado se encamina a debatir el proyecto de legalización del aborto que obtuvo media sanción en Diputados. Esta nueva etapa difiere en algunos aspectos del contexto reinante durante el tratamiento en la Cámara baja. En primer lugar, existen marcadas diferencias en el plano político. Por ejemplo, hay un grupo de senadores y senadoras cuyas aspiraciones políticas para 2019 podrían afectar su voto por estar condicionados por preferencias electoralistas. Esta es una posibilidad.
En esta etapa también se ha registrado un notorio activismo de la Iglesia Católica con acciones y estrategias demás cuestionables (que van desde la difusión de información errónea hasta la propuesta de retroceder en legislación ya vigente desde 1921). En esto, la Argentina parece ir a contramano del mundo. Recientemente, en Irlanda, uno de los países de Europa con mayor peso de la Iglesia Católica, se llevó a cabo un referéndum donde los irlandeses se pronunciaron masivamente en favor del aborto. Mientras los países de la Unión Europea consolidan marcos legales que garantizan el derecho de las mujeres a interrumpir sus embarazos (España, Francia, Alemania, Holanda, Suecia, Portugal, entre muchos otros), el Gobierno mantiene una posición ambigua respecto de la importancia del aborto en la agenda de género. Incluso en Italia, país que aloja al Vaticano, el aborto es legal desde hace más de 40 años.
Asimismo, la votación en Diputados puso de relieve la existencia de un nuevo actor de dimensiones inusitadas. Las miles de personas -en su mayoría mujeres jóvenes- que participaron de la vigilia en favor del proyecto de ley son tan solo una parte de un sujeto sociopolítico que, sintiéndose interpelado y destratado por la política, se activó en la lucha por sus derechos. Hoy, ningún gobierno y candidato del partido político que sea, va a poder darse el lujo de excluir de sus prioridades las demandas de las mujeres y la agenda de género.
En esta etapa también se ha registrado un notorio activismo de la Iglesia Católica con acciones y estrategias demás cuestionables (que van desde la difusión de información errónea hasta la propuesta de retroceder en legislación ya vigente desde 1921). En esto, la Argentina parece ir a contramano del mundo. Recientemente, en Irlanda, uno de los países de Europa con mayor peso de la Iglesia Católica, se llevó a cabo un referéndum donde los irlandeses se pronunciaron masivamente en favor del aborto. Mientras los países de la Unión Europea consolidan marcos legales que garantizan el derecho de las mujeres a interrumpir sus embarazos (España, Francia, Alemania, Holanda, Suecia, Portugal, entre muchos otros), el Gobierno mantiene una posición ambigua respecto de la importancia del aborto en la agenda de género. Incluso en Italia, país que aloja al Vaticano, el aborto es legal desde hace más de 40 años.
Asimismo, la votación en Diputados puso de relieve la existencia de un nuevo actor de dimensiones inusitadas. Las miles de personas -en su mayoría mujeres jóvenes- que participaron de la vigilia en favor del proyecto de ley son tan solo una parte de un sujeto sociopolítico que, sintiéndose interpelado y destratado por la política, se activó en la lucha por sus derechos. Hoy, ningún gobierno y candidato del partido político que sea, va a poder darse el lujo de excluir de sus prioridades las demandas de las mujeres y la agenda de género.