Prat Gay, Macri, Sturzenegger.
Algunos hablan de paciencia. Otros empiezan a preocuparse y ajustan sus presupuestos para 2017, mientras los menos optimistas ya plantean su ansiedad a viva voz. La economía no arranca. Al menos, no por ahora.
«Primero iba a ser el segundo semestre, luego el último trimestre y ahora le echarán la culpa a Donald Trump. Otra vez nos corren el arco. La realidad es que ya estamos muy nerviosos porque hay más brotes negros que verdes. Se está tardando demasiado». La frase corresponde al presidente de una multinacional que en diciembre de 2015 aplaudió con fuerza la llegada de Cambiemos al poder. Café de por medio, un alto funcionario que trabaja en Balcarce 50 abrió los ojos y puso atención a sus argumentos. Sabe que la crítica no viene en este caso de a quienes denominan «el club de los aplaudidores». Es decir, aquellos que sonríen para la foto y critican por detrás.
«El consumo está planchado y será muy difícil que la situación se revierta tras una pérdida del poder adquisitivo de los asalariados que está entre ocho y diez puntos este año, y que fue aún mayor para la economía informal de la cual los datos son escasos. Las expectativas, tarde o temprano, se toparán con la realidad», agregó enojado el directivo que sembró su luz de alarma.
La teoría de un grupo de empresarios es que desde el Gobierno se sobreestimó la llegada de las inversiones y se subestimó el impacto del freno del consumo. Por otra parte, alegan, se incentivó demasiado el retorno financiero con tasas imposibles de resistir y se dinamitó la confianza con dos variables clave: tarifas y empleo. La combinación de esos ingredientes es la que postergó la reactivación, coinciden.
«Las idas y vueltas con el tema de tarifas generaron incertidumbre y retracción del consumo. Nadie sabía a ciencia cierta cuánto iba a pagar y si a eso le sumamos que la situación del empleo se tornó impredecible, se dio la tormenta perfecta que hoy estamos atravesando», agrega desde el offthe record el titular de una de las principales automotrices locales. La industria le puso números a la situación: 40% de capacidad ociosa y unos 50.000 empleos industriales menos por la baja de Brasil, pero también por la del mercado local.
«El tipo de cambio está atrasado y las tasas de interés están altas», resumió Adrián Kaufmann, presidente de la Unión Industrial Argentina. La idea, por parte de los departamentos técnicos de la UIA, es presentar esta semana un estudio en el que se puedan analizar caminos para que las pymes y la industria despeguen. «Hay sectores que la están pasando muy mal y nos parece que es tiempo de plantear la realidad que vivimos», afirmó en off the record el presidente de una de las principales industrias locales. Mañana y pasado será la cumbre nacional en Parque Norte. Allí, varias pymes de economías regionales llegarán con un rosario de pedidos ante la nueva caída del sector de un 7,4% interanual.
En el negocio supermercadista esperan con ganas el cambio de calendario. «Estamos preocupados por la caída del consumo y apuntamos a que haya un repunte», expresó Juan Carlos Vasco Martínez, director ejecutivo de la Asociación de Supermercados Unidos (ASU). El balance del tercer trimestre está entre los peores de los últimos cuatro años.
«Hay muchísima incidencia en lo que son los costos de logística, los impuestos y los costos laborales, que en los últimos años se incrementaron. Lo mismo ocurre en los municipios con la suba del Alumbrado Barrido y Limpieza (ABL)», manifestó Federico Braun, titular de La Anónima.
En la mayoría de las cadenas coinciden en decir que el actual es un año para el olvido y en que la categoría alimentos fue una de las grandes perdedoras.
«Antes, una familia tipo no dudaba en llevar dos paquetes de fideos independientemente si los necesitaba. Hoy lo piensa dos veces», afirma otro supermercadista. No es un dato menor que el 32,2% de los argentinos sean pobres, ya que cuanto menor es el poder adquisitivo, mayor es la cantidad de presupuesto que se destina a los alimentos: unas dos terceras partes del total de ingresos suelen destinarse a este fin.
La perdida de rentabilidad será también parte del debate de mañana del nuevo encuentro del consejo tripartito entre sindicatos, funcionarios y Gobierno para seguir trabajando sobre la palabra clave de la economía 2016: productividad. También corre por estos tiempos la construcción de un nuevo relato económico en el que está prohibida la palabra flexibilización.
Los ladrillos dormidos
En paralelo hay otra pregunta que se hacen los hombres fuertes de una de las principales asociaciones empresarias. «No nos cierra que todos los indicadores de la construcción den en baja y desde el Gobierno se asegura que la obra pública ya está en marcha. Es un tema a investigar», azuzó un directivo de esa actividad.
Desde el Gobierno, sin embargo, aseguran que la ansiedad empresaria no los desvela. «El efecto Trump no provocará complicaciones para la Argentina y si se encarece el costo del dinero a nivel mundial estamos hablando de medio punto de la tasa de referencia cuando antes nos endeudábamos a una tasas de dos dígitos y hoy del 6%», recalcaron en Hacienda.
La teoría dentro del ministerio es que se busca instalar una idea de «peligro» que no es real con el esquema actual de flotación administrada. Es decir, que el Banco Central tiene la potestad de intervenir cuando lo crea conveniente o en momentos en los que la relación entre el peso y el dólar deje de ser competitiva, y que eso ya ha mostrado su efectividad en los días del Brexit.
«La inflación es el más grande creador de pobreza que hay. Es lo primero que se debe resolver para que la economía arranque», afirma Cristiano Rattazzi, presidente del Grupo FCA Automobile. Y agrega: «la relación entre el peso y el dólar debería estar en $ 17,50. Me sentiría mucho más tranquilo así».
El debate está instalado
«La economía es un proceso complejo que no tiene una hora cierta, con un día cierto. Primero se empieza a frenar la caída, ahí comienza la estabilización, y luego llegan los signos de crecimiento. Para 2017 hay consenso en que será un año en el que la Argentina empieza a crecer», justificó Mario Quintana, vicejefe de Gabinete.
La argumentación oficial gira hoy en torno a los pronósticos de las principales consultoras y es cierto que todas coinciden en un rebote para el eleccionario año impar. «La falta de empleo formal es el problema más grande de la economía argentina», considera Quintana. En el mismo sentido reaccionó el viernes último la CGT. «Los indicadores no dan tranquilidad. Millones de argentinos quedan descartados de la sociedad. Queremos trabajo», disparó Juan Carlos Schmid, secretario general de la central obrera.
Mientras tanto, Alfonso Prat-Gay, ministro de Hacienda y Finanzas, y Federico Sturzenegger, presidente del Banco Central, avanzan con sus estrategias. El primero cerrará hoy la primera etapa del blanqueo con un número final de dinero depositado en las cuentas que superó las expectativa. Además, un grupo de funcionarios de Hacienda preparan sus valijas para aterrizar en Washington a comienzos de diciembre; allí intentarán cerrar un acuerdo de intercambio tributario que pone el coto a dueños de inmuebles o cuentas en Estados Unidos que estén sin declarar. El objetivo, claro está, es avanzar con señales concretas para incentivar a los dubitativos a que declaren sus tenencias en el exterior y empiecen a pagar sus obligaciones.
Por su parte, Federico Sturzenegger continuará con su estrategia de cumplir las metas de inflación e ir bajando la tasa de referencia para calentar un poco el alicaído mercado. Su desvelo está lejos de Trump y más cerca de los dólares que aterrizaron en las cuentas bancarias post vencimiento de la primera etapa del blanqueo. Habrá mayor oferta y, en consecuencia, más presión para evitar que el peso se aprecie.
Las altas temperaturas pondrán también un nuevo foco de debate en escena: las interrupciones típicas del servicio de electricidad. Desde AEA preparan para el 30 de este mes un encuentro poniendo el tema de la energía en la mira. Creen que puede ser el puntapié inicial para reactivar otro de los sectores clave por la inversión que demanda.
Por último, aparecen los inversores que son más que pragmáticos: se mueven por el GPS de la rentabilidad. Brasil en baja, costos altos en la Argentina y un mercado doméstico frenado no aparecen como los mejores anzuelos para acelerar los desembolsos. El giro político los seduce pero aún miran de reojo la historia económica local y se preguntan si la decisión de tener el poder económico licuado entre ocho ministros no terminará llevando el problema al propio despacho del presidente.
Algunos hablan de paciencia. Otros empiezan a preocuparse y ajustan sus presupuestos para 2017, mientras los menos optimistas ya plantean su ansiedad a viva voz. La economía no arranca. Al menos, no por ahora.
«Primero iba a ser el segundo semestre, luego el último trimestre y ahora le echarán la culpa a Donald Trump. Otra vez nos corren el arco. La realidad es que ya estamos muy nerviosos porque hay más brotes negros que verdes. Se está tardando demasiado». La frase corresponde al presidente de una multinacional que en diciembre de 2015 aplaudió con fuerza la llegada de Cambiemos al poder. Café de por medio, un alto funcionario que trabaja en Balcarce 50 abrió los ojos y puso atención a sus argumentos. Sabe que la crítica no viene en este caso de a quienes denominan «el club de los aplaudidores». Es decir, aquellos que sonríen para la foto y critican por detrás.
«El consumo está planchado y será muy difícil que la situación se revierta tras una pérdida del poder adquisitivo de los asalariados que está entre ocho y diez puntos este año, y que fue aún mayor para la economía informal de la cual los datos son escasos. Las expectativas, tarde o temprano, se toparán con la realidad», agregó enojado el directivo que sembró su luz de alarma.
La teoría de un grupo de empresarios es que desde el Gobierno se sobreestimó la llegada de las inversiones y se subestimó el impacto del freno del consumo. Por otra parte, alegan, se incentivó demasiado el retorno financiero con tasas imposibles de resistir y se dinamitó la confianza con dos variables clave: tarifas y empleo. La combinación de esos ingredientes es la que postergó la reactivación, coinciden.
«Las idas y vueltas con el tema de tarifas generaron incertidumbre y retracción del consumo. Nadie sabía a ciencia cierta cuánto iba a pagar y si a eso le sumamos que la situación del empleo se tornó impredecible, se dio la tormenta perfecta que hoy estamos atravesando», agrega desde el offthe record el titular de una de las principales automotrices locales. La industria le puso números a la situación: 40% de capacidad ociosa y unos 50.000 empleos industriales menos por la baja de Brasil, pero también por la del mercado local.
«El tipo de cambio está atrasado y las tasas de interés están altas», resumió Adrián Kaufmann, presidente de la Unión Industrial Argentina. La idea, por parte de los departamentos técnicos de la UIA, es presentar esta semana un estudio en el que se puedan analizar caminos para que las pymes y la industria despeguen. «Hay sectores que la están pasando muy mal y nos parece que es tiempo de plantear la realidad que vivimos», afirmó en off the record el presidente de una de las principales industrias locales. Mañana y pasado será la cumbre nacional en Parque Norte. Allí, varias pymes de economías regionales llegarán con un rosario de pedidos ante la nueva caída del sector de un 7,4% interanual.
En el negocio supermercadista esperan con ganas el cambio de calendario. «Estamos preocupados por la caída del consumo y apuntamos a que haya un repunte», expresó Juan Carlos Vasco Martínez, director ejecutivo de la Asociación de Supermercados Unidos (ASU). El balance del tercer trimestre está entre los peores de los últimos cuatro años.
«Hay muchísima incidencia en lo que son los costos de logística, los impuestos y los costos laborales, que en los últimos años se incrementaron. Lo mismo ocurre en los municipios con la suba del Alumbrado Barrido y Limpieza (ABL)», manifestó Federico Braun, titular de La Anónima.
En la mayoría de las cadenas coinciden en decir que el actual es un año para el olvido y en que la categoría alimentos fue una de las grandes perdedoras.
«Antes, una familia tipo no dudaba en llevar dos paquetes de fideos independientemente si los necesitaba. Hoy lo piensa dos veces», afirma otro supermercadista. No es un dato menor que el 32,2% de los argentinos sean pobres, ya que cuanto menor es el poder adquisitivo, mayor es la cantidad de presupuesto que se destina a los alimentos: unas dos terceras partes del total de ingresos suelen destinarse a este fin.
La perdida de rentabilidad será también parte del debate de mañana del nuevo encuentro del consejo tripartito entre sindicatos, funcionarios y Gobierno para seguir trabajando sobre la palabra clave de la economía 2016: productividad. También corre por estos tiempos la construcción de un nuevo relato económico en el que está prohibida la palabra flexibilización.
Los ladrillos dormidos
En paralelo hay otra pregunta que se hacen los hombres fuertes de una de las principales asociaciones empresarias. «No nos cierra que todos los indicadores de la construcción den en baja y desde el Gobierno se asegura que la obra pública ya está en marcha. Es un tema a investigar», azuzó un directivo de esa actividad.
Desde el Gobierno, sin embargo, aseguran que la ansiedad empresaria no los desvela. «El efecto Trump no provocará complicaciones para la Argentina y si se encarece el costo del dinero a nivel mundial estamos hablando de medio punto de la tasa de referencia cuando antes nos endeudábamos a una tasas de dos dígitos y hoy del 6%», recalcaron en Hacienda.
La teoría dentro del ministerio es que se busca instalar una idea de «peligro» que no es real con el esquema actual de flotación administrada. Es decir, que el Banco Central tiene la potestad de intervenir cuando lo crea conveniente o en momentos en los que la relación entre el peso y el dólar deje de ser competitiva, y que eso ya ha mostrado su efectividad en los días del Brexit.
«La inflación es el más grande creador de pobreza que hay. Es lo primero que se debe resolver para que la economía arranque», afirma Cristiano Rattazzi, presidente del Grupo FCA Automobile. Y agrega: «la relación entre el peso y el dólar debería estar en $ 17,50. Me sentiría mucho más tranquilo así».
El debate está instalado
«La economía es un proceso complejo que no tiene una hora cierta, con un día cierto. Primero se empieza a frenar la caída, ahí comienza la estabilización, y luego llegan los signos de crecimiento. Para 2017 hay consenso en que será un año en el que la Argentina empieza a crecer», justificó Mario Quintana, vicejefe de Gabinete.
La argumentación oficial gira hoy en torno a los pronósticos de las principales consultoras y es cierto que todas coinciden en un rebote para el eleccionario año impar. «La falta de empleo formal es el problema más grande de la economía argentina», considera Quintana. En el mismo sentido reaccionó el viernes último la CGT. «Los indicadores no dan tranquilidad. Millones de argentinos quedan descartados de la sociedad. Queremos trabajo», disparó Juan Carlos Schmid, secretario general de la central obrera.
Mientras tanto, Alfonso Prat-Gay, ministro de Hacienda y Finanzas, y Federico Sturzenegger, presidente del Banco Central, avanzan con sus estrategias. El primero cerrará hoy la primera etapa del blanqueo con un número final de dinero depositado en las cuentas que superó las expectativa. Además, un grupo de funcionarios de Hacienda preparan sus valijas para aterrizar en Washington a comienzos de diciembre; allí intentarán cerrar un acuerdo de intercambio tributario que pone el coto a dueños de inmuebles o cuentas en Estados Unidos que estén sin declarar. El objetivo, claro está, es avanzar con señales concretas para incentivar a los dubitativos a que declaren sus tenencias en el exterior y empiecen a pagar sus obligaciones.
Por su parte, Federico Sturzenegger continuará con su estrategia de cumplir las metas de inflación e ir bajando la tasa de referencia para calentar un poco el alicaído mercado. Su desvelo está lejos de Trump y más cerca de los dólares que aterrizaron en las cuentas bancarias post vencimiento de la primera etapa del blanqueo. Habrá mayor oferta y, en consecuencia, más presión para evitar que el peso se aprecie.
Las altas temperaturas pondrán también un nuevo foco de debate en escena: las interrupciones típicas del servicio de electricidad. Desde AEA preparan para el 30 de este mes un encuentro poniendo el tema de la energía en la mira. Creen que puede ser el puntapié inicial para reactivar otro de los sectores clave por la inversión que demanda.
Por último, aparecen los inversores que son más que pragmáticos: se mueven por el GPS de la rentabilidad. Brasil en baja, costos altos en la Argentina y un mercado doméstico frenado no aparecen como los mejores anzuelos para acelerar los desembolsos. El giro político los seduce pero aún miran de reojo la historia económica local y se preguntan si la decisión de tener el poder económico licuado entre ocho ministros no terminará llevando el problema al propio despacho del presidente.