Aunque la mayoría de los colombianos apoya las negociaciones de paz con las FARC, los ataques rebeldes a oleoductos debilitaron el apoyo del electorado al mandatario
Debería fluir con facilidad. La economía de Colombia crece rápido, las conversaciones de paz podrían pronto poner fin a 50 años de insurgencia rebelde y se ha puesto en marcha un vasto programa de infraestructura. Pese a todo eso, el intento reeleccionista del presidente Juan Manuel Santos enfrenta obstáculos.
Los ataques rebeldes a oleoductos, el mal manejo judicial, las acusaciones de coimas y la huelga nacional de agricultores debilitó el apoyo al mandatario, de centro, con vistas a las elecciones presidenciales del 25 de mayo, consideradas un plebiscito sobre las discusiones de paz.
El panorama para Santos se complica más con los mordaces comentarios del popular ex presidente Álvaro Uribe, que critica las negociaciones de paz pese a que la mayoría de los colombianos está a favor de terminar con un conflicto que se llevó más de 200.000 vidas y contribuyó al tráfico de drogas hemisférico.
La paz nos ayudaría mucho a nosotros y a las empresas de Colombia, comentó Javier Gutiérrez, CEO de la compañía estatal de energía Ecopetrol, que sufrió repetidos ataques rebeldes a oleoductos, que ya le costaron a la industria petrolera del país u$s 300 millones por perdida de ingresos este año.
El tenso clima electoral las últimas encuestas muestran que Santos va cabeza a cabeza con Óscar Iván Zuluaga, el candidato de Uribe es una paradoja si se tiene en cuenta el buen momento económico que atraviesa el país en varios frentes.
Los indicadores económicos son buenos y, aunque todavía Colombia tiene muchos problemas, los indicadores sociales van en al dirección correcta, aseguró José Antonio Ocampo, un ex ministro de Finanzas.
Los rebeldes izquierdistas siguen con sus atentados a la infraestructura energética del cuarto productor petrolero de Latinoamérica, pese a las declaraciones de los líderes de las FARC apoyando a las conversaciones de paz en La Habana.
Los analistas sostienen que las FARC recurren a las embestidas para presionar con su agenda en las discusiones de paz. Para el ELN, el grupo rebelde más chico, son una manera de impulsar sus propias e independiente conversaciones de paz con el gobierno.
La paz definitivamente permitiría a Colombia ser más competitiva globalmente, aseguró Daniel Linsker de la consultora Control Risks, si bien admite que la violencia, la inequidad y la corrupción persistirían.
Mauricio Cárdenas, ministro de Finanzas, estima que la paz podría agregar un punto porcentual al crecimiento económico, que actualmente está proyectado en más de 4% para este año. Luego está el programa de infraestructura para transporte por u$s 50.000 millones que el gobierno puso en marcha después de largas demoras. Luis Fernando Andrade, director de la agencia nacional de infraestructura, señaló que las obras agregarán 1,5 punto porcentual a la expansión económica y 0,7 una vez que los nuevos caminos estén terminados.
Un problema, aseguran los críticos, es que la agenda de reforma del presidente prometió demasiado y cumplió poco; es un gobierno de estudios meritorios, pero menos acción. Además, los antecedentes patricios de Santos que con 62 años y diploma de Harvard desciende de una dinastía vinculada a los medios no lo ayudan a conectarse con los votantes.
A la economía en términos generales le está yendo bien. Pero está disociado de la política nacional, política regional, de los empresarios, jueces, agricultores y de la guerrilla, aseguró Carlos Caballeros, ex ministro de minas y energía que dicta charlas en la Universidad de Los Andes. Eso se traduce en una falta de entrega por parte del presidente, que realmente no toca la fibra sensible del pueblo, agregó.
Otro obstáculo son las intensas tradiciones legalistas de Colombia, a las que Santos llama tela de araña y que a veces le atan las manos. Este año, los tribunales lo obligaron a despedir y luego reincorporar al alcalde de .
Debería fluir con facilidad. La economía de Colombia crece rápido, las conversaciones de paz podrían pronto poner fin a 50 años de insurgencia rebelde y se ha puesto en marcha un vasto programa de infraestructura. Pese a todo eso, el intento reeleccionista del presidente Juan Manuel Santos enfrenta obstáculos.
Los ataques rebeldes a oleoductos, el mal manejo judicial, las acusaciones de coimas y la huelga nacional de agricultores debilitó el apoyo al mandatario, de centro, con vistas a las elecciones presidenciales del 25 de mayo, consideradas un plebiscito sobre las discusiones de paz.
El panorama para Santos se complica más con los mordaces comentarios del popular ex presidente Álvaro Uribe, que critica las negociaciones de paz pese a que la mayoría de los colombianos está a favor de terminar con un conflicto que se llevó más de 200.000 vidas y contribuyó al tráfico de drogas hemisférico.
La paz nos ayudaría mucho a nosotros y a las empresas de Colombia, comentó Javier Gutiérrez, CEO de la compañía estatal de energía Ecopetrol, que sufrió repetidos ataques rebeldes a oleoductos, que ya le costaron a la industria petrolera del país u$s 300 millones por perdida de ingresos este año.
El tenso clima electoral las últimas encuestas muestran que Santos va cabeza a cabeza con Óscar Iván Zuluaga, el candidato de Uribe es una paradoja si se tiene en cuenta el buen momento económico que atraviesa el país en varios frentes.
Los indicadores económicos son buenos y, aunque todavía Colombia tiene muchos problemas, los indicadores sociales van en al dirección correcta, aseguró José Antonio Ocampo, un ex ministro de Finanzas.
Los rebeldes izquierdistas siguen con sus atentados a la infraestructura energética del cuarto productor petrolero de Latinoamérica, pese a las declaraciones de los líderes de las FARC apoyando a las conversaciones de paz en La Habana.
Los analistas sostienen que las FARC recurren a las embestidas para presionar con su agenda en las discusiones de paz. Para el ELN, el grupo rebelde más chico, son una manera de impulsar sus propias e independiente conversaciones de paz con el gobierno.
La paz definitivamente permitiría a Colombia ser más competitiva globalmente, aseguró Daniel Linsker de la consultora Control Risks, si bien admite que la violencia, la inequidad y la corrupción persistirían.
Mauricio Cárdenas, ministro de Finanzas, estima que la paz podría agregar un punto porcentual al crecimiento económico, que actualmente está proyectado en más de 4% para este año. Luego está el programa de infraestructura para transporte por u$s 50.000 millones que el gobierno puso en marcha después de largas demoras. Luis Fernando Andrade, director de la agencia nacional de infraestructura, señaló que las obras agregarán 1,5 punto porcentual a la expansión económica y 0,7 una vez que los nuevos caminos estén terminados.
Un problema, aseguran los críticos, es que la agenda de reforma del presidente prometió demasiado y cumplió poco; es un gobierno de estudios meritorios, pero menos acción. Además, los antecedentes patricios de Santos que con 62 años y diploma de Harvard desciende de una dinastía vinculada a los medios no lo ayudan a conectarse con los votantes.
A la economía en términos generales le está yendo bien. Pero está disociado de la política nacional, política regional, de los empresarios, jueces, agricultores y de la guerrilla, aseguró Carlos Caballeros, ex ministro de minas y energía que dicta charlas en la Universidad de Los Andes. Eso se traduce en una falta de entrega por parte del presidente, que realmente no toca la fibra sensible del pueblo, agregó.
Otro obstáculo son las intensas tradiciones legalistas de Colombia, a las que Santos llama tela de araña y que a veces le atan las manos. Este año, los tribunales lo obligaron a despedir y luego reincorporar al alcalde de .
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