31 de Octubre de 2014
Opinión
Gisela Wild no imaginaba aquel 17 de octubre de 2002 que estaba grabando una charla con el futuro presidente de los argentinos.
Néstor Kirchner visitaba Rosario predicando sueños y convicciones cuando, previamente a un acto en la sede local de Luz y Fuerza, charló con un grupo de jóvenes del Centro Cultural Arturo Jauretche y la revista Paso de los Libres.
Eran tiempos de desesperanza y de flacura política; los nombres de las agrupaciones sumaban más palabras que la cantidad de militantes que las constituían.
Fueron apenas 10 minutos de conversación, con conceptos fundantes del proyecto político inaugurado por Kirchner y que hoy conduce Cristina, su compañera de vida.
Compárelos con la humillante actitud de los opositores pasando en fila por TN a recibir la hostia de Magnetto.
Compárelos con la mediocre actitud de Binner que tiene que leer su discurso parlamentario porque sólo sabe decir de memoria que cree “en la mano invisible del mercado”.
El 27 de octubre de 2010, atravesada por el dolor de la noticia, Gisela se acordó de aquella grabación, la fue a buscar al viejo altillo de los recuerdos y se abrazó al casete como aferrándose a la vida del que se estaba yendo.
Apreto play.
Los jóvenes cuentan del descreimiento en la política y en los dirigentes.
Y Kirchner responde:
“El justicialismo ha dejado de representar lo que tiene que representar: una herencia policlasista histórica, con sectores medios, con trabajadores, y se ha convertido en un partido aliado de los sectores de la economía concentrada. Los frentes que hacía el justicialismo en sus mejores épocas eran frentes nacionales con sectores progresistas de la sociedad, y desde la época menemista, fueron con los sectores más conservadores y liberales. El PJ ha sufrido una mutación, ha dejado de expresar lo que expresaba y lo aprovechan para, en base a la identidad social que tienen, a la inserción social y a lo que significa el peronismo y significó el liderazgo de Perón y Eva Perón, a lo que significó como transformación y evolución de la sociedad, tratar de colocar ese fuerte basamento popular para sustentar un proyecto que nada tiene que ver con el peronismo. Esta es la gran verdad y la gran pelea. Antes debatíamos por ideas, por proyectos, pegábamos algunas pancartas, tirábamos algunos tiros, pero peleando por el país que se quería; la lucha era ideológica. Lamentablemente hoy se ha convertido en un partido donde los locales en vez de hablar de política hablan de negocios. En vez de que concurran cuadros de militantes concurren gerentes y clientes. Gerente que va a repartir lo que le da el otro para abusarse de la enorme necesidad que tiene la gente y el cliente, lamentablemente con la necesidad que tiene, se subordina a la indignidad. Yo no estoy dispuesto a acompañar más. Estamos dando una de las últimas batallas por ver si el PJ puede servir para construir un frente nacional; y si no lo haremos desde cualquier lugar. Pero tenemos que volver a recuperar nuestra identidad, nuestra historia y el rol que tenemos que tener en la vida. Tenemos que volver a recuperar la capacidad transgresora, tenemos que volver a ser un país, volver a fundar una nación, es una lucha ética la que tenemos que llevar adelante”.
Los pibes preguntan: “¿Nosotros tenemos la posibilidad de volver a reunirnos con usted?”.
“Pero invítenme, yo vengo”, resuelve rápido Kirchner.
Los pibes agregan: “El rol de la juventud es para hacer bulto, para pegar afiches”.
Kirchner responde: “No, chicos. Yo fui militante de la JP regional, preso de la dictadura, participé activamente como generación en todo el drama argentino y les puedo asegurar que estoy absolutamente a disposición de ustedes. Porque nosotros tenemos que volver a entrar a las fábricas, a las universidades, debatir, discutir como hacíamos en el pasado. No sentir vergüenza de los que nos representan y que nos han hecho parte de un sistema del que no tenemos nada que ver. Y tenemos que volver a dar el gran debate nacional en todas partes, esto es fundamental y la universidad es central. La construcción de un nuevo país va a pasar por la construcción de un nuevo proyecto de pensamiento en la Argentina. Yo me estoy deslomando caminando el país. No queremos construir solamente un esquema electoral, queremos ser poder en la Argentina porque una estructura electoral sin espacio de pensamiento, no tiene destino. Queremos construir un espacio de pensamiento que sintetice el proyecto nacional que después se refleje electoralmente en la sociedad. Porque si no vamos a ser un fraude más, un fracaso”.
Le preguntan por el rol del Estado.
Y Kirchner dice: “Creo en el Estado promotor, el Estado tiene que tener el control de los instrumentos macroeconómicos. Una nación sin Estado es una nación que no existe. No hay que tener vergüenza del Estado”.
Le preguntan si es posible trasladar a escala nacional el modelo santacruceño.
Y responde Kirchner: “El presidente que tengan los argentinos tiene que sentarse, entrar a decidir y jugar. O juega por un proyecto argentino o juega por otro. Vos no podés levantarte como hace Duhalde a la mañana y decir ‘el Fondo me tiene así’. Al mediodía dice ‘los banqueros se están llevando la plata’. Pero a la tarde toma un vermut con el Fondo y a la noche otro con un banquero. En esta primera etapa estamos tratando de instalar el pensamiento, porque no tiene sentido llegar de cualquier forma. Yo creo en un frente nacional y popular. Se va a hacer con la doctrina peronista. Se podrá hacer con el PJ o no, habrá que ver. Habrá que convocar a todos los sectores nacionales, populares y progresistas con absoluta amplitud. Hay muchos sectores que no son peronistas, o son pero no se dan cuenta”.
Por último le preguntan por la deuda externa.
Y Kirchner dice: “La Argentina debe negociar con autonomía. No podemos negociar con organismos internacionales e ir a pedir plata para un vaso de leche, como hizo Duhalde cuando mandó a Chiche a buscar planes sociales a EE.UU. Una vergüenza”.
Todo está guardado en la memoria.
Y en Cristina.
Y en su pueblo.
Y en un casete rosarino.