Años atrás, era extraño ver avisos de “entradas agotadas” en las boleterías del cine. A lo sumo un sábado a la noche para la película del momento. Pero, últimamente, cada vez son más las proyecciones a sala llena y esos carteles aparecen hasta en días y horarios antes impensados. La causa está en que la pantalla grande, tras dar un salto tecnológico, está batiendo otro récord de público y se consolida como la principal salida.
Las estadísticas muestran que el cine, la más económica de las salidas, no para de ganar adeptos. En el primer semestre se vendieron más de 25 millones de entradas, la cifra más alta desde 1986, según Ultracine. La marca implica que la cantidad de espectadores creció 12% en un año, 29% en cinco años y casi 50% desde 2008.
Mientras que, en lo que va de 2015 hasta ayer, la consultora registró un nivel de público 12,8% superior al de 2013, el año que hasta ahora era el récord. La perspectiva del sector, en tanto, es que las salas seguirán repletas en las vacaciones de invierno –donde la convocatoria suele al menos duplicarse– y también en lo que queda del año.
En parte, explican, el auge estuvo impulsado por una conjunción estrenos muy taquilleros que incluyó a Rápidos y furiosos 7, Minions, Intensamente, Avengers 2 y Cincuenta Sombras de Grey, entre otros. Pero se sumaron otros motivos, entre ellos el infaltable “factor bolsillo”.
“Las familias recortaron muchos gastos en salidas. Si antes o después de la película iban a comer o tomar algo, eso ahora lo hacen menos. Pero el cine parece ser lo último en resignarse. Porque creen que la experiencia sensorial y social de la sala oscura no es reemplazable viendo el film en el hogar. Y porque, al tener precios más accesibles que otras salidas, le permite a la clase media seguir saliendo, aún en tiempos turbulentos para el bolsillo”, comentan Ximena Díaz Alarcón y Mariela Mociulsky, directoras de la consultora Trendsity.
Es que, aunque la entrada ya ronda los $ 100 (y $ 105 para salas 3D), las rebajas y promociones hacen que el pago promedio haya sido en mayo y junio de $ 56,60. Y que cualquiera pueda conseguir tickets de “2 x 1” por $ 50, una mínima fracción de lo que vale ir al teatro. Además, las cadenas ofrecen combos de comida y bebida desde $ 70, menos de lo que hoy cuesta un típico menú de comida rápida.
“El hábito de ir al cine sigue muy vigente. También se mantienen las ventas de pochoclos, golosinas y afines. Lo que vemos es que el gran salto se está dando por la digitalización, especialmente en el interior”, opina Gabriel Feldman, gerente de los cines Multiplex.
Sucede que los cines están completando un salto tecnológico histórico, que mandará al museo al tradicional celuloide. Hace un año, sólo el 53% de las salas del país utilizaban proyectores digitales. Pero hoy las que emiten sus películas desde discos rígidos ya son el 90%, según confirmaron a Clarín en la Federación Argentina de Exhibidores Cinematográficos. Y el cambio, que exigió a los cines chicos endeudarse fuerte para sobrevivir, tuvo beneficios para el público.
Adrián Ortiz, programador de Lumiere Films, una firma que asesora a cines de todo el país, destaca que, al haberse abaratado el acceso al material, los cines hoy pueden ofrecer más películas y más versiones de cada una (2D o 3D, doblada o subtitulada). Y que en el interior creció mucho el público porque ahora los títulos pueden estrenarse al mismo tiempo que en Capital.
Además, la digitalización terminó con las rayas, manchas, blancos, parpadeos y ruidos molestos que era común notar en la proyección analógica, en especial por el deterioro que va teniendo la copia a lo largo de las reproducciones. El cine digital, al contrario, asegura que la alta calidad se mantenga desde la primera función hasta la última.
En la última Encuesta Nacional de Consumos Culturales, el cine aparece como la salida más elegida por los argentinos, con una popularidad que supera la de los recitales, el teatro, el circo y el resto de las opciones. En ese estudio, el 70% de la población dijo haber ido alguna vez a una sala y el 40% lo hizo en el último año, con especial demanda en los menores de 30 años y en las personas de clase media y alta. El nuevo récord de público, seguramente, ya estiró las distancias.
Las estadísticas muestran que el cine, la más económica de las salidas, no para de ganar adeptos. En el primer semestre se vendieron más de 25 millones de entradas, la cifra más alta desde 1986, según Ultracine. La marca implica que la cantidad de espectadores creció 12% en un año, 29% en cinco años y casi 50% desde 2008.
Mientras que, en lo que va de 2015 hasta ayer, la consultora registró un nivel de público 12,8% superior al de 2013, el año que hasta ahora era el récord. La perspectiva del sector, en tanto, es que las salas seguirán repletas en las vacaciones de invierno –donde la convocatoria suele al menos duplicarse– y también en lo que queda del año.
En parte, explican, el auge estuvo impulsado por una conjunción estrenos muy taquilleros que incluyó a Rápidos y furiosos 7, Minions, Intensamente, Avengers 2 y Cincuenta Sombras de Grey, entre otros. Pero se sumaron otros motivos, entre ellos el infaltable “factor bolsillo”.
“Las familias recortaron muchos gastos en salidas. Si antes o después de la película iban a comer o tomar algo, eso ahora lo hacen menos. Pero el cine parece ser lo último en resignarse. Porque creen que la experiencia sensorial y social de la sala oscura no es reemplazable viendo el film en el hogar. Y porque, al tener precios más accesibles que otras salidas, le permite a la clase media seguir saliendo, aún en tiempos turbulentos para el bolsillo”, comentan Ximena Díaz Alarcón y Mariela Mociulsky, directoras de la consultora Trendsity.
Es que, aunque la entrada ya ronda los $ 100 (y $ 105 para salas 3D), las rebajas y promociones hacen que el pago promedio haya sido en mayo y junio de $ 56,60. Y que cualquiera pueda conseguir tickets de “2 x 1” por $ 50, una mínima fracción de lo que vale ir al teatro. Además, las cadenas ofrecen combos de comida y bebida desde $ 70, menos de lo que hoy cuesta un típico menú de comida rápida.
“El hábito de ir al cine sigue muy vigente. También se mantienen las ventas de pochoclos, golosinas y afines. Lo que vemos es que el gran salto se está dando por la digitalización, especialmente en el interior”, opina Gabriel Feldman, gerente de los cines Multiplex.
Sucede que los cines están completando un salto tecnológico histórico, que mandará al museo al tradicional celuloide. Hace un año, sólo el 53% de las salas del país utilizaban proyectores digitales. Pero hoy las que emiten sus películas desde discos rígidos ya son el 90%, según confirmaron a Clarín en la Federación Argentina de Exhibidores Cinematográficos. Y el cambio, que exigió a los cines chicos endeudarse fuerte para sobrevivir, tuvo beneficios para el público.
Adrián Ortiz, programador de Lumiere Films, una firma que asesora a cines de todo el país, destaca que, al haberse abaratado el acceso al material, los cines hoy pueden ofrecer más películas y más versiones de cada una (2D o 3D, doblada o subtitulada). Y que en el interior creció mucho el público porque ahora los títulos pueden estrenarse al mismo tiempo que en Capital.
Además, la digitalización terminó con las rayas, manchas, blancos, parpadeos y ruidos molestos que era común notar en la proyección analógica, en especial por el deterioro que va teniendo la copia a lo largo de las reproducciones. El cine digital, al contrario, asegura que la alta calidad se mantenga desde la primera función hasta la última.
En la última Encuesta Nacional de Consumos Culturales, el cine aparece como la salida más elegida por los argentinos, con una popularidad que supera la de los recitales, el teatro, el circo y el resto de las opciones. En ese estudio, el 70% de la población dijo haber ido alguna vez a una sala y el 40% lo hizo en el último año, con especial demanda en los menores de 30 años y en las personas de clase media y alta. El nuevo récord de público, seguramente, ya estiró las distancias.