Los importadores ayudan a exportadores o compran facturas
Intercambio comercial
Por Pablo Waisberg
La política de administración comercial, que exige tener una exportación por cada importación, generó un sistema que funciona como un subsidio a los exportadores y, al mismo tiempo, eleva los aranceles para los importadores. Esto ocurre porque ante la dificultad para determinadas empresas de generar exportaciones genuinas terminan comprando esa suerte de «cupos de exportación» con un “arancel” adicional de entre el 5 y el 10 por ciento.
La realidad varía según el sector. Para los textiles, este escenario mejora sus posibilidades de cara al mercado interno. Pero para los fabricantes de maquinarias para la producción y las metalúrgicas los pone en una situación difícil, que los obliga a buscar «cómo generar exportaciones genuinas antes de pagar una sobretasa», reconocieron dos fuentes sectoriales.
«Para los textiles siempre es más importante el mercado interno. Soló el 7% exporta y por eso este sistema de administración comercial es muy bueno para nosotros», señaló un empresario con años de trayectoria en el mercado. Es que la política monitoreada desde la Secretaría de Comercio asegura al sector «una especie de tasa privada que encarece el arancel de importación, que es del 35%, según las pautas del comercio internacional», destacó.
Pero también se produce una transferencia de ingresos desde los importadores obligados a exportar hacia los exportadores.
En cambio, para los sectores metalúrgicos o fabricantes de bienes de capital la ecuación no es la misma. “En algunos casos, esa diferencia que se paga para poder importar representa la utilidad”, indicó un industial.
En muchos casos se trata de grandes empresas dedicadas exclusivamente a la exportación. Esa «transferencia de recursos entre privados» -como lo definió un asesor económico empresarial- permite ampliar el margen de ganancia entre un 5 y un 10 por ciento sobre lo exportado, según el acuerdo y la capacidad de negociación del comprador del «cupo de exportación».
Además, es un «arancel privado» que simula el efecto de una devaluación para los exportadores -siempre de acuerdo al nivel de ventas de sus «cupos de exportación»- sin impactar sobre las negociaciones paritarias.
Esa negociación entre privados comienza después de que las empresas que necesitan importar firman un compromiso ante la Secretaría de Comercio para compensar sus importaciones. Esto incluye bienes de capital, bienes intermedios, piezas y repuestos para bienes de capital o insumos para la producción. Estos rubros representan el 66% de las importaciones argentinas realizadas en los primeros siete meses del año, según el informe de Intercambio Comercial Argentino (ICA), que elaboró el INDEC.
«Esos acuerdos después deben traducirse en hechos. Eso llevó a muchos industriales a ingeniárselas para generar exportaciones. En muchos casos terminan exportando cosas que no tienen nada que ver con su rubro, pero son exportaciones al fin. En otros, exportan cosas que tienen que ver con su rubro. Pero sumando ambos casos no llegan a exportar genuinamente más del 30 o 40% de lo que necesitan», señaló uno de los empresarios consultados.
Esa diferencia se completará, seguramente, con los «cupos» comprados a exportadores de otros sectores, siempre que la empresa lo permita. Eso no ocurre, en general, con las multinacionales con plantas en la Argentina.
En otros casos, como en el de las industrias metalúrgicas, la importación se frenó acorde a la desaceleración de la economía del primer semestre. Eso se vio reflejado en una caída en julio último del 3% interanual en la compra de insumos para la industria, que acumula una baja del 11% respecto del año anterior. Algo similar ocurrió con los bienes de capital: se importó un 4% menos respecto del mismo período del 2011, que completa un descenso del 19% en los primeros siete meses del año.
Intercambio comercial
Por Pablo Waisberg
La política de administración comercial, que exige tener una exportación por cada importación, generó un sistema que funciona como un subsidio a los exportadores y, al mismo tiempo, eleva los aranceles para los importadores. Esto ocurre porque ante la dificultad para determinadas empresas de generar exportaciones genuinas terminan comprando esa suerte de «cupos de exportación» con un “arancel” adicional de entre el 5 y el 10 por ciento.
La realidad varía según el sector. Para los textiles, este escenario mejora sus posibilidades de cara al mercado interno. Pero para los fabricantes de maquinarias para la producción y las metalúrgicas los pone en una situación difícil, que los obliga a buscar «cómo generar exportaciones genuinas antes de pagar una sobretasa», reconocieron dos fuentes sectoriales.
«Para los textiles siempre es más importante el mercado interno. Soló el 7% exporta y por eso este sistema de administración comercial es muy bueno para nosotros», señaló un empresario con años de trayectoria en el mercado. Es que la política monitoreada desde la Secretaría de Comercio asegura al sector «una especie de tasa privada que encarece el arancel de importación, que es del 35%, según las pautas del comercio internacional», destacó.
Pero también se produce una transferencia de ingresos desde los importadores obligados a exportar hacia los exportadores.
En cambio, para los sectores metalúrgicos o fabricantes de bienes de capital la ecuación no es la misma. “En algunos casos, esa diferencia que se paga para poder importar representa la utilidad”, indicó un industial.
En muchos casos se trata de grandes empresas dedicadas exclusivamente a la exportación. Esa «transferencia de recursos entre privados» -como lo definió un asesor económico empresarial- permite ampliar el margen de ganancia entre un 5 y un 10 por ciento sobre lo exportado, según el acuerdo y la capacidad de negociación del comprador del «cupo de exportación».
Además, es un «arancel privado» que simula el efecto de una devaluación para los exportadores -siempre de acuerdo al nivel de ventas de sus «cupos de exportación»- sin impactar sobre las negociaciones paritarias.
Esa negociación entre privados comienza después de que las empresas que necesitan importar firman un compromiso ante la Secretaría de Comercio para compensar sus importaciones. Esto incluye bienes de capital, bienes intermedios, piezas y repuestos para bienes de capital o insumos para la producción. Estos rubros representan el 66% de las importaciones argentinas realizadas en los primeros siete meses del año, según el informe de Intercambio Comercial Argentino (ICA), que elaboró el INDEC.
«Esos acuerdos después deben traducirse en hechos. Eso llevó a muchos industriales a ingeniárselas para generar exportaciones. En muchos casos terminan exportando cosas que no tienen nada que ver con su rubro, pero son exportaciones al fin. En otros, exportan cosas que tienen que ver con su rubro. Pero sumando ambos casos no llegan a exportar genuinamente más del 30 o 40% de lo que necesitan», señaló uno de los empresarios consultados.
Esa diferencia se completará, seguramente, con los «cupos» comprados a exportadores de otros sectores, siempre que la empresa lo permita. Eso no ocurre, en general, con las multinacionales con plantas en la Argentina.
En otros casos, como en el de las industrias metalúrgicas, la importación se frenó acorde a la desaceleración de la economía del primer semestre. Eso se vio reflejado en una caída en julio último del 3% interanual en la compra de insumos para la industria, que acumula una baja del 11% respecto del año anterior. Algo similar ocurrió con los bienes de capital: se importó un 4% menos respecto del mismo período del 2011, que completa un descenso del 19% en los primeros siete meses del año.