El fin de semana y la nueva normativa andaluza que prohíbe la pesca en la bahía de Algeciras los sábados y domingos han proporcionado una tregua al sector pesquero de la zona, que en los últimos siete días se ha visto envuelto en graves incidentes con Gibraltar. El amarre de los barcos de las proximidades del Peñón devolvió una calma que se presume pasajera. Armadores y pescadores lo advierten: “El lunes volveremos a pescar, es nuestro único modo de vida”.
A pesar de la calma, la tensión sigue palpándose. Andrés Jarauta, patrón de La Joaquina, aún recordaba ayer lo sucedido el miércoles, cuando su barco y otros dos (Cabo Negro y Unión Vázquez Blanco), sufrieron el hostigamiento de las patrulleras gibraltareñas que, a base de pasadas alrededor de los pesqueros, les impidieron calar sus redes. Esa noche, la tensión se incrementó desde que, a finales de marzo, Gibraltar decidiese romper unilateralmente el acuerdo suscrito con el sector pesquero de la zona 1999. Juan Manuel Vázquez, patrón del Unión Vázquez Blanco, habló de “la noche más peligrosa” y advirtió de que “un hombre pudo haber perdido la vida”. Las patrulleras de la Guardia Civil, que trataban de custodiar a los pesqueros, se enfrentaron verbalmente con sus colegas del otro lado de la verja.
Los incidentes no solo han dividido a los pescadores de Algeciras y La Línea, también han provocado el choque de sus alcaldes. Los marineros de La Línea consideran que “la actitud de los barcos algecireños es una provocación”, ya que los 53 pesqueros linenses se han mantenido sin faenar en las aguas en conflicto a la espera de un acuerdo con Gibraltar, mientras que los de Algeciras se desmarcaban de esta opción. La alcaldesa de La Línea, la socialista Gema Araujo, acusaba a su homólogo algecireño, José Ignacio Landaluce, del PP, de “teledirigir a los pescadores” en perjuicio de un posible acuerdo. Estos tienen claro que volverán a salir. “Aunque sea en compañía de la Guardia Civil”.
La semana se presenta crucial para estos 70 barcos que dan de comer a unas 300 familias. Miran de reojo a Londres, donde el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, se entrevistará el martes con el jefe de la diplomacia británica, William Hague, para hablar de este asunto.
Ayer, Margallo aseguró que la solución “pasa por el diálogo”.
A pesar de la calma, la tensión sigue palpándose. Andrés Jarauta, patrón de La Joaquina, aún recordaba ayer lo sucedido el miércoles, cuando su barco y otros dos (Cabo Negro y Unión Vázquez Blanco), sufrieron el hostigamiento de las patrulleras gibraltareñas que, a base de pasadas alrededor de los pesqueros, les impidieron calar sus redes. Esa noche, la tensión se incrementó desde que, a finales de marzo, Gibraltar decidiese romper unilateralmente el acuerdo suscrito con el sector pesquero de la zona 1999. Juan Manuel Vázquez, patrón del Unión Vázquez Blanco, habló de “la noche más peligrosa” y advirtió de que “un hombre pudo haber perdido la vida”. Las patrulleras de la Guardia Civil, que trataban de custodiar a los pesqueros, se enfrentaron verbalmente con sus colegas del otro lado de la verja.
Los incidentes no solo han dividido a los pescadores de Algeciras y La Línea, también han provocado el choque de sus alcaldes. Los marineros de La Línea consideran que “la actitud de los barcos algecireños es una provocación”, ya que los 53 pesqueros linenses se han mantenido sin faenar en las aguas en conflicto a la espera de un acuerdo con Gibraltar, mientras que los de Algeciras se desmarcaban de esta opción. La alcaldesa de La Línea, la socialista Gema Araujo, acusaba a su homólogo algecireño, José Ignacio Landaluce, del PP, de “teledirigir a los pescadores” en perjuicio de un posible acuerdo. Estos tienen claro que volverán a salir. “Aunque sea en compañía de la Guardia Civil”.
La semana se presenta crucial para estos 70 barcos que dan de comer a unas 300 familias. Miran de reojo a Londres, donde el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, se entrevistará el martes con el jefe de la diplomacia británica, William Hague, para hablar de este asunto.
Ayer, Margallo aseguró que la solución “pasa por el diálogo”.