El reciente conflicto en el seno de la CGT amerita algunas reflexiones sobre cuestiones que no han sido suficientemente remarcadas en debates recientes.
1 La evolución estructural-sectorial de la economía argentina y la del poder sindical que de ella induce ha dado el marco para esta nueva puja en el seno del movimiento obrero. El sector hegemónico hasta fines de la década del 2000, camioneros, es un emergente claro de la década de los 90. Fue beneficiado primero por la apertura de la economía y el auge del comercio Mercosur, segundo por una serie de actividades que se fueron privatizando o desregulando a fines de los años 90 como el correo, la basura o el clearing bancario y, finalmente, por la suba de los commodities que los camiones transportan y que comenzara a principios de la década del 2000. Como señala Silbert en su clásico Las fuerzas del trabajo, los sindicatos que controlan puntos neurálgicos del transporte suelen adquirir mayor centralidad en épocas de apertura de mercado y auge del comercio internacional (los ferroviarios durante el modelo agroexportador en la primera parte del siglo XX en Argentina, o los camioneros a finales de los 90). Muchos de los grandes sindicatos que hoy se encuentran en oposición abierta al moyanismo, como UOM, Smata o incluso Ctera, en cambio, fueron centralmente fortalecidos por el modelo kirchnerista de la década del 2000 que favoreció la producción nacional, el mercado interno y el consumo con inclusión social. En suma, camioneros era el nuevo sindicato poderoso emergente en 2003 y la UOM, el Smata, o Ctera estaban profundamente debilitados. Hoy todos los grandes sindicatos se han fortalecido en el marco de un modelo que potenció la institucionalidad laboral (negociación colectiva, Consejo de Salario, paritaria docente) la reindustrialización y el trabajo. En ese contexto, más allá del personalismo de Moyano en la conducción de la CGT, su carácter de vanguardia iba a ser cuestionado tarde o temprano. No hay ningún sindicato industrial de mediano para arriba que acompañe a Moyano en su diáspora con la excepción de dos distritos petroleros.
2 De lo anterior se desprende que definir el conflicto actual simplemente como Moyano vs. los Gordos carece de sustento alguno. Sindicatos industriales de históricos perfiles reivindicativos como el Smata y UOM, importantes ex MTA de raíz militante como Foetra, Molineros, o Gráficos, y fundadores del MTA como UTA, el SOMU (marítimos) o Taxistas revisten en la GGT mayoritaria. Por no hablar de sindicatos como Ctera o Neumáticos, de clara impronta combativa y también más cercanos al Gobierno. Así, la actual división no responde exactamente al patrón histórico de combativos y resistentes vs participacionistas del poder como lo fueran el surgimiento de la CGT de los Argentinos en los años 60, la disputa entre las centrales conducidas por Triaca y Ubaldini a finales de la última dictadura, o la ruptura entre la menemista San Martín vs la CGT Azopardo a principios de los años 90. Tanto en el grupo de sindicatos mayoritario como en el minoritario moyanista hay gremios de tradición más negociadora o más militante, o pro empresarios como el caso de la conducción nacional de Uatre en la CGT Moyano.
3 Lo nuevo, en definitiva, es que la división de la CGT se plantee no bajo gobiernos que genéricamente podríamos llamar pro establishment como en las anteriores rupturas más relevantes (las dos últimas dictaduras y el gobierno de Menem), sino en el marco de un gobierno con un marcado sesgo social, inclusivo y antiestablishment. El carácter minoritario de la facción sindical que se escinde tiene ahí su primera explicación: el grueso del movimiento sindical (CGT mayoritaria y CTA Yasky) ve en un gobierno popular como el de Cristina la única opción para conseguir los mejores avances para sus organizaciones y representados. No ven otro lugar para sus sindicatos en el sistema político. Las anteriores rupturas de la CGT en la historia argentina recién mencionadas tenían a la vez un origen reivindicativo/social (un nuevo horizonte de mejoras sociales para trabajadores postergados) y político (impugnación del gobierno de turno). El origen de la disputa actual, en cambio, es eminentemente político: Moyano busca revertir la territorialización del poder y la hegemonía del sector político/electoral (gobernadores e intendentes) que se dio en el peronismo desde la irrupción de la Renovación allá por los años 80. No sólo Cristina y los sindicatos mayoritarios, sino los gobernadores, los intendentes, la FAM de Julio Pereyra y los movimientos sociales indican a Moyano que sus tiempos de centralidad en la coalición peronista actual se han terminado.
* Politólogo.
1 La evolución estructural-sectorial de la economía argentina y la del poder sindical que de ella induce ha dado el marco para esta nueva puja en el seno del movimiento obrero. El sector hegemónico hasta fines de la década del 2000, camioneros, es un emergente claro de la década de los 90. Fue beneficiado primero por la apertura de la economía y el auge del comercio Mercosur, segundo por una serie de actividades que se fueron privatizando o desregulando a fines de los años 90 como el correo, la basura o el clearing bancario y, finalmente, por la suba de los commodities que los camiones transportan y que comenzara a principios de la década del 2000. Como señala Silbert en su clásico Las fuerzas del trabajo, los sindicatos que controlan puntos neurálgicos del transporte suelen adquirir mayor centralidad en épocas de apertura de mercado y auge del comercio internacional (los ferroviarios durante el modelo agroexportador en la primera parte del siglo XX en Argentina, o los camioneros a finales de los 90). Muchos de los grandes sindicatos que hoy se encuentran en oposición abierta al moyanismo, como UOM, Smata o incluso Ctera, en cambio, fueron centralmente fortalecidos por el modelo kirchnerista de la década del 2000 que favoreció la producción nacional, el mercado interno y el consumo con inclusión social. En suma, camioneros era el nuevo sindicato poderoso emergente en 2003 y la UOM, el Smata, o Ctera estaban profundamente debilitados. Hoy todos los grandes sindicatos se han fortalecido en el marco de un modelo que potenció la institucionalidad laboral (negociación colectiva, Consejo de Salario, paritaria docente) la reindustrialización y el trabajo. En ese contexto, más allá del personalismo de Moyano en la conducción de la CGT, su carácter de vanguardia iba a ser cuestionado tarde o temprano. No hay ningún sindicato industrial de mediano para arriba que acompañe a Moyano en su diáspora con la excepción de dos distritos petroleros.
2 De lo anterior se desprende que definir el conflicto actual simplemente como Moyano vs. los Gordos carece de sustento alguno. Sindicatos industriales de históricos perfiles reivindicativos como el Smata y UOM, importantes ex MTA de raíz militante como Foetra, Molineros, o Gráficos, y fundadores del MTA como UTA, el SOMU (marítimos) o Taxistas revisten en la GGT mayoritaria. Por no hablar de sindicatos como Ctera o Neumáticos, de clara impronta combativa y también más cercanos al Gobierno. Así, la actual división no responde exactamente al patrón histórico de combativos y resistentes vs participacionistas del poder como lo fueran el surgimiento de la CGT de los Argentinos en los años 60, la disputa entre las centrales conducidas por Triaca y Ubaldini a finales de la última dictadura, o la ruptura entre la menemista San Martín vs la CGT Azopardo a principios de los años 90. Tanto en el grupo de sindicatos mayoritario como en el minoritario moyanista hay gremios de tradición más negociadora o más militante, o pro empresarios como el caso de la conducción nacional de Uatre en la CGT Moyano.
3 Lo nuevo, en definitiva, es que la división de la CGT se plantee no bajo gobiernos que genéricamente podríamos llamar pro establishment como en las anteriores rupturas más relevantes (las dos últimas dictaduras y el gobierno de Menem), sino en el marco de un gobierno con un marcado sesgo social, inclusivo y antiestablishment. El carácter minoritario de la facción sindical que se escinde tiene ahí su primera explicación: el grueso del movimiento sindical (CGT mayoritaria y CTA Yasky) ve en un gobierno popular como el de Cristina la única opción para conseguir los mejores avances para sus organizaciones y representados. No ven otro lugar para sus sindicatos en el sistema político. Las anteriores rupturas de la CGT en la historia argentina recién mencionadas tenían a la vez un origen reivindicativo/social (un nuevo horizonte de mejoras sociales para trabajadores postergados) y político (impugnación del gobierno de turno). El origen de la disputa actual, en cambio, es eminentemente político: Moyano busca revertir la territorialización del poder y la hegemonía del sector político/electoral (gobernadores e intendentes) que se dio en el peronismo desde la irrupción de la Renovación allá por los años 80. No sólo Cristina y los sindicatos mayoritarios, sino los gobernadores, los intendentes, la FAM de Julio Pereyra y los movimientos sociales indican a Moyano que sus tiempos de centralidad en la coalición peronista actual se han terminado.
* Politólogo.