«El presidente está re caliente con Prat-Gay porque él dice una cosa en las reuniones entre nosotros y a ustedes los periodistas les dice otra”. La frase, pronunciada esta semana en una oficina de la casa de Gobierno por uno de los funcionarios que suele participar de las reuniones del gabinete económico, sirve para explicar tanto los problemas de relación de varios macristas de paladar negro con el ministro de Hacienda -un recién llegado al fogón presidencial- como la defensa de Juan José Aranguren que viene desplegando Mauricio Macri en sus declaraciones públicas de los últimos días.
“A Aranguren se lo defiende porque él hizo lo que dijo que iba a hacer y para dar el mensaje de que lo importante es el equipo y no los funcionarios”, revela la misma fuente, que conoce bien la importancia que le da Macri a la dinámica de funcionamiento de sus equipos.
En los últimos meses, el ministro de Hacienda había logrado limar el descontento que habían provocado en Marcos Peña sus corrimientos del manual del PRO: al Jefe de Gabinete lo exasperaban aquellas larguísimas conferencias de prensa del verano, en las que Prat-Gay respondía todas las preguntas que le hacían los periodistas y terminaba enredado en declaraciones sobre las grasas militantes y anuncios que no llegaban.
Pero las idas y vueltas sobre los aumentos de tarifas trajeron de nuevo las desconfianzas. En privado, Prat-Gay destacaba los errores de Aranguren y protestaba porque las correcciones terminarían engrosando el déficit. En público llegó a decir que nunca hubiese imaginado que habría boletas de gas con subas de 1000 por ciento. En la Casa Rosada creen que las quejas de Prat-Gay crecieron cuando comprobó que su palabra valía lo mismo que la de los otros ministros del área económica y que los únicos que se reservaban el poder de definir pleitos eran Macri y Peña.
Esas desaveniencias hicieron surgir el rumor, inclusive, que el ministro de Hacienda dejaría su puesto, una posibilidad que a Macri –que en sus ocho años como Jefe de Gobierno hizo poquísimos cambios de staff– no le gusta nada. Ese rumor caminó mucho la semana pasada entre los empresarios y políticos que asistieron al discurso del Presidente en la Bolsa de Comercio.
Los enemigos de Prat-Gay -a esta altura tal vez tenga más dentro de la Casa Rosada que afuera– no le perdonan ni siquiera sus dudas. “Si tiene problemas que vaya el psicólogo: no a las radios”, dice un hombre clave en el equipo económico de Macri, sin escatimar crueldad.
“A Aranguren se lo defiende porque él hizo lo que dijo que iba a hacer y para dar el mensaje de que lo importante es el equipo y no los funcionarios”, revela la misma fuente, que conoce bien la importancia que le da Macri a la dinámica de funcionamiento de sus equipos.
En los últimos meses, el ministro de Hacienda había logrado limar el descontento que habían provocado en Marcos Peña sus corrimientos del manual del PRO: al Jefe de Gabinete lo exasperaban aquellas larguísimas conferencias de prensa del verano, en las que Prat-Gay respondía todas las preguntas que le hacían los periodistas y terminaba enredado en declaraciones sobre las grasas militantes y anuncios que no llegaban.
Pero las idas y vueltas sobre los aumentos de tarifas trajeron de nuevo las desconfianzas. En privado, Prat-Gay destacaba los errores de Aranguren y protestaba porque las correcciones terminarían engrosando el déficit. En público llegó a decir que nunca hubiese imaginado que habría boletas de gas con subas de 1000 por ciento. En la Casa Rosada creen que las quejas de Prat-Gay crecieron cuando comprobó que su palabra valía lo mismo que la de los otros ministros del área económica y que los únicos que se reservaban el poder de definir pleitos eran Macri y Peña.
Esas desaveniencias hicieron surgir el rumor, inclusive, que el ministro de Hacienda dejaría su puesto, una posibilidad que a Macri –que en sus ocho años como Jefe de Gobierno hizo poquísimos cambios de staff– no le gusta nada. Ese rumor caminó mucho la semana pasada entre los empresarios y políticos que asistieron al discurso del Presidente en la Bolsa de Comercio.
Los enemigos de Prat-Gay -a esta altura tal vez tenga más dentro de la Casa Rosada que afuera– no le perdonan ni siquiera sus dudas. “Si tiene problemas que vaya el psicólogo: no a las radios”, dice un hombre clave en el equipo económico de Macri, sin escatimar crueldad.