Hay una crisis fiscal en la Argentina, y éste es el indicador decisivo de la situación del país en términos políticos.
El déficit fiscal en 2011 fue -1.7% del PBI y este año sería 50% superior (-2.5% anual), que equivale a $ 45.000 millones.
Es el resultado de la desaceleración de la economía , que hoy crece 2% anual, con una situación de contracción en la producción industrial, lo que representa la tercera parte de la expansión de 2011, en que aumentó 5.8%.
La desaceleración de la economía argentina en el segundo semestre de 2011, y en los primeros cuatro meses de este año, fue el resultado directo de la crisis del sector externo (cuenta capital), que se produjo en octubre de 2011. Ese mes, al acelerarse la fuga de capitales, que ascendió a US$ 3.400 millones, y profundizarse la pérdida de reservas, que entre julio y octubre alcanzó a US$ 7.400 millones, se produjo un déficit en la cuenta capital de más de US$ 6.000 millones.
Fue la primera crisis externa experimentada por la Argentina en diez años , pero a diferencia de todas las anteriores, esta vez no fue consecuencia de una caída de las exportaciones (en volumen o precio), sino de un fenómeno estrictamente político, de orden interno (crisis de confianza/crisis de credibilidad) , que aceleró la tendencia a la fuga de capitales , que entre julio de 2007 y marzo de este año superó los US$ 80.000 millones.
Por eso el Gobierno, yendo atrás de los acontecimientos, se vio forzado a establecer en octubre el control de cambios y de las importaciones , como único instrumento que le restaba para frenar la pérdida de reservas y la fuga de capitales.
La importancia política de la crisis fiscal es que le quita al actual sistema de poder el principal instrumento de dominación y subordinación de las otras entidades político-territoriales (provincias y municipios/gobernadores e intendentes).
Ha perdido el control de los recursos fiscales , tanto directos (coparticipación) como indirectos (obras públicas, subsidios, préstamos, fondos para mantener el aparato político, etc.).
En mayo, el envío de la coparticipación cayó 10 puntos (+27.7% este año vs +38% el año pasado). Está acompañado por una caída de la recaudación propia en las provincias de igual magnitud en el primer trimestre de 2012 (+28% vs + 38% a/a).
El resultado es que el déficit fiscal de las provincias asciende este año a $ 22.000 millones.
La característica central del régimen federal argentino es que la Provincia de Buenos Aires es la mitad, ella sola, del conjunto de las unidades territoriales. Y este año, su déficit fiscal asciende a $ 11.000 millones/ $ 13.000 millones.
¿Por qué la crisis fiscal es el principal indicador político en la Argentina de hoy? El sistema político argentino se caracteriza por la debilidad de sus instituciones y la carencia de partidos políticos.
En él, ni el Congreso, ni la Justicia son parte de la estructura de poder, ni lo tienen. Éste está completamente concentrado en el Ejecutivo nacional, que por ello, en las etapas en que se consolida, tiene una naturaleza hegemónica.
Dice Natalio Botana: “La hegemonía es supremacía. En la Argentina, debido a la debilidad de sus instituciones, el poder, cuando se consolida, tiende a adquirir carácter hegemónico; y por el contrario, si se debilita, se desata de inmediato una crisis de gobernabilidad (imposibilidad fáctica de ejercer el poder político democrático)”. Por eso, “el péndulo argentino parece oscilar entre hegemonía e ingobernabilidad”.
En este sentido, la legitimidad del sistema político, tal como es, como régimen hegemónico, no es la constitucional (apego a la legalidad) ni tampoco la que surge de las lealtades partidarias (no hay partidos políticos), ni menos la que transmite el sentido del “compromiso republicano” (inexistente).
La única legitimidad del sistema político hegemónico , frente a una sociedad intensamente movilizada y crítica como es la argentina, reside en su capacidad para asegurar como sea la gobernabilidad , para ser, en síntesis, lo que los argentinos llaman un “poder fuerte”. Por eso, la legitimidad del poder hegemónico se quiebra en la misma medida que se debilita, sobre todo en el aspecto fiscal, y es incapaz, al perder su principal instrumento de control y dominación, de asegurar la gobernabilidad del sistema.
El punto crítico de esta evolución es cuando la crisis fiscal adquiere la forma de una imposibilidad de pago de los sueldos de la administración pública, sobre todo policías y maestros, y en especial, en la Provincia de Buenos Aires, que por su envergadura no es simplemente la mayor provincia argentina, sino la contracara del poder nacional.
En este sentido específico – carencia de recursos fiscales como instrumentos de dominación y control –, la crisis fiscal debilita al actual sistema de poder, que al mismo tiempo profundiza, por la extrema concentración de las decisiones, su aislamiento frente a la sociedad civil; y esto constituye el punto crítico, tendencialmente decisivo, de su específica y próxima evolución.
El déficit fiscal en 2011 fue -1.7% del PBI y este año sería 50% superior (-2.5% anual), que equivale a $ 45.000 millones.
Es el resultado de la desaceleración de la economía , que hoy crece 2% anual, con una situación de contracción en la producción industrial, lo que representa la tercera parte de la expansión de 2011, en que aumentó 5.8%.
La desaceleración de la economía argentina en el segundo semestre de 2011, y en los primeros cuatro meses de este año, fue el resultado directo de la crisis del sector externo (cuenta capital), que se produjo en octubre de 2011. Ese mes, al acelerarse la fuga de capitales, que ascendió a US$ 3.400 millones, y profundizarse la pérdida de reservas, que entre julio y octubre alcanzó a US$ 7.400 millones, se produjo un déficit en la cuenta capital de más de US$ 6.000 millones.
Fue la primera crisis externa experimentada por la Argentina en diez años , pero a diferencia de todas las anteriores, esta vez no fue consecuencia de una caída de las exportaciones (en volumen o precio), sino de un fenómeno estrictamente político, de orden interno (crisis de confianza/crisis de credibilidad) , que aceleró la tendencia a la fuga de capitales , que entre julio de 2007 y marzo de este año superó los US$ 80.000 millones.
Por eso el Gobierno, yendo atrás de los acontecimientos, se vio forzado a establecer en octubre el control de cambios y de las importaciones , como único instrumento que le restaba para frenar la pérdida de reservas y la fuga de capitales.
La importancia política de la crisis fiscal es que le quita al actual sistema de poder el principal instrumento de dominación y subordinación de las otras entidades político-territoriales (provincias y municipios/gobernadores e intendentes).
Ha perdido el control de los recursos fiscales , tanto directos (coparticipación) como indirectos (obras públicas, subsidios, préstamos, fondos para mantener el aparato político, etc.).
En mayo, el envío de la coparticipación cayó 10 puntos (+27.7% este año vs +38% el año pasado). Está acompañado por una caída de la recaudación propia en las provincias de igual magnitud en el primer trimestre de 2012 (+28% vs + 38% a/a).
El resultado es que el déficit fiscal de las provincias asciende este año a $ 22.000 millones.
La característica central del régimen federal argentino es que la Provincia de Buenos Aires es la mitad, ella sola, del conjunto de las unidades territoriales. Y este año, su déficit fiscal asciende a $ 11.000 millones/ $ 13.000 millones.
¿Por qué la crisis fiscal es el principal indicador político en la Argentina de hoy? El sistema político argentino se caracteriza por la debilidad de sus instituciones y la carencia de partidos políticos.
En él, ni el Congreso, ni la Justicia son parte de la estructura de poder, ni lo tienen. Éste está completamente concentrado en el Ejecutivo nacional, que por ello, en las etapas en que se consolida, tiene una naturaleza hegemónica.
Dice Natalio Botana: “La hegemonía es supremacía. En la Argentina, debido a la debilidad de sus instituciones, el poder, cuando se consolida, tiende a adquirir carácter hegemónico; y por el contrario, si se debilita, se desata de inmediato una crisis de gobernabilidad (imposibilidad fáctica de ejercer el poder político democrático)”. Por eso, “el péndulo argentino parece oscilar entre hegemonía e ingobernabilidad”.
En este sentido, la legitimidad del sistema político, tal como es, como régimen hegemónico, no es la constitucional (apego a la legalidad) ni tampoco la que surge de las lealtades partidarias (no hay partidos políticos), ni menos la que transmite el sentido del “compromiso republicano” (inexistente).
La única legitimidad del sistema político hegemónico , frente a una sociedad intensamente movilizada y crítica como es la argentina, reside en su capacidad para asegurar como sea la gobernabilidad , para ser, en síntesis, lo que los argentinos llaman un “poder fuerte”. Por eso, la legitimidad del poder hegemónico se quiebra en la misma medida que se debilita, sobre todo en el aspecto fiscal, y es incapaz, al perder su principal instrumento de control y dominación, de asegurar la gobernabilidad del sistema.
El punto crítico de esta evolución es cuando la crisis fiscal adquiere la forma de una imposibilidad de pago de los sueldos de la administración pública, sobre todo policías y maestros, y en especial, en la Provincia de Buenos Aires, que por su envergadura no es simplemente la mayor provincia argentina, sino la contracara del poder nacional.
En este sentido específico – carencia de recursos fiscales como instrumentos de dominación y control –, la crisis fiscal debilita al actual sistema de poder, que al mismo tiempo profundiza, por la extrema concentración de las decisiones, su aislamiento frente a la sociedad civil; y esto constituye el punto crítico, tendencialmente decisivo, de su específica y próxima evolución.