El desafío de Cristina: recuperar consistencia con el manual del 2003

No hay sorpresas en la agenda de los economistas. Formados para tratar de hacer predecible lo impredecible, la coyuntura los impulsa a discutir una y otra vez sobre las mejores prácticas para asegurar, en escenarios cambiantes, crecimiento y progreso social de manera sustentable. La Conferencia Anual de FIEL, realizada ayer en el Sheraton, mostró la conocida vocación que anima a esta institución por analizar la macroeconomía sin despegarse de los datos duros y el análisis comparado. Pero también dejó a la vista que la historia y la repetición de errores está achicando la brecha que históricamente distanció los diagnósticos de ortodoxos y heterodoxos. En el deseo de encontrar un modelo que funcione sin generar desigualdad o pobreza, nadie busca responder a un dogma, sino apenas que se respeten condiciones que el capitalismo da como válidas en casi todas partes del mundo.
En ese sentido, quien se llevó las palmas fue el economista José María Fanelli, invitado por FIEL a exponer en el almuerzo sobre los desafíos económicos de los próximos cuatro años, lo que el llamó el período “K3”.
Fanelli, reconocido docente de la UBA y de la Universidad de San Andrés es, junto a Roberto Frenkel y Mario Damill, uno de los referentes del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES), instituto creado en 1975 para sembrar una mirada pluralista de la economía con una fuerte impronta de lo político y lo social. A lo largo de su existencia, sus integrantes fueron identificados con la heterodoxia económica, ganándose motes -cada vez menos escuchados- de estructuralistas o cepalianos. Ayer, después de hacer una presentación en la que combinó análisis riguroso y sentido común, se fue aplaudido por un auditorio de más de 300 empresarios, economistas y analistas, que rescataron de sus conclusiones el hecho de que las correcciones que necesita hoy la Argentina pueden hacerse sin el costo político que generaron en otros momentos de crisis.
Tanto Vittorio Corbo, ex presidente del Banco Central de Chile, como Gustavo Cañonero, del Deutsche Bank, destacaron que es hora de aprovechar las tendencias favorables que se presenten para los emergentes a largo plazo, ya que los países desarrollados tienen por delante un largo proceso que oscilará entre el estancamiento y la recesión, lo que puede achatar la demanda externa y por consiguiente moderar los precios de los commodities.
Corbo trazó un panorama preciso de la situación europea, planteando desde el vamos que el verdadero problema es Italia, no Grecia, y que su situación -más allá de la continuidad de Silvio Berlusconi y una nueva dosis de ajuste- estaría mejor si hubiera adoptado algunas previsiones como España.
Mario Bergara, titular del Banco Central de Uruguay, puso de relieve el principal aprendizaje que su país hizo de la crisis de 2002: bajar drásticamente su exposición al comercio y la inversión financiera argentina (ver entrevista en F&M pág. 4).
Daniel Artana, Santiago Urbiztondo y Marcela Cristini evaluaron el peso distorsivo que tienen los impuestos provinciales en la actividad económica y en la inversión; los costos de la deficiente regulación de los servicios públicos y la escasa eficiencia que revelan indicadores de gasto en educación con respecto a países europeos y latinoamericanos, respectivamente.
Fanelli, a su turno, repasó los últimos ocho años de la economía local antes de proyectar los cuatro que siguen. Rescató el fuerte shock en los términos de intercambio y en la demanda brasileña como acelerador del crecimiento en el período K1, en donde se pudo respetar y conservar tanto superávit en cuenta corriente como fiscal.
Este saldo favorable de divisas se evaporó con la salida de capitales generada tras la intervención del Indec, la estatización de las AFJP y el conflicto con el campo, dando a las inconsistencias que dominaron el período K2 (2008-2011).
Para este economista, el gobierno de Cristina Kirchner tiene margen para hacer correcciones con mínimo costo político. La clave es usar bien los recursos fiscales (con una racionalización de los subsidios, que absorben 4% del PBI), lo que serviría para que el Banco Central pueda dejar emitir, bajar la expectativa devaluatoria y absorber los pesos que alientan la inflación y alimentan la fuga de dólares. “No tienen que hacer nada nuevo, solo volver a lo que hicieron entre 2003 y 2007, como los superávits gemelos”, apuntó, con algún extra como respetar los contratos. Incluso se cuidó de recetar política monetaria activa porque sabe que será descartada para evitar efectos en el nivel de actividad o el empleo. Apelar a reglas de juego estables para revertir la dolarización, mantener un tipo de cambio administrado (pero de otra manera) y moderar el poder gremial con su reforzado poder político deben permitir que se regenere la creación de empleo con productividad.
Poca magia: apenas volver a los fundamentos del modelo K1 y achicar los gastos no justificados para recuperar consistencia. El reconocimiento final del auditorio lo dijo todo.

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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