El PBI Cultural atravesó en 2010 su sexto año consecutivo de crecimiento, llegando a representar 44.066 millones de pesos. Así, casi 3,5% del total de lo que produce la economía argentina proviene de las industrias culturales, que vino creciendo estos últimos ocho años más rápido que el promedio general de la economía (aun con sus niveles récord). Los números de 2011 que estamos procesando apuntan en la misma y sostenida dirección de una realidad pujante que llegó para quedarse.
Los trazos gruesos del gobierno, donde se inscriben estos números del producto bruto cultural, son reconocidos por (casi) todos. Este es el gobierno de la vuelta al trabajo, de la vuelta de la dignidad a la mesa familiar de millones de argentinos, de la incorporación de los jubilados, de la recuperación de la política y el Estado.
La presidenta lanzó a todos los argentinos y argentinas una nueva tarea para encarar su segundo mandato: la necesidad de pasar a la sintonía fina para profundizar el modelo nacional, popular y profundamente democrático por el que casi 12 millones de personas la votaron con alegría renovando su legitimidad en las urnas. La sintonía fina necesaria es en rigor muchas veces hija de los méritos de este modelo que ya va para nueve años de funcionamiento a pleno. El horizonte es siempre el mismo: avanzar en mayor inclusión y más igualdad.
Permítanme comenzar entonces por una de mis debilidades. La Casa del Bicentenario que tendremos funcionando a pleno este año en la Villa 21-24 significará un hito irreversible en la reconstrucción de una identidad popular autónoma y creativa de los sectores más postergados. Esta iniciativa es muy importante porque jóvenes y grandes podrán tener al alcance un espacio cultural e interactivo dentro del barrio. El desafío es multiplicar esta experiencia a lo largo y ancho de todo el país.
Hemos firmado recientemente un convenio inédito con el Ministerio de Seguridad para reforzar los lazos entre cultura, participación popular y prevención del delito. Bajo este convenio en la Villa 21-24 habrá clases de remo, que dictará la Prefectura Naval Argentina, para todos los jóvenes del barrio interesados. Este curso es la primera de las actividades, que continuarán en el verano con recitales masivos, talleres participativos, deportes urbanos y ciclos de cine en espacios públicos del barrio de Constitución. En esta misma línea de profundización, el programa Puntos de Cultura que hemos lanzado recientemente creará una red de organizaciones sociales de todo el país con un sentido profundamente federal. El programa contempla la entrega de recursos y de equipamiento multimedia para la comunicación; la capacitación en TIC y otras estrategias de trabajo cultural comunitario. Porque son las organizaciones sociales las que están protagonizando, como actores centrales, el cambio de paradigma social y cultural. Y son las que nos demuestran que la cultura es una herramienta de transformación social, y un factor clave para la recomposición del tejido social.
La Ley de Medios Audiovisuales fue la batalla cultural más importante encarada por el gobierno nacional hasta ahora. Su sanción por el Congreso por un amplio abanico de fuerzas parlamentarias, luego de una intensa e inédita discusión a lo largo de foros desplegados por todo el territorio nacional, permitió multiplicar los canales de comunicación y significó un avance inédito en la pelea por la pluralidad de voces. Ahora lo que falta es llenar de contenidos esos nuevos espacios que se abren. Producir más cine, más programas culturales y educativos, para cubrir cientos y cientos de horas de programación. Recordemos, como botón de muestra, que en este momento hay más de 200 señales televisivas, en todo el país, en proceso de licitación.
El Centro de Producción e Investigación Audiovisual (CePIA), que recientemente lanzamos desde la Secretaría de Cultura de la Nación, viene precisamente a cumplir esa función.
El CePIA, que ya cuenta con 50 series televisivas de cuatro y ocho capítulos y con un registro audiovisual de las principales actividades culturales que se llevan a cabo a lo largo del país, fomenta la producción de programas culturales, centrándose en la promoción y rescate de la identidad, la memoria histórica, el debate de ideas, los Derechos Humanos y la construcción de ciudadanía. En relativamente poco tiempo hemos pasado a ser uno de los grandes productores del mundo en contenidos culturales, científicos e infantiles. Hemos dado vuelta esa suerte de ausencia de soberanía cultural que estaba en las pantallas de televisión de todos los argentinos. Al fin de cuentas, las naciones son tan fuertes como su proyecto cultural.
El Estado tiene que apoyar con financiamiento, equipos y formación técnica de la mano de obra. Las convocatorias son públicas y abiertas a todos los interesados. Y no es que concursamos para determinados temas para luego ver quién los produce: los temas nos son propuestos, lo cual genera también una garantía de pluralidad.
La dirección es la misma que venimos trazando desde el 2003: intentando hacer todos los días aunque sea un poquito, una patria más justa, más solidaria y más soberana. <
Los trazos gruesos del gobierno, donde se inscriben estos números del producto bruto cultural, son reconocidos por (casi) todos. Este es el gobierno de la vuelta al trabajo, de la vuelta de la dignidad a la mesa familiar de millones de argentinos, de la incorporación de los jubilados, de la recuperación de la política y el Estado.
La presidenta lanzó a todos los argentinos y argentinas una nueva tarea para encarar su segundo mandato: la necesidad de pasar a la sintonía fina para profundizar el modelo nacional, popular y profundamente democrático por el que casi 12 millones de personas la votaron con alegría renovando su legitimidad en las urnas. La sintonía fina necesaria es en rigor muchas veces hija de los méritos de este modelo que ya va para nueve años de funcionamiento a pleno. El horizonte es siempre el mismo: avanzar en mayor inclusión y más igualdad.
Permítanme comenzar entonces por una de mis debilidades. La Casa del Bicentenario que tendremos funcionando a pleno este año en la Villa 21-24 significará un hito irreversible en la reconstrucción de una identidad popular autónoma y creativa de los sectores más postergados. Esta iniciativa es muy importante porque jóvenes y grandes podrán tener al alcance un espacio cultural e interactivo dentro del barrio. El desafío es multiplicar esta experiencia a lo largo y ancho de todo el país.
Hemos firmado recientemente un convenio inédito con el Ministerio de Seguridad para reforzar los lazos entre cultura, participación popular y prevención del delito. Bajo este convenio en la Villa 21-24 habrá clases de remo, que dictará la Prefectura Naval Argentina, para todos los jóvenes del barrio interesados. Este curso es la primera de las actividades, que continuarán en el verano con recitales masivos, talleres participativos, deportes urbanos y ciclos de cine en espacios públicos del barrio de Constitución. En esta misma línea de profundización, el programa Puntos de Cultura que hemos lanzado recientemente creará una red de organizaciones sociales de todo el país con un sentido profundamente federal. El programa contempla la entrega de recursos y de equipamiento multimedia para la comunicación; la capacitación en TIC y otras estrategias de trabajo cultural comunitario. Porque son las organizaciones sociales las que están protagonizando, como actores centrales, el cambio de paradigma social y cultural. Y son las que nos demuestran que la cultura es una herramienta de transformación social, y un factor clave para la recomposición del tejido social.
La Ley de Medios Audiovisuales fue la batalla cultural más importante encarada por el gobierno nacional hasta ahora. Su sanción por el Congreso por un amplio abanico de fuerzas parlamentarias, luego de una intensa e inédita discusión a lo largo de foros desplegados por todo el territorio nacional, permitió multiplicar los canales de comunicación y significó un avance inédito en la pelea por la pluralidad de voces. Ahora lo que falta es llenar de contenidos esos nuevos espacios que se abren. Producir más cine, más programas culturales y educativos, para cubrir cientos y cientos de horas de programación. Recordemos, como botón de muestra, que en este momento hay más de 200 señales televisivas, en todo el país, en proceso de licitación.
El Centro de Producción e Investigación Audiovisual (CePIA), que recientemente lanzamos desde la Secretaría de Cultura de la Nación, viene precisamente a cumplir esa función.
El CePIA, que ya cuenta con 50 series televisivas de cuatro y ocho capítulos y con un registro audiovisual de las principales actividades culturales que se llevan a cabo a lo largo del país, fomenta la producción de programas culturales, centrándose en la promoción y rescate de la identidad, la memoria histórica, el debate de ideas, los Derechos Humanos y la construcción de ciudadanía. En relativamente poco tiempo hemos pasado a ser uno de los grandes productores del mundo en contenidos culturales, científicos e infantiles. Hemos dado vuelta esa suerte de ausencia de soberanía cultural que estaba en las pantallas de televisión de todos los argentinos. Al fin de cuentas, las naciones son tan fuertes como su proyecto cultural.
El Estado tiene que apoyar con financiamiento, equipos y formación técnica de la mano de obra. Las convocatorias son públicas y abiertas a todos los interesados. Y no es que concursamos para determinados temas para luego ver quién los produce: los temas nos son propuestos, lo cual genera también una garantía de pluralidad.
La dirección es la misma que venimos trazando desde el 2003: intentando hacer todos los días aunque sea un poquito, una patria más justa, más solidaria y más soberana. <