El desempleo se compensa con más emprendedores independientes
El enfriamiento de la demanda de trabajo del mercado laboral se ha compensado en parte con el crecimiento la figura del emprendedor que reemplazó la pérdida del empleo con iniciativas personales que y en muchos casos, superando sus ingresos anteriores y sus propias expectativas.
Se estima que por cada dos pérdidas de empleo se crea un nuevo proyecto, muchos de ellos efímeros, y que más del 50% tiene éxito y es de largo plazo.
El término emprendedor, del francés entrepreneur fue definido por primera vez por el economista anglo-francés Richard Cantillon como «la persona que paga un cierto precio para crear vender y/o revender un producto a un precio incierto, tomando decisiones acerca de la obtención y el uso de recursos, y admitiendo consecuentemente el riesgo en el emprendimiento».
El término proviene del latín «prendere» que significa tomar, y que actualmente implica afrontar o enfrentar un desafío que puede ser acometer con una obra o proyecto, con empeño y generalmente, sabiendo de que se trata de un arduo esfuerzo, con alto riesgo, con el propósito de desarrollar un negocio rentable.
Robert Right (Universidad de Yale), Secretario de Trabajo de Bill Clinton (1993-1996) logró la creación record de puestos de trabajo de la historia económica de los Estados Unidos fomentando la creación de pymes y micro-emprendimientos, a través de ventajas fiscales, apoyo financiero y apoyo tecnológico, logístico y hasta administrativo. Esto lleva a investigar el papel y la evolución de las pymes en general: por un lado las microempresas o startup y por otro las empresas asociativas o de autogestión. La gama de alternativas es infinita como ocurre con los servicios tercerizados, los proyectos originados en nuevos productos o servicios, la creación de contenidos informáticos, los servicios logísticos, el delivery de productos o servicios, el transporte de personas, el de mercaderías, los maxi quioscos de multi-producto, los servicios puerta a puerta, el personal trainer, los paseadores, los porteadores, etc.
Esto también tiene una dimensión de búsqueda de independencia económica de las comunidades y desarrollo humano a través de una economía social que trascienda la centralización administrativa y burocratizante de las que las grandes empresas -tanto estatales como privadas- suelen adolecer. También se llama emprendedora a la persona que emprende otro tipo de organizaciones o instituciones no necesariamente comerciales, como las cívicas, las sociales o las políticas.
Esto es debido a que el acto de emprender en sí no sólo es característico del mundo de los negocios o el comercio, sino que es transversal a la sociedad del siglo XXI.
Un caso «mixto» es el del emprendedor o emprendimiento social que busca generar beneficios económicos a la par de tener un enfoque desarrollado en potenciar el bienestar humano que trascienda lo económico y beneficie también a la sociedad en su conjunto.
El entrepreneur en nuestro país es toda una institución que ha generado en parte las bases de la clase media, y que cada tanto, genera alguna estrella rutilante que forma una empresa mediana o grande, a nivel nacional o a nivel multinacional.
Los bancos nacionales y ministerios y secretarías de industria comercio y servicios deberían ser promotores e impulsores de las iniciativas privadas desde el micro-emprendimiento, siguiendo con la empresa instalada local que puede crecer, y culminando con la promoción de los productos y servicios que genera. En el plano de la creatividad propiamente dicha, se deben promover las invenciones, las investigaciones, los gabinetes de desarrollo, y todo trabajo de innovación sobre las técnicas o las tecnologías existentes.
En rigor, la salida al crecimiento amplía el horizonte del desarrollo y del crecimiento si se parte de las iniciativas individuales, que hoy crean nuevas oportunidades a partir de la crisis, que debería ser política de estado para fomentar el progreso y el fortalecimiento de la clase media.
El enfriamiento de la demanda de trabajo del mercado laboral se ha compensado en parte con el crecimiento la figura del emprendedor que reemplazó la pérdida del empleo con iniciativas personales que y en muchos casos, superando sus ingresos anteriores y sus propias expectativas.
Se estima que por cada dos pérdidas de empleo se crea un nuevo proyecto, muchos de ellos efímeros, y que más del 50% tiene éxito y es de largo plazo.
El término emprendedor, del francés entrepreneur fue definido por primera vez por el economista anglo-francés Richard Cantillon como «la persona que paga un cierto precio para crear vender y/o revender un producto a un precio incierto, tomando decisiones acerca de la obtención y el uso de recursos, y admitiendo consecuentemente el riesgo en el emprendimiento».
El término proviene del latín «prendere» que significa tomar, y que actualmente implica afrontar o enfrentar un desafío que puede ser acometer con una obra o proyecto, con empeño y generalmente, sabiendo de que se trata de un arduo esfuerzo, con alto riesgo, con el propósito de desarrollar un negocio rentable.
Robert Right (Universidad de Yale), Secretario de Trabajo de Bill Clinton (1993-1996) logró la creación record de puestos de trabajo de la historia económica de los Estados Unidos fomentando la creación de pymes y micro-emprendimientos, a través de ventajas fiscales, apoyo financiero y apoyo tecnológico, logístico y hasta administrativo. Esto lleva a investigar el papel y la evolución de las pymes en general: por un lado las microempresas o startup y por otro las empresas asociativas o de autogestión. La gama de alternativas es infinita como ocurre con los servicios tercerizados, los proyectos originados en nuevos productos o servicios, la creación de contenidos informáticos, los servicios logísticos, el delivery de productos o servicios, el transporte de personas, el de mercaderías, los maxi quioscos de multi-producto, los servicios puerta a puerta, el personal trainer, los paseadores, los porteadores, etc.
Esto también tiene una dimensión de búsqueda de independencia económica de las comunidades y desarrollo humano a través de una economía social que trascienda la centralización administrativa y burocratizante de las que las grandes empresas -tanto estatales como privadas- suelen adolecer. También se llama emprendedora a la persona que emprende otro tipo de organizaciones o instituciones no necesariamente comerciales, como las cívicas, las sociales o las políticas.
Esto es debido a que el acto de emprender en sí no sólo es característico del mundo de los negocios o el comercio, sino que es transversal a la sociedad del siglo XXI.
Un caso «mixto» es el del emprendedor o emprendimiento social que busca generar beneficios económicos a la par de tener un enfoque desarrollado en potenciar el bienestar humano que trascienda lo económico y beneficie también a la sociedad en su conjunto.
El entrepreneur en nuestro país es toda una institución que ha generado en parte las bases de la clase media, y que cada tanto, genera alguna estrella rutilante que forma una empresa mediana o grande, a nivel nacional o a nivel multinacional.
Los bancos nacionales y ministerios y secretarías de industria comercio y servicios deberían ser promotores e impulsores de las iniciativas privadas desde el micro-emprendimiento, siguiendo con la empresa instalada local que puede crecer, y culminando con la promoción de los productos y servicios que genera. En el plano de la creatividad propiamente dicha, se deben promover las invenciones, las investigaciones, los gabinetes de desarrollo, y todo trabajo de innovación sobre las técnicas o las tecnologías existentes.
En rigor, la salida al crecimiento amplía el horizonte del desarrollo y del crecimiento si se parte de las iniciativas individuales, que hoy crean nuevas oportunidades a partir de la crisis, que debería ser política de estado para fomentar el progreso y el fortalecimiento de la clase media.