“Por favor, no te alterés”, debió pedirle la panelista Marcela Tauro a Leonardo Fariña durante la segunda y última pausa, cuando insistía en su defensa contra las acusaciones por presunto lavado de dinero en favor del empresario Lázaro Báez. Aunque en ese momento todavía no se lo había contado a nadie, acababa de enterarse que su esposa Karina Jelinek había dejado la casa en la que vivían juntos.
En la puerta de América TV, los guardias pedían documentos a quienes quisieran ingresar. Todos los periodistas de otros medios tenían prohibida la entrada. Incluso, dentro del estudio, un productor de «Intrusos en el Espectáculo» controlaba que no hubiese nadie que no fuera del canal. La misión era evitar que pudieran arrebatarle aunque sea una declaración al entrevistado más buscado del momento.
Pese al fuerte hermetismo, Infobae pudo presenciar el programa detrás de las cámaras y ver el backstage de las casi tres horas que Fariña usó para desmentir la denuncia del programa «Periodismo para Todos».
«El señor Jorge Lanata quería ficción y yo le di ficción», aseguró al aire Fariña, e insistió en que se imaginaba que era filmado por una cámara oculta. Por ese motivo, sostuvo, sólo se encargó de reproducir viejas versiones que la prensa había contado sobre su vida. Versiones que, a modo de prueba, llevó impresas en un manojo de papeles.
En un gesto inusual, Jorge Rial evitó casi todas las tandas comerciales para mantener los picos de hasta 15,8 puntos de rating que lo ubicaron al frente de las mediciones de la tarde. En los minutos previos a la primera de las dos pausas, se permitió que los camarógrafos ingresaran a tomar imágenes, pero los obligaron a retirarse antes del corte.
Apenas llegó la pausa, Fariña tomó de la mano a Marina Calabró e intentó explicarle su versión sobre las acusaciones del programa de Lanata, que involucraron a Fabián Rossi, esposo de su hermana Iliana Calabró. “Si mirás bien la cámara (oculta), yo nunca digo nada contra él”, le aseguró. Ella, sin embargo, le corrió la mano.
Aún fuera del aire, los panelistas insistieron en las preguntas sobre los cuantiosos gastos que exhibía en su vida junto a Jelinek. La boda de 390 mil dólares, la Ferrari, las joyas y los frecuentes viajes a Miami en vuelos charter fueron sólo algunos de los ejemplos que le recordaron. “Mi exposición mediática me servía para vender”, argumentó, y recordó, como lo hizo al aire, que la Ferrari California que manejaba no era suya, sino que la había comprado junto a Carlos Molinari, empresario y ex precandidato a vicegobernador bonaerense del kirchnerismo, para un negocio de alquiler de autos. Su casamiento en el salón Tattersall, en tanto, dijo que fue pagado por una empresa a modo de comisión por sus servicios.
Las luces volvieron a encenderse y Fariña continuó con su defensa. Detrás de las cámaras, el personal del programa murmuraba ante las explicaciones legales que daba contra el uso de las cámaras ocultas. “Se nota la mano de (Fernando) Burlando”, comentaban. Al aire, sin embargo, aseguró que no tiene abogado porque no hay aún ninguna causa en su contra.
Otro bloque pasó y las cámaras volvieron a apagarse. “¿Tengo tiempo para salir a fumar?”, preguntó el entrevistado. “Vos estás loco, afuera no se puede salir por la gente que hay”, le dijo un productor. Fariña sacó entonces un cigarrillo y lo prendió en el estudio. Se acercó a saludar al periodista Diego Leuco y volvió a hablar con Marina Calabró.
“Sería una locura que tu hermana se pelee con Rossi por esto”, le insistió. Incluso le solicitó a Luis Ventura que lo respalde. “Contale que nunca dije nada contra él”, pidió.
La vedette, panelista y politóloga insistió en los cuestionamientos: “La verdad que si hiciste la cámara para defenderte, no te entiendo. Te tiraste a vos y a mi familia dos mil kilos de barro encima”.
Pese a que «Intrusos» ya se había pasado de su horario habitual, la entrevista continuó. “Seguimos hasta donde nos dejen”, pidió Rial. Desde la gerencia autorizaron: en ese momento eran el canal más visto de la Argentina.
Otra vez al aire, el conductor intentó cruzar a Fariña con Lanata, quien era entrevistado en esos momentos por Luis Majul en radio La Red. “Ahora me toca a mí dar mi versión”, se justificó al rechazar el pedido.
Antes de que terminara el programa, el esposo de Jelinek insistió una vez más en desligar a Rossi, Báez y a sí mismo y volvió a apuntar contra el periodista del grupo Clarín y contra el financista Federico Elaskar.
Finalizó «Intrusos», las luces se apagaron y las cámaras dejaron de filmar. Fariña prendió otro cigarrillo, agradeció la entrevista y subió al último piso del canal. En el pasillo, otros programas de América le sacaron unas pocas declaraciones más.
Afuera, todos los canales de televisión lo esperaban. Adentro, él se reunía con los productores de los principales programas periodísticos de América y América 24. Todos querían tenerlo. Pero él se excusó: su intención, al menos por el momento, es no dar más entrevistas. Allí, les confesó además que en el programa se había enterado de que Jelinek dejaba su casa.
Eran tantas las cámaras afuera del edificio, que sabía que no iba a poder salir. Alguien bajó a buscar el Mercedes Benz SLK que le habían prestado y lo ingresó a la puerta del canal para que pudiera subirse. Antes de dejar la reunión, Fariña dejó una última frase: “Estuvo bueno cuando Jorge me preguntó quién la tenía más larga, si Lanata o yo. Estuve a punto de decirle que yo. Soy más joven y me funciona mejor”.
En la puerta de América TV, los guardias pedían documentos a quienes quisieran ingresar. Todos los periodistas de otros medios tenían prohibida la entrada. Incluso, dentro del estudio, un productor de «Intrusos en el Espectáculo» controlaba que no hubiese nadie que no fuera del canal. La misión era evitar que pudieran arrebatarle aunque sea una declaración al entrevistado más buscado del momento.
Pese al fuerte hermetismo, Infobae pudo presenciar el programa detrás de las cámaras y ver el backstage de las casi tres horas que Fariña usó para desmentir la denuncia del programa «Periodismo para Todos».
«El señor Jorge Lanata quería ficción y yo le di ficción», aseguró al aire Fariña, e insistió en que se imaginaba que era filmado por una cámara oculta. Por ese motivo, sostuvo, sólo se encargó de reproducir viejas versiones que la prensa había contado sobre su vida. Versiones que, a modo de prueba, llevó impresas en un manojo de papeles.
En un gesto inusual, Jorge Rial evitó casi todas las tandas comerciales para mantener los picos de hasta 15,8 puntos de rating que lo ubicaron al frente de las mediciones de la tarde. En los minutos previos a la primera de las dos pausas, se permitió que los camarógrafos ingresaran a tomar imágenes, pero los obligaron a retirarse antes del corte.
Apenas llegó la pausa, Fariña tomó de la mano a Marina Calabró e intentó explicarle su versión sobre las acusaciones del programa de Lanata, que involucraron a Fabián Rossi, esposo de su hermana Iliana Calabró. “Si mirás bien la cámara (oculta), yo nunca digo nada contra él”, le aseguró. Ella, sin embargo, le corrió la mano.
Aún fuera del aire, los panelistas insistieron en las preguntas sobre los cuantiosos gastos que exhibía en su vida junto a Jelinek. La boda de 390 mil dólares, la Ferrari, las joyas y los frecuentes viajes a Miami en vuelos charter fueron sólo algunos de los ejemplos que le recordaron. “Mi exposición mediática me servía para vender”, argumentó, y recordó, como lo hizo al aire, que la Ferrari California que manejaba no era suya, sino que la había comprado junto a Carlos Molinari, empresario y ex precandidato a vicegobernador bonaerense del kirchnerismo, para un negocio de alquiler de autos. Su casamiento en el salón Tattersall, en tanto, dijo que fue pagado por una empresa a modo de comisión por sus servicios.
Las luces volvieron a encenderse y Fariña continuó con su defensa. Detrás de las cámaras, el personal del programa murmuraba ante las explicaciones legales que daba contra el uso de las cámaras ocultas. “Se nota la mano de (Fernando) Burlando”, comentaban. Al aire, sin embargo, aseguró que no tiene abogado porque no hay aún ninguna causa en su contra.
Otro bloque pasó y las cámaras volvieron a apagarse. “¿Tengo tiempo para salir a fumar?”, preguntó el entrevistado. “Vos estás loco, afuera no se puede salir por la gente que hay”, le dijo un productor. Fariña sacó entonces un cigarrillo y lo prendió en el estudio. Se acercó a saludar al periodista Diego Leuco y volvió a hablar con Marina Calabró.
“Sería una locura que tu hermana se pelee con Rossi por esto”, le insistió. Incluso le solicitó a Luis Ventura que lo respalde. “Contale que nunca dije nada contra él”, pidió.
La vedette, panelista y politóloga insistió en los cuestionamientos: “La verdad que si hiciste la cámara para defenderte, no te entiendo. Te tiraste a vos y a mi familia dos mil kilos de barro encima”.
Pese a que «Intrusos» ya se había pasado de su horario habitual, la entrevista continuó. “Seguimos hasta donde nos dejen”, pidió Rial. Desde la gerencia autorizaron: en ese momento eran el canal más visto de la Argentina.
Otra vez al aire, el conductor intentó cruzar a Fariña con Lanata, quien era entrevistado en esos momentos por Luis Majul en radio La Red. “Ahora me toca a mí dar mi versión”, se justificó al rechazar el pedido.
Antes de que terminara el programa, el esposo de Jelinek insistió una vez más en desligar a Rossi, Báez y a sí mismo y volvió a apuntar contra el periodista del grupo Clarín y contra el financista Federico Elaskar.
Finalizó «Intrusos», las luces se apagaron y las cámaras dejaron de filmar. Fariña prendió otro cigarrillo, agradeció la entrevista y subió al último piso del canal. En el pasillo, otros programas de América le sacaron unas pocas declaraciones más.
Afuera, todos los canales de televisión lo esperaban. Adentro, él se reunía con los productores de los principales programas periodísticos de América y América 24. Todos querían tenerlo. Pero él se excusó: su intención, al menos por el momento, es no dar más entrevistas. Allí, les confesó además que en el programa se había enterado de que Jelinek dejaba su casa.
Eran tantas las cámaras afuera del edificio, que sabía que no iba a poder salir. Alguien bajó a buscar el Mercedes Benz SLK que le habían prestado y lo ingresó a la puerta del canal para que pudiera subirse. Antes de dejar la reunión, Fariña dejó una última frase: “Estuvo bueno cuando Jorge me preguntó quién la tenía más larga, si Lanata o yo. Estuve a punto de decirle que yo. Soy más joven y me funciona mejor”.