Gingrich y Huntsman pretenden revivir los debates de Lincoln y Douglas.
Las aspiraciones de ser el candidato republicano a la Presidencia de EE.UU. de Newt Gingrich y Jon Huntsman pasarán este lunes por un debate que para algunos tiene ecos del que sostuvieron en 1858 Abraham Lincoln y el senador Stephen Douglas.
Los responsables de sus campañas afirman que el debate de este lunes servirá para someter a un detallado escrutinio las posiciones políticas de cada uno.
Sin embargo la cuestión es si ellos, los votantes y los medios son capaces de un intercambio inteligente y detallado asimilable a las 21 horas de discursos y discusiones de Lincoln y Douglas hace ya 113 años.
Los 14 debates que han celebrado las filas republicanas en lo que va de año ha provocado numerosos cambios de rumbo: han reforzado a Gingrich, terminado con Tim Pawlentys y dañado seriamente la aspiración de Rick Perry.
Sin embargo, poca luz han arrojado sobre el pensamiento político y los valores de los candidatos. Con su formato muy marcado por la actuación de los moderadores a la búsqueda de titulares, han dejado poco margen para que los candidatos se desafíen.
¿Quiénes eran Lincoln y Douglas?
En 1858, Abraham Lincoln, antiguo legislador estatal y en su primera legislatura como congresista, concurría por una plaza en el Senado con el recientemente formado Partido Republicano contra el senador demócrata de Illinois Stephen Douglas.
Una de las más prominentes figuras de la época, el senador fue desafiado por Lincoln a una serie de debates en un esfuerzo por ganar visibilidad y mostrar su poder de oratoria.
Los cinco debates que tuvieron lugar en el estado de Illinois se basaron fundamentalmente en el principal asunto del momento: si EE.UU. debería extender la esclavitud hacia el oeste.
¿En qué son diferentes los debates actuales?
Primero, los de Lincoln y Douglas duraban tres horas. Comenzaban con un discurso de una hora por parte de uno de ellos, después una intervención de hora y media por parte del otro y finalmente media hora para el primero en hablar.
Ambos pretenden ganar con un debate que no está exento de riesgos para ellos.
No había moderador ni intervención de periodista alguno. No tenían que condensar sus opiniones en grandes titulares.
Cada candidato podía profundizar en los asuntos que trataba y desafiar las posiciones del otro, como explica David Zarefsky, profesor emérito de Comunicación de la Universidad del Noroeste.
«Había una discusión extensa y sustancial», comenta. «Podían llegar a hacer acusaciones sin pruebas, pero los temas eran desarrollados en una profundidad considerable».
¿Sobre qué discutían?
Newt Gingrich
Presidente de la Cámara de Representantes de EE.UU. entre 1995 y 1999, aspira a protagonizar una de las remontadas políticas más importantes de la historia.
En 1994, llevó a los republicanos a hacerse con el control de la Cámara Baja por primera vez en décadas. La revista Time lo llegó a nombrar hombre del año en 1995.
Pero la derrota en las elecciones de medio término lo llevó a dimitir en 1999.
Desde entonces se convirtió en un azote externo de todo lo que sonara a progresista.
Doctor en Historia, siempre ha destacado por su retórica incendiaria. Su última perla: en uno de los debates dijo que el palestino es un «pueblo inventado”.
Lincoln se oponía a extender la esclavitud hacia el oeste, mientras Douglas apostaba por permitir que los votantes de cada lugar decidieran.
Al final, Lincoln había dado la vuelta a los argumentos para hablar sobre la moralidad de la posición de Douglas.
«Realmente se terminó convirtiendo en si apoyar la extensión de la esclavitud a otros territorios significaba creer que la esclavitud no era suficientemente inmoral», explica el historiador James Oakes, de la City University de Nueva York, autor de numerosos libros sobre Lincoln y la esclavitud.
Eso no implica que ninguno de los dos distorsionara la posición del otro. Aunque es cierto que cada uno trató de dejar al contrincante como un extremista, a la búsqueda del electorado de centro.
Lincoln intentó que Douglas apareciera como alguien que apoyaba la esclavitud en los estados del norte. Por su parte, Douglas buscó retratar a Lincoln como un radical abolicionista que favorecía la igualdad política de los negros.
Gingrich y Huntsman, ¿van a discutir durante tres horas?
El formato preciso del debate no ha sido adelantado, pero es casi seguro que la respuesta a la pregunta es que no.
Un modelo podría ser el Lincoln-Douglas, con rondas más cortas, lo que en cualquier caso requeriría conocimiento profundo de los temas, velocidad de pensamiento y un fuerte potencial analítico, opina J. Scott Wunn, veterano entrenador de competiciones de debate de escuela secundaria.
¿Qué puede aportar Gingrich y Huntsman?
Jon Huntsman
Exgobernador de Utah, se unió a la carrera republicana con una etiqueta algo rara: el haber trabajado para el otro bando.
Embajador en China durante dos años de la gestión Obama, es probablemente el que tiene más experiencia diplomática de los candidatos.
Hijo de multimillonario, dejó la secundaria para tocar en un grupo de rock. Posteriormente terminó sus estudios y se graduó en la Universidad de Pennsylvania.
Fue misionero mormón en Taiwan, embajador en Singapur durante el gobierno de George Bush.
Dicen que habla chino mandarín.
Gingrich, antiguo portavoz del Congreso, tiene un doctorado en Historia por la Universidad Tulane y presume de ser un pensador y un intelectual. Le debe su resurgimiento en las encuestas a su buen desempeño en los debates, donde ha querido expresar su conocimiento y experiencia política.
Huntsman, exgobernador de Utah, tiene larga experiencia en el gobierno y en el sector privado, y está deseando ganar visibilidad.
Los debates anteriores han sido a múltiples bandas. Hasta ocho candidatos ha habido en alguno y Huntsman ha sido ampliamente ignorado por los moderadores que querían dar más espacio a los que gozaban de mayor apoyo en las encuestas.
Y ambos esperan que sus fuertes actuaciones les permita desgastar a quien de momento sigue siendo favorito, el exgobernador de Massachusetts, Mitt Romney, opina Dante Scala, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de New Hampshire.
«Ambos tienen una alianza temporal que se basa en el rival común», dice Scala.
¿Cuáles son los peligros potenciales?
Lincoln no consiguió ser senador, pero llegó a presidente dos años después.
De entrada, los dos tendrán que defender sus posiciones contra los desafíos del otro, probablemente por primera vez. Y no podrán hacer declaraciones sin bases o con propuestas políticas insostenibles con tanta facilidad.
Los debates anteriores han sido «intercambios de afirmaciones bastante superficiales», según el profesor Zarefsky. «Las discusiones no han ido más allá del primer nivel. Han tenido tiempo para aclarar la posición propia y hacer una acusación a otro candidato, poco más».
También, en las extensas discusiones al estilo Lincoln-Douglas, los aspirantes pierden en cierta medida el control de sus mensajes.
Los aspirantes terminan dando respuestas largas, lo que permite a los periodistas un margen mayor a la hora de hacer la crónica del encuentro.
«Es más duro controlar los 15 segundos que serán extraídos de un discurso de media hora», comenta Isaac Wright, consultor político demócrata.
¿Lo verán los votantes?
En 1858, la oratoria política era una de las más populares formas de entretenimiento, según el profesor Douglas Wilson, codirector del Centro de Estudios sobre Lincoln del Knox College de Illinois.
Los votantes no tenían televisión, ni cine, ni internet, así que cuando dos prominentes oradores llegaban a la ciudad, se congregaban miles de personas. Quienes ya tenían decidido su voto se solían convertir en una especie de hinchada.
La audiencia política estadounidense de 2011, sin embargo, no parece entrenada para seguir tres horas de intenso debate, opina Zarefsky.
Los debates de este año han sido seguidos con popularidad desigual, pero está claro que han alterado el curso de la campaña.
¿Y quién ganó los debates entre Lincoln y Douglas?
Douglas ganó la elección, aunque claro, los senadores en 1858 no eran elegidos por voto popular sino de las cámaras estatales.
La extraordinaria actuación de Lincoln contra un titán político disparó su popularidad a nivel nacional y al año siguiente el Partido Republicano lo designó candidato a la Presidencia.
Douglas compitió y perdió. Lo que vino después es historia.
«Si no hubiera sido por esos debates, nadie hubiera conocido a Lincoln fuera de Illinois», opina Oakes.
Las aspiraciones de ser el candidato republicano a la Presidencia de EE.UU. de Newt Gingrich y Jon Huntsman pasarán este lunes por un debate que para algunos tiene ecos del que sostuvieron en 1858 Abraham Lincoln y el senador Stephen Douglas.
Los responsables de sus campañas afirman que el debate de este lunes servirá para someter a un detallado escrutinio las posiciones políticas de cada uno.
Sin embargo la cuestión es si ellos, los votantes y los medios son capaces de un intercambio inteligente y detallado asimilable a las 21 horas de discursos y discusiones de Lincoln y Douglas hace ya 113 años.
Los 14 debates que han celebrado las filas republicanas en lo que va de año ha provocado numerosos cambios de rumbo: han reforzado a Gingrich, terminado con Tim Pawlentys y dañado seriamente la aspiración de Rick Perry.
Sin embargo, poca luz han arrojado sobre el pensamiento político y los valores de los candidatos. Con su formato muy marcado por la actuación de los moderadores a la búsqueda de titulares, han dejado poco margen para que los candidatos se desafíen.
¿Quiénes eran Lincoln y Douglas?
En 1858, Abraham Lincoln, antiguo legislador estatal y en su primera legislatura como congresista, concurría por una plaza en el Senado con el recientemente formado Partido Republicano contra el senador demócrata de Illinois Stephen Douglas.
Una de las más prominentes figuras de la época, el senador fue desafiado por Lincoln a una serie de debates en un esfuerzo por ganar visibilidad y mostrar su poder de oratoria.
Los cinco debates que tuvieron lugar en el estado de Illinois se basaron fundamentalmente en el principal asunto del momento: si EE.UU. debería extender la esclavitud hacia el oeste.
¿En qué son diferentes los debates actuales?
Primero, los de Lincoln y Douglas duraban tres horas. Comenzaban con un discurso de una hora por parte de uno de ellos, después una intervención de hora y media por parte del otro y finalmente media hora para el primero en hablar.
Ambos pretenden ganar con un debate que no está exento de riesgos para ellos.
No había moderador ni intervención de periodista alguno. No tenían que condensar sus opiniones en grandes titulares.
Cada candidato podía profundizar en los asuntos que trataba y desafiar las posiciones del otro, como explica David Zarefsky, profesor emérito de Comunicación de la Universidad del Noroeste.
«Había una discusión extensa y sustancial», comenta. «Podían llegar a hacer acusaciones sin pruebas, pero los temas eran desarrollados en una profundidad considerable».
¿Sobre qué discutían?
Newt Gingrich
Presidente de la Cámara de Representantes de EE.UU. entre 1995 y 1999, aspira a protagonizar una de las remontadas políticas más importantes de la historia.
En 1994, llevó a los republicanos a hacerse con el control de la Cámara Baja por primera vez en décadas. La revista Time lo llegó a nombrar hombre del año en 1995.
Pero la derrota en las elecciones de medio término lo llevó a dimitir en 1999.
Desde entonces se convirtió en un azote externo de todo lo que sonara a progresista.
Doctor en Historia, siempre ha destacado por su retórica incendiaria. Su última perla: en uno de los debates dijo que el palestino es un «pueblo inventado”.
Lincoln se oponía a extender la esclavitud hacia el oeste, mientras Douglas apostaba por permitir que los votantes de cada lugar decidieran.
Al final, Lincoln había dado la vuelta a los argumentos para hablar sobre la moralidad de la posición de Douglas.
«Realmente se terminó convirtiendo en si apoyar la extensión de la esclavitud a otros territorios significaba creer que la esclavitud no era suficientemente inmoral», explica el historiador James Oakes, de la City University de Nueva York, autor de numerosos libros sobre Lincoln y la esclavitud.
Eso no implica que ninguno de los dos distorsionara la posición del otro. Aunque es cierto que cada uno trató de dejar al contrincante como un extremista, a la búsqueda del electorado de centro.
Lincoln intentó que Douglas apareciera como alguien que apoyaba la esclavitud en los estados del norte. Por su parte, Douglas buscó retratar a Lincoln como un radical abolicionista que favorecía la igualdad política de los negros.
Gingrich y Huntsman, ¿van a discutir durante tres horas?
El formato preciso del debate no ha sido adelantado, pero es casi seguro que la respuesta a la pregunta es que no.
Un modelo podría ser el Lincoln-Douglas, con rondas más cortas, lo que en cualquier caso requeriría conocimiento profundo de los temas, velocidad de pensamiento y un fuerte potencial analítico, opina J. Scott Wunn, veterano entrenador de competiciones de debate de escuela secundaria.
¿Qué puede aportar Gingrich y Huntsman?
Jon Huntsman
Exgobernador de Utah, se unió a la carrera republicana con una etiqueta algo rara: el haber trabajado para el otro bando.
Embajador en China durante dos años de la gestión Obama, es probablemente el que tiene más experiencia diplomática de los candidatos.
Hijo de multimillonario, dejó la secundaria para tocar en un grupo de rock. Posteriormente terminó sus estudios y se graduó en la Universidad de Pennsylvania.
Fue misionero mormón en Taiwan, embajador en Singapur durante el gobierno de George Bush.
Dicen que habla chino mandarín.
Gingrich, antiguo portavoz del Congreso, tiene un doctorado en Historia por la Universidad Tulane y presume de ser un pensador y un intelectual. Le debe su resurgimiento en las encuestas a su buen desempeño en los debates, donde ha querido expresar su conocimiento y experiencia política.
Huntsman, exgobernador de Utah, tiene larga experiencia en el gobierno y en el sector privado, y está deseando ganar visibilidad.
Los debates anteriores han sido a múltiples bandas. Hasta ocho candidatos ha habido en alguno y Huntsman ha sido ampliamente ignorado por los moderadores que querían dar más espacio a los que gozaban de mayor apoyo en las encuestas.
Y ambos esperan que sus fuertes actuaciones les permita desgastar a quien de momento sigue siendo favorito, el exgobernador de Massachusetts, Mitt Romney, opina Dante Scala, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de New Hampshire.
«Ambos tienen una alianza temporal que se basa en el rival común», dice Scala.
¿Cuáles son los peligros potenciales?
Lincoln no consiguió ser senador, pero llegó a presidente dos años después.
De entrada, los dos tendrán que defender sus posiciones contra los desafíos del otro, probablemente por primera vez. Y no podrán hacer declaraciones sin bases o con propuestas políticas insostenibles con tanta facilidad.
Los debates anteriores han sido «intercambios de afirmaciones bastante superficiales», según el profesor Zarefsky. «Las discusiones no han ido más allá del primer nivel. Han tenido tiempo para aclarar la posición propia y hacer una acusación a otro candidato, poco más».
También, en las extensas discusiones al estilo Lincoln-Douglas, los aspirantes pierden en cierta medida el control de sus mensajes.
Los aspirantes terminan dando respuestas largas, lo que permite a los periodistas un margen mayor a la hora de hacer la crónica del encuentro.
«Es más duro controlar los 15 segundos que serán extraídos de un discurso de media hora», comenta Isaac Wright, consultor político demócrata.
¿Lo verán los votantes?
En 1858, la oratoria política era una de las más populares formas de entretenimiento, según el profesor Douglas Wilson, codirector del Centro de Estudios sobre Lincoln del Knox College de Illinois.
Los votantes no tenían televisión, ni cine, ni internet, así que cuando dos prominentes oradores llegaban a la ciudad, se congregaban miles de personas. Quienes ya tenían decidido su voto se solían convertir en una especie de hinchada.
La audiencia política estadounidense de 2011, sin embargo, no parece entrenada para seguir tres horas de intenso debate, opina Zarefsky.
Los debates de este año han sido seguidos con popularidad desigual, pero está claro que han alterado el curso de la campaña.
¿Y quién ganó los debates entre Lincoln y Douglas?
Douglas ganó la elección, aunque claro, los senadores en 1858 no eran elegidos por voto popular sino de las cámaras estatales.
La extraordinaria actuación de Lincoln contra un titán político disparó su popularidad a nivel nacional y al año siguiente el Partido Republicano lo designó candidato a la Presidencia.
Douglas compitió y perdió. Lo que vino después es historia.
«Si no hubiera sido por esos debates, nadie hubiera conocido a Lincoln fuera de Illinois», opina Oakes.