En el espacio coinciden en que fue un error de la diputada del CC adelantar la discusión por Macri, pero admiten que sus movimientos dan visibilidad
Despuntaba febrero. El Frente Amplio-UNEN (FAU) era un proyecto embrionario que había empezado a tomar forma sólo un mes antes en Rosario. Y Elisa Carrió tiró la primera bomba. «Si bien tengo varias denuncias contra Macri, rescato muchísimo a muchísima gente de Pro», dijo. Fue el primer capítulo de un debate complejo que no sólo atravesó el armado del frente en los meses siguientes. También empañó su lanzamiento hace dos semanas y aún hoy lo sobrevuela (ver aparte). Promete además seguir vigente hasta que el FAU decida si unirá o no su destino electoral al del macrismo en 2015.
Menos de 24 horas después del debut en el Broadway, Carrió volvió al ataque. Planteó sin vueltas que no votaría a varios de sus compañeros del frente. Hace poco más de una semana volvió a sacudir el escenario cuando habló en público de su sueño de ser gobernadora bonaerense. Fueron tres cimbronazos con el sello de Carrió en menos de tres meses.
Nadie lo reconocerá en público, pero el «factor Carrió» aparece en las conversaciones entre los integrantes del frente en distintos niveles y deriva en análisis varios.
Hay coincidencia en que fue un error haber puesto tan pronto sobre la mesa la discusión respecto de Pro. Se aceleró un debate ríspido e innecesario para este tramo de la campaña y se abonó la tesis (atada al fantasma de la Alianza) de que en el FAU las diferencias pesan más que las coincidencias y de que la experiencia frentista está destinada al fracaso.
Pero, al mismo tiempo, apuntan, sirvió para «demostrar que el frente es un espacio amplio y capaz de aceptar el disenso» y que ése es un capital que conviene alimentar.
Lo que no está claro es dónde está el límite entre dar muestras de apertura y pluralidad, y dinamitar el acuerdo. «Pino» Solanas, Margarita Stolbizer y Libres del Sur no tienen dudas de que seguir avanzando es suicida. Hermes Binner no lo tiene tan claro (o por lo menos ésa es la imagen que busca transmitir en público) y la UCR aparece cada vez más convencida de que abrirle las puertas al macrismo es necesario para ilusionarse con la segunda vuelta.
«Puede ser que el momento no haya sido el mejor, pero más temprano que tarde, es una discusión que tenemos que dar», dijo a LA NACION un allegado de Carrió.
También hay consenso en que las «bombas de Carrió» no sorprenden. No son ni más ni menos, aseguran, que la versión 2014 de una forma de hacer política que la caracteriza desde siempre. Pretenden tal vez diluir el peso de los embates en su larga trayectoria de peleas con socios.
«Asumimos que Carrió va a decir estas cosas hasta las PASO. Es su manera de posicionarse. Desde el momento que la aceptás adentro, la aceptás con sus pros y contras», describió, entre risueño y resignado, un dirigente que la conoce bien. «Hay que aceptar el riesgo Carrió y, en todo caso, tratar de contener eventuales daños, pero suma. El debate suma», añadió, pragmático, otro.
Los más reticentes a las movidas de Carrió cuentan con que la diputada va a tirar de la soga, pero sin romper. Entre otras cosas, razonan, porque, si lo hace, «no tiene adónde ir».
Capítulo aparte para el tubo de ensayo de la gobernación bonaerense. Todos verían con buenos ojos que Carrió aceptara el desafío. «Nos resolvería un problemón», admitió casi en un suspiro un dirigente radical. El FAU no tiene candidato en la provincia. La bajada de Carrió no sólo sumaría un buen caudal de votos en el distrito más importante. También despejaría la interna presidencial.
Más de uno sonrió ante la reacción de Darío Giustozzi, que pocas horas después de la declaración de Carrió apuntó contra los «porteños improvisados» que pretenden gobernar la provincia. «Que el massismo haya reaccionado a los cinco minutos es la prueba más clara de que la posibilidad les mete miedo», festejan.
Una figura que nunca pasa inadvertida
El poder de fuego mediático que aporta le viene bien a la coalición, que suele carecer de impacto. Para los que quieren aliarse a Pro, es un puntal
Existe temor de que en sus virajes termine estropeando el costoso armado que implicó el Frente Amplio-UNEN
como fue de gennaro hace dos años
carrió solo es un margen
entrismo católico en el bloque radical-socialista … claro