Martes 22 de Enero de 2013
Por Ezequiel Rudman.- Apuesta a heredar el cristinismo.
Presión de los intendentes y una oferta de Solá
Por: Rudman Ezequiel
Sergio Massa ¿Con qué criterio Néstor Kirchner ungió a Daniel Scioli como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires en 2007? Su entonces compañero de fórmula, blanco de Cristina de Kirchner en el Senado, era el dirigente que garantizaba un triunfo del Frente para la Victoria cuando el duhaldismo todavía peleaba el dominio territorial del principal distrito electoral del país. De cara a las próximas elecciones legislativas, la moraleja podría aplicarse a Sergio Massa, el intendente que pondría punto final al dilema cristinista en territorio bonaerense.
El «índice Massa» fluctúa día a día, se mueve en un mercado paralelo de la política y, como en el dólar «blue», son apenas unos pocos operadores quienes definen el valor de las acciones del intendente. Tanto Scioli como Massa saben que su suerte está atada a la de Cristina de Kirchner. En el peronismo, apelan a la metáfora de la «calesita». Todos sueñan con suceder a la Presidente y, al mismo tiempo, repiten como un mantra que su futuro electoral está atado a un final decoroso de la gestión cristinista. «Lo importante es que Cristina no choque la calesita del peronismo; de lo contrario, perdemos todos», razonan en La Plata y en Tigre.
Además de compartir la metáfora de la calesita, Scioli y Massa no tienen vocación de ruptura con el kirchnerismo. Aspiran al paquete llave en mano, a surgir como los herederos naturales del primer Gobierno peronista que gobernó durante tres períodos consecutivos a la Argentina y que, en sus distintas versiones, sumó más del 70% del padrón electoral en las últimas elecciones presidenciales -entre peronistas oficialistas y opositores-. No luce como un negocio redituable, al menos en términos electorales, romper con una administración que obtuvo el 54% de los votos y construir un liderazgo a contramano, desde afuera. Tal vez por eso, Massa evalúa hoy tensar sin romper. Provocar para esperar una reacción. La salida salomónica para el jefe comunal del norte del conurbano, apoyada por una veintena de intendentes que esperan su lanzamiento el próximo 4 de marzo. En las reuniones que Massa encabezó en la costa atlántica se dispararon las acciones que lo impulsan a competir en la primarias abiertas, simultáneas y obligatorias previstas para el segundo domingo de agosto por dentro del oficialista Frente para la Victoria. Un desafío a la Presidente que, sin su aval previo, equivaldría a una ruptura.
El verdadero objetivo de Massa no son las legislativas de octubre, sino las elecciones de 2015. Al igual que Scioli, por ahora se muestra como un heredero natural del peronismo kirchnerista. Basta un indicio para revelar el interés de Massa en mantenerse como una opción potable para la Casa Rosada. La semana pasada, desde la intendencia de Tigre, inundaron la redacción con llamados telefónicos para desautorizar al diputado nacional Alberto Roberti, quien aseguró que Massa competiría en octubre con su Frente Renovador por fuera del kirchnerismo.
En el inestable y fluctuante «índice Massa» se disparó ayer la posibilidad de competir por dentro del Frente para la Victoria en las próximas PASO. El diputado nacional por el Frente Peronista Felipe Solá blanqueó su intención de compartir la boleta con Massa en las próximas elecciones legislativas. «Yo no lo descarto», afirmó Solá sobre esa posibilidad, aunque enseguida aclaró que no está «en condiciones de adelantarlo», sobre todo porque el intendente todavía no confirmó si será candidato ni si va a competir por fuera del kirchnerismo. El exgoberandor de la provincia de Buenos Aires se manifestó además esperanzado en que en esta oportunidad las elecciones internas, abiertas y simultáneas sirvan para «aclararle las cosas a la gente» y permitan llegar a la elección general con menos listas. «Hace dos años, casi nadie fue a internas en los niveles altos, pero esta vez hay que utilizarlas mejor», explicó.
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Por Ezequiel Rudman.- Apuesta a heredar el cristinismo.
Presión de los intendentes y una oferta de Solá
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Sergio Massa ¿Con qué criterio Néstor Kirchner ungió a Daniel Scioli como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires en 2007? Su entonces compañero de fórmula, blanco de Cristina de Kirchner en el Senado, era el dirigente que garantizaba un triunfo del Frente para la Victoria cuando el duhaldismo todavía peleaba el dominio territorial del principal distrito electoral del país. De cara a las próximas elecciones legislativas, la moraleja podría aplicarse a Sergio Massa, el intendente que pondría punto final al dilema cristinista en territorio bonaerense.
El «índice Massa» fluctúa día a día, se mueve en un mercado paralelo de la política y, como en el dólar «blue», son apenas unos pocos operadores quienes definen el valor de las acciones del intendente. Tanto Scioli como Massa saben que su suerte está atada a la de Cristina de Kirchner. En el peronismo, apelan a la metáfora de la «calesita». Todos sueñan con suceder a la Presidente y, al mismo tiempo, repiten como un mantra que su futuro electoral está atado a un final decoroso de la gestión cristinista. «Lo importante es que Cristina no choque la calesita del peronismo; de lo contrario, perdemos todos», razonan en La Plata y en Tigre.
Además de compartir la metáfora de la calesita, Scioli y Massa no tienen vocación de ruptura con el kirchnerismo. Aspiran al paquete llave en mano, a surgir como los herederos naturales del primer Gobierno peronista que gobernó durante tres períodos consecutivos a la Argentina y que, en sus distintas versiones, sumó más del 70% del padrón electoral en las últimas elecciones presidenciales -entre peronistas oficialistas y opositores-. No luce como un negocio redituable, al menos en términos electorales, romper con una administración que obtuvo el 54% de los votos y construir un liderazgo a contramano, desde afuera. Tal vez por eso, Massa evalúa hoy tensar sin romper. Provocar para esperar una reacción. La salida salomónica para el jefe comunal del norte del conurbano, apoyada por una veintena de intendentes que esperan su lanzamiento el próximo 4 de marzo. En las reuniones que Massa encabezó en la costa atlántica se dispararon las acciones que lo impulsan a competir en la primarias abiertas, simultáneas y obligatorias previstas para el segundo domingo de agosto por dentro del oficialista Frente para la Victoria. Un desafío a la Presidente que, sin su aval previo, equivaldría a una ruptura.
El verdadero objetivo de Massa no son las legislativas de octubre, sino las elecciones de 2015. Al igual que Scioli, por ahora se muestra como un heredero natural del peronismo kirchnerista. Basta un indicio para revelar el interés de Massa en mantenerse como una opción potable para la Casa Rosada. La semana pasada, desde la intendencia de Tigre, inundaron la redacción con llamados telefónicos para desautorizar al diputado nacional Alberto Roberti, quien aseguró que Massa competiría en octubre con su Frente Renovador por fuera del kirchnerismo.
En el inestable y fluctuante «índice Massa» se disparó ayer la posibilidad de competir por dentro del Frente para la Victoria en las próximas PASO. El diputado nacional por el Frente Peronista Felipe Solá blanqueó su intención de compartir la boleta con Massa en las próximas elecciones legislativas. «Yo no lo descarto», afirmó Solá sobre esa posibilidad, aunque enseguida aclaró que no está «en condiciones de adelantarlo», sobre todo porque el intendente todavía no confirmó si será candidato ni si va a competir por fuera del kirchnerismo. El exgoberandor de la provincia de Buenos Aires se manifestó además esperanzado en que en esta oportunidad las elecciones internas, abiertas y simultáneas sirvan para «aclararle las cosas a la gente» y permitan llegar a la elección general con menos listas. «Hace dos años, casi nadie fue a internas en los niveles altos, pero esta vez hay que utilizarlas mejor», explicó.
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