Un fabricante de alimentos bajó estos días los precios de los fideos. ¿Por qué? Porque registraba caída de ventas de ese producto, uno de los más económicos de la mesa. Es un símbolo de lo más sensible del profundo enfriamiento que sufre hoy la economía, impulsado por la combinación de tres medidas oficiales: suba de tarifas, alza de tasas de interés, freno al gasto público.
Empecemos por los alimentos, el último segmento que se ajusta. “Los números son terribles, caídas de dos dígitos que hace años que no veíamos”, dicen los fabricantes. En promedio, 10% menos que en 2015. Es la explicación, por caso, de que hasta los fabricantes de fideos, producto que siempre crece cuando bajan los ingresos, largaron una campaña para estimular las ventas. “La clase baja ya había sentido el impacto hace un par de meses, la clase media lo acaba de recibir con el ajuste de tarifas, al menos si miramos qué productos caen en las góndolas”, dicen los empresarios.
Vayamos ahora a lo general. En junio, la actividad económica cayó un 3,1% respecto a 2015, según la medición del estudio Ferreres. Es una aceleración de la retracción, ya que el semestre completo tiene un retroceso del 1,1%.
¿Las razones? “Primero, la caída del salario real, con sueldos que suben al 30% y la inflación arriba del 40%”, responde Rodolfo Santángelo. El economista agrega dos puntos más: “El corte del crédito, ligado a la suba de la tasa de interés. Y las exportaciones, que no se mueven”. Y agrega una cuarta variable: “aunque incide mucho menos, está el freno al gasto público, se paró la obra”.
De cuatro variables, tres son decisiones del Gobierno: el poder adquisitivo del salario fue impactado por la devaluación y las tarifas; las tasas las subió el Banco Central; la obra pública se retrajo con el cambio de administración. Por la cuarta, las exportaciones, que tiene que ver con la crisis en Brasil y el parate de otras regiones del planeta. “echale la culpa al mundo”, ironiza Santángelo.
En este punto, las internas políticas empiezan a mostrar la hilacha. En la Casa Rosada, a la hora de analizar el parate de la economía dicen: “Es lo que sabíamos que iba a suceder, el impacto esperado de medidas que teníamos que tomar”. Pero hay un trasfondo de recriminaciones que empiezan a cruzarse ante la tensión creciente de la sociedad por el ajuste. En el propio Gobierno hay quienes dicen que el mayor impacto es por las tasas, y lo señalan a Federico Sturzenegger. Otros funcionarios dicen que fue la baja del gasto público, y apuntan Alfonso Prat-Gay. Y hay quienes creen que fue el tarifazo, y miran a Juan José Aranguren.
A la hora de las explicaciones, en uno de los principales despachos de la Casa Rosada retrucan que “la obra pública no se paró para reducir el gasto, sino sólo para poner en orden lo que encontramos, y ya se reactivó”. “Una parte de la recesión que estamos pasando es por la suba de tasas, qué duda cabe”, reconocen. Pero agregan que es un paso imprescindible en la pelea con la inflación. Agregan otro factor, los stocks: “con tasas bajas y perspectiva de devaluación, muchos sectores se sobreestoquearon, y eso hizo que en esta primera parte del año hubiera menos actividad, porque empezaron a liquidar esa mercadería”. “La caída de la actividad en el segundo trimestre será importante”, reconocen. ¿Y para adelante?, fue la pregunta obvia. “La caída del poder adquisitivo se revierte a partir de julio, con salarios que crecen al 32%, y la inflación menos que eso. La inversión extranjera está mostrando números interesantes. En mayo cayó un 11,5% la actividad industrial, pero la importación de bienes de capital subió 10%, eso muestra más inversión. A partir de julio empezaremos a ver que se crece respecto al mes anterior, aunque hasta diciembre no habrá suba contra el mismo mes del año anterior”. “El tercer y el cuarto trimestre darán caída, el año va a dar negativo, siempre supimos que iba a ser así”, añaden.
Santángelo coincide con parte del diagnóstico. “Lo peor de la pérdida de poder adquisitivo ya está pasando. Pero el tercer trimestre será igual al segundo. A lo sumo podés decir que empezamos a estar menos peor”.
“Las perspectivas aún son optimistas sobre la cosecha fina, más allá del impacto negativo de las malas condiciones climáticas -añade Ferreres-, mientras que la obra pública y privada servirán de impulso a los sectores vinculados a la construcción. En este sentido, el blanqueo de capitales podría tener un impacto positivo al ofrecer mayores opciones de financiación, pero la tendencia actual no se verá modificada sustancialmente, finalizando el año 2016 en terreno negativo.”
En palabras del fabricante de alimentos del principio, “el cruce del desierto de acá a fin de año será muy duro”
Empecemos por los alimentos, el último segmento que se ajusta. “Los números son terribles, caídas de dos dígitos que hace años que no veíamos”, dicen los fabricantes. En promedio, 10% menos que en 2015. Es la explicación, por caso, de que hasta los fabricantes de fideos, producto que siempre crece cuando bajan los ingresos, largaron una campaña para estimular las ventas. “La clase baja ya había sentido el impacto hace un par de meses, la clase media lo acaba de recibir con el ajuste de tarifas, al menos si miramos qué productos caen en las góndolas”, dicen los empresarios.
Vayamos ahora a lo general. En junio, la actividad económica cayó un 3,1% respecto a 2015, según la medición del estudio Ferreres. Es una aceleración de la retracción, ya que el semestre completo tiene un retroceso del 1,1%.
¿Las razones? “Primero, la caída del salario real, con sueldos que suben al 30% y la inflación arriba del 40%”, responde Rodolfo Santángelo. El economista agrega dos puntos más: “El corte del crédito, ligado a la suba de la tasa de interés. Y las exportaciones, que no se mueven”. Y agrega una cuarta variable: “aunque incide mucho menos, está el freno al gasto público, se paró la obra”.
De cuatro variables, tres son decisiones del Gobierno: el poder adquisitivo del salario fue impactado por la devaluación y las tarifas; las tasas las subió el Banco Central; la obra pública se retrajo con el cambio de administración. Por la cuarta, las exportaciones, que tiene que ver con la crisis en Brasil y el parate de otras regiones del planeta. “echale la culpa al mundo”, ironiza Santángelo.
En este punto, las internas políticas empiezan a mostrar la hilacha. En la Casa Rosada, a la hora de analizar el parate de la economía dicen: “Es lo que sabíamos que iba a suceder, el impacto esperado de medidas que teníamos que tomar”. Pero hay un trasfondo de recriminaciones que empiezan a cruzarse ante la tensión creciente de la sociedad por el ajuste. En el propio Gobierno hay quienes dicen que el mayor impacto es por las tasas, y lo señalan a Federico Sturzenegger. Otros funcionarios dicen que fue la baja del gasto público, y apuntan Alfonso Prat-Gay. Y hay quienes creen que fue el tarifazo, y miran a Juan José Aranguren.
A la hora de las explicaciones, en uno de los principales despachos de la Casa Rosada retrucan que “la obra pública no se paró para reducir el gasto, sino sólo para poner en orden lo que encontramos, y ya se reactivó”. “Una parte de la recesión que estamos pasando es por la suba de tasas, qué duda cabe”, reconocen. Pero agregan que es un paso imprescindible en la pelea con la inflación. Agregan otro factor, los stocks: “con tasas bajas y perspectiva de devaluación, muchos sectores se sobreestoquearon, y eso hizo que en esta primera parte del año hubiera menos actividad, porque empezaron a liquidar esa mercadería”. “La caída de la actividad en el segundo trimestre será importante”, reconocen. ¿Y para adelante?, fue la pregunta obvia. “La caída del poder adquisitivo se revierte a partir de julio, con salarios que crecen al 32%, y la inflación menos que eso. La inversión extranjera está mostrando números interesantes. En mayo cayó un 11,5% la actividad industrial, pero la importación de bienes de capital subió 10%, eso muestra más inversión. A partir de julio empezaremos a ver que se crece respecto al mes anterior, aunque hasta diciembre no habrá suba contra el mismo mes del año anterior”. “El tercer y el cuarto trimestre darán caída, el año va a dar negativo, siempre supimos que iba a ser así”, añaden.
Santángelo coincide con parte del diagnóstico. “Lo peor de la pérdida de poder adquisitivo ya está pasando. Pero el tercer trimestre será igual al segundo. A lo sumo podés decir que empezamos a estar menos peor”.
“Las perspectivas aún son optimistas sobre la cosecha fina, más allá del impacto negativo de las malas condiciones climáticas -añade Ferreres-, mientras que la obra pública y privada servirán de impulso a los sectores vinculados a la construcción. En este sentido, el blanqueo de capitales podría tener un impacto positivo al ofrecer mayores opciones de financiación, pero la tendencia actual no se verá modificada sustancialmente, finalizando el año 2016 en terreno negativo.”
En palabras del fabricante de alimentos del principio, “el cruce del desierto de acá a fin de año será muy duro”