Los operadores turísticos están preocupados por un comienzo de temporada en baja; si sigue la tendencia, será uno de los peores eneros en 10 años
Las playas con menos turistas de lo habitual, una de las postales de la primera quincena de este mes.Foto:Mauro V. Rizzi
MAR DEL PLATA.- «¿Tenés carpas por media jornada?» La consulta, una rareza en la temporada, se repite en los balnearios ante la amenaza de la lluvia. Pero, también, porque hay más lugar disponible que de costumbre y, en consecuencia, existe un margen para tratar de conseguir algún descuento. Esa postal resume lo que está ocurriendo en esta ciudad este verano: la primera quincena del año empieza a cerrar con señales de crisis a cada paso y en todos los rubros frente a la notoria baja de la cantidad de turistas que llegan a estas playas y, por supuesto, al menor consumo. Sólo hay una esperanza: un excepcional giro hacia fin de mes evitará que este enero se encamine hacia el podio de los más flojos de los últimos diez años.
En el sector inmobiliario reconocen que apenas la mitad de las unidades en alquiler estuvo o está ocupada. En el rubro gastronómico, coinciden que hay un promedio de 30% de la caída en las ventas -no ya en cuanto a la facturación sino por unidad-. Y en el ramo hotelero, que reforzó sus paquetes promocionales, la proyección es cerrar estas dos primeras semanas con no menos de 20% por debajo del rendimiento que el mismo período anterior.
Lo que se ve y vive no es una catástrofe, pero sí motivo para preocuparse. Y mucho. El caudal de público bajó y se nota donde se mire. Desde el Ente Municipal de Turismo admiten una baja del 15% en los arribos a esta ciudad. De hecho, las playas se volvieron espacios más que cómodos. El mal tiempo y la merma de visitantes provocaron que allí donde en cualquier tarde de enero no había espacio para un reducido tenis fútbol, hoy se pueda armar un Maracaná sobre la arena para jugar un cómodo picado de 11 contra 11. Y sin molestar a nadie.
En los pasillos de los paradores privados abundan carpas y sombrillas libres. Ni hablar de las butacas de los espectáculos, con teatros en los que hasta los títulos más ambiciosos empiezan a celebrar con media sala completa.
Las excepciones en este sector son el show del personaje infantil Topa, que llenó funciones en el Polideportivo y agregó una nueva visita para dentro de 10 días, y las bandas uruguayas Rombai y Marama.
«Estamos despidiendo una quincena pobre», reconoce Matías Machinandiarena, titular de los balnearios Guillermo y Play Beach, en las inmediaciones del Faro. «Si el tiempo acompaña, con algo más de sol que en este arranque de año, seguro tendremos una segunda mejor mitad de enero», aseguró a LA NACION sobre un rubro en el que los marplatenses suman porque son mayoría entre los clientes por mes o temporada.
Es cierto que la meteorología está en deuda con estas costas. Solo dos o tres días de calor y cielo diáfano en lo que va del año. Es tiempo de andar baja la sombrilla para protegerse del sol, pero también de la lluvia.
Otras atracciones
Variables ajenas y propias jugaron en contra de esta ciudad y el resto de la costa atlántica (ver aparte). Las elecciones presidenciales extendidas hasta fines de noviembre pasado y las definiciones económicas que recién llegaron poco antes de la Navidad paralizaron el mercado de reservas. Por lo menos las de puertas adentro.
En Brasil, con la devaluación de su moneda,pasajes en 18 cuotas sin interés, dólar aún subsidiado y la permanente garantía de que hará calor, ya hacía tiempo que se convertía en una opción accesible, ventajosa y, tal vez, irrepetible en el futuro. Si otro empujón faltaba, el ajuste local del tipo de cambio se trasladó a los precios.
«Las reservas al exterior se tomaron con anticipación y con aún mayores ventajas para aquellos turistas de provincias más próximas a Brasil, muchos de ellos clientes de esta ciudad», reconoce Miguel Ángel Donsini, presidente del Colegio de Martilleros y Corredores Públicos de Mar del Plata. Además, confirma un 50% de ocupación de propiedades en alquiler por temporada. «Los pedidos se mantienen en cinco a siete días, no más», insiste.
Estrategias turísticas
El viajero, en particular aquel que no está demasiado lejos de la costa, mide la jugada de sus vacaciones en todos sus detalles. Pero por sobre todo el estado del tiempo. «Acá funciona bien cada fin de semana, pero mejor si hay pronóstico de sol para disfrutar la playa», aclara Eduardo Palena, titular de la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica. Revisa lo andado y ubica el fin de semana largo de Navidad como el de afluencia más notable, seguido por el de Año Nuevo. «La diferencia es que en enero pasado fue punto de inicio y acá, el primer lunes del año, se cayó la ocupación», explica a LA NACION.
Al igual que operadores de estos rubros, más allá de reconocer casos puntuales, coinciden en que los precios no deberían ser motivo central para que los turistas descarten a Mar del Plata como destino de veraneo. «Cuando hay buenos servicios, la gente responde y la ocupación es óptima», destaca Sergio Goransky, responsable de los balnearios Mar del Plata y La Reina de Playa Grande. En cambio, admite que se desplomó el gasto: «En el restaurante hay una caída de casi 30% en cantidad de platos vendidos», advirtió.
Un destacado empresario gastronómico, de los que en sus sucursales tiene mejor promedio de cubiertos por día, confirmó a LA NACION que Mar del Plata está sintiendo el impacto de esta coyuntura política y económica que excede sus propias fronteras. Explicó que existe una fuerte competencia desde el exterior, en particular Brasil, a lo que se suma en el turista tipo «un comportamiento más conservador a la hora de decidir el gasto». Y rescata que aun así, los fines de semana, hay un repunte que atribuye a los atractivos que la ciudad mantiene por sus playas y servicios. «Es la hora de invertir en infraestructura con rutas, trenes y aviones que permitan la llegada de más visitantes», dijo.
Las quejas están a la orden del día. «¿Que cómo va la temporada? ¿Qué temporada? ¿Cuándo arranca?», responde sin perder el humor un empleado que atiende un local de reposeras y sombrillas, camino a Punta Mogotes. El hombre asegura que, al igual que otros comercios, el suyo tiene algo de movimiento «con suerte y sol, solo los fines de semana».
La quincena se va y queda por delante otra de mejores expectativas. Hay reservas del 70% con precios un 20% por encima de las dos semanas iniciales. Y el resto del juego, con el aporte cada vez más incidente de los arribos espontáneos,sujeto al tiempo, que no fue un gran aliado. Hasta ahora los chaparrones llegan más seguido de lo previsto. Y los nubarrones son una constante en el cielo. Gris. De a ratos oscuro. Sí, como este arranque de temporada en Mar del Plata.
Las playas con menos turistas de lo habitual, una de las postales de la primera quincena de este mes.Foto:Mauro V. Rizzi
MAR DEL PLATA.- «¿Tenés carpas por media jornada?» La consulta, una rareza en la temporada, se repite en los balnearios ante la amenaza de la lluvia. Pero, también, porque hay más lugar disponible que de costumbre y, en consecuencia, existe un margen para tratar de conseguir algún descuento. Esa postal resume lo que está ocurriendo en esta ciudad este verano: la primera quincena del año empieza a cerrar con señales de crisis a cada paso y en todos los rubros frente a la notoria baja de la cantidad de turistas que llegan a estas playas y, por supuesto, al menor consumo. Sólo hay una esperanza: un excepcional giro hacia fin de mes evitará que este enero se encamine hacia el podio de los más flojos de los últimos diez años.
En el sector inmobiliario reconocen que apenas la mitad de las unidades en alquiler estuvo o está ocupada. En el rubro gastronómico, coinciden que hay un promedio de 30% de la caída en las ventas -no ya en cuanto a la facturación sino por unidad-. Y en el ramo hotelero, que reforzó sus paquetes promocionales, la proyección es cerrar estas dos primeras semanas con no menos de 20% por debajo del rendimiento que el mismo período anterior.
Lo que se ve y vive no es una catástrofe, pero sí motivo para preocuparse. Y mucho. El caudal de público bajó y se nota donde se mire. Desde el Ente Municipal de Turismo admiten una baja del 15% en los arribos a esta ciudad. De hecho, las playas se volvieron espacios más que cómodos. El mal tiempo y la merma de visitantes provocaron que allí donde en cualquier tarde de enero no había espacio para un reducido tenis fútbol, hoy se pueda armar un Maracaná sobre la arena para jugar un cómodo picado de 11 contra 11. Y sin molestar a nadie.
En los pasillos de los paradores privados abundan carpas y sombrillas libres. Ni hablar de las butacas de los espectáculos, con teatros en los que hasta los títulos más ambiciosos empiezan a celebrar con media sala completa.
Las excepciones en este sector son el show del personaje infantil Topa, que llenó funciones en el Polideportivo y agregó una nueva visita para dentro de 10 días, y las bandas uruguayas Rombai y Marama.
«Estamos despidiendo una quincena pobre», reconoce Matías Machinandiarena, titular de los balnearios Guillermo y Play Beach, en las inmediaciones del Faro. «Si el tiempo acompaña, con algo más de sol que en este arranque de año, seguro tendremos una segunda mejor mitad de enero», aseguró a LA NACION sobre un rubro en el que los marplatenses suman porque son mayoría entre los clientes por mes o temporada.
Es cierto que la meteorología está en deuda con estas costas. Solo dos o tres días de calor y cielo diáfano en lo que va del año. Es tiempo de andar baja la sombrilla para protegerse del sol, pero también de la lluvia.
Otras atracciones
Variables ajenas y propias jugaron en contra de esta ciudad y el resto de la costa atlántica (ver aparte). Las elecciones presidenciales extendidas hasta fines de noviembre pasado y las definiciones económicas que recién llegaron poco antes de la Navidad paralizaron el mercado de reservas. Por lo menos las de puertas adentro.
En Brasil, con la devaluación de su moneda,pasajes en 18 cuotas sin interés, dólar aún subsidiado y la permanente garantía de que hará calor, ya hacía tiempo que se convertía en una opción accesible, ventajosa y, tal vez, irrepetible en el futuro. Si otro empujón faltaba, el ajuste local del tipo de cambio se trasladó a los precios.
«Las reservas al exterior se tomaron con anticipación y con aún mayores ventajas para aquellos turistas de provincias más próximas a Brasil, muchos de ellos clientes de esta ciudad», reconoce Miguel Ángel Donsini, presidente del Colegio de Martilleros y Corredores Públicos de Mar del Plata. Además, confirma un 50% de ocupación de propiedades en alquiler por temporada. «Los pedidos se mantienen en cinco a siete días, no más», insiste.
Estrategias turísticas
El viajero, en particular aquel que no está demasiado lejos de la costa, mide la jugada de sus vacaciones en todos sus detalles. Pero por sobre todo el estado del tiempo. «Acá funciona bien cada fin de semana, pero mejor si hay pronóstico de sol para disfrutar la playa», aclara Eduardo Palena, titular de la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica. Revisa lo andado y ubica el fin de semana largo de Navidad como el de afluencia más notable, seguido por el de Año Nuevo. «La diferencia es que en enero pasado fue punto de inicio y acá, el primer lunes del año, se cayó la ocupación», explica a LA NACION.
Al igual que operadores de estos rubros, más allá de reconocer casos puntuales, coinciden en que los precios no deberían ser motivo central para que los turistas descarten a Mar del Plata como destino de veraneo. «Cuando hay buenos servicios, la gente responde y la ocupación es óptima», destaca Sergio Goransky, responsable de los balnearios Mar del Plata y La Reina de Playa Grande. En cambio, admite que se desplomó el gasto: «En el restaurante hay una caída de casi 30% en cantidad de platos vendidos», advirtió.
Un destacado empresario gastronómico, de los que en sus sucursales tiene mejor promedio de cubiertos por día, confirmó a LA NACION que Mar del Plata está sintiendo el impacto de esta coyuntura política y económica que excede sus propias fronteras. Explicó que existe una fuerte competencia desde el exterior, en particular Brasil, a lo que se suma en el turista tipo «un comportamiento más conservador a la hora de decidir el gasto». Y rescata que aun así, los fines de semana, hay un repunte que atribuye a los atractivos que la ciudad mantiene por sus playas y servicios. «Es la hora de invertir en infraestructura con rutas, trenes y aviones que permitan la llegada de más visitantes», dijo.
Las quejas están a la orden del día. «¿Que cómo va la temporada? ¿Qué temporada? ¿Cuándo arranca?», responde sin perder el humor un empleado que atiende un local de reposeras y sombrillas, camino a Punta Mogotes. El hombre asegura que, al igual que otros comercios, el suyo tiene algo de movimiento «con suerte y sol, solo los fines de semana».
La quincena se va y queda por delante otra de mejores expectativas. Hay reservas del 70% con precios un 20% por encima de las dos semanas iniciales. Y el resto del juego, con el aporte cada vez más incidente de los arribos espontáneos,sujeto al tiempo, que no fue un gran aliado. Hasta ahora los chaparrones llegan más seguido de lo previsto. Y los nubarrones son una constante en el cielo. Gris. De a ratos oscuro. Sí, como este arranque de temporada en Mar del Plata.