Fue el primero en salir a respaldar a Víctor Hortel, jefe del Servicio Penitenciario Federal, en medio del escándalo por las salidas “culturales” propiciadas por el Vatayón Militante. Lo hizo a su estilo: antes de cumplir órdenes superiores en “6, 7, 8” llamó al ministro de Seguridad de Scioli para avisarle lo que iba a decir: que la tapa de Clarín era una operación orquestada desde la Provincia. Julio “El Turco” Alak es, en el fondo, un equilibrista de carrera política versátil : fue cafierista, delasotista, menemista y kirchnerista luego. Ahora sobrevive como puede en un ministerio en el que el pacman de La Cámpora lo transformó en fantasmita . Nacido en Benito Juárez, estudió Derecho durante la dictadura en La Plata, donde su pasado se transformó en mito: hay quienes vinculan aquellos años juveniles con el negocio de los coches usados y flojos de papeles.
Hoy vive en Gonnet, a pocos metros de la República de los Niños. Su camino espiralado por el peronismo comenzó con Cafiero, siguió con un candidato a vice de Herminio Iglesias, tuvo un breve mojón como candidato a segundo de De la Sota en la crisis de 2002, y también se vinculó con Eduardo Duhalde. ”Mi alianza con Kirchner arrancó a partir de una decisión de Duhalde”, reconoció en una entrevista de Página/12. Luis Moreiro transcribió en La Nación otras palabras de Alak: ”Estuve con Menem como estaban todos los políticos de ese momento, pero nunca comulgué ideológicamente con él”. En 1991 fue elegido intendente de La Plata (y reelecto en 1995, 1999 y 2003, aunque nadie le tenía demasiada fe) contra un electorado tradicionalmente radical.
–Pibe, trate de perder por poco, no me arruine la elección en la Provincia– fue el consejo de Cafiero rescatado por Moreiro.
Pero ganó por poco . Por dos puntos. Cuando el viento sopló hacia el Sur, Alak se acercó a los Kirchner por vía materna : le regaló a Ofelia Wilhem, la mamá de Cristina, una camioneta, y contrató en el municipio a varios de sus amigos; y se encargó de nombrarle una secretaria privada (Carolina Barros Schelotto, hermana de los mellizos) que la acompañaba al teatro y a hacer sus diligencias, todo con fondos de la ciudad.
–Siempre lo joden diciéndole que él no es de Néstor ni de Cristina, sino de Ofelia– bromea ante Clarín una fuente platense. Ofelia tenía 75 contratos en la Municipalidad cuando Alak se despidió de la gestión.
Su paso por la intendencia de La Plata tuvo dos momentos tormentosos : el vínculo con Carlos Ferroviera, dealer de Maradona y financista de una de las campañas de Alak a cambio de la mitad de la publicidad municipal; y la quiebra del Banco Municipal, caja de financiación de la política local. Pablo Bruera, el intendente que lo sucedió en el cargo, formuló varias denuncias judiciales contra Alak: por “administración fraudulenta” con la empresa propietaria del diario “Hoy”; por “peculado” (por otorgamiento de horas extras no cumplidas y en muchos casos desconocidas por el personal, que ni sabía que se cobraban a su nombre); por “estafa” a la Cooperativa de Trabajo Las Diagonales; y por “robo de material público” (ocho mil piezas faltantes en el inventario municipal; ”se llevaron hasta los aires acondicionados”, dijo entonces un dirigente opositor), que es la única de todas las causas que sigue en trámite judicial.
Después de aquella gestión su destino era lógico: tenía que ser ministro de Justicia.
Antes hizo otros méritos, a cargo de Aerolíneas Argentinas: allí nombró a su sobrino Guillermo como gerente de Compras (ya había sido denunciado por Bruera por defraudación al Estado) y a Federico, su otro sobrino, como secretario privado (luego director general de Administración del Ministerio de Justicia, pero fue devorado por el pacman). En 2009, APLA denunció a Alak por corrupción en la reparación de un Jumbo luego de que una empresa china ganara la licitación y fuera adjudicada a otra compañía israelí.
–No puedo hacer nada, el que decide es Jaime– dicen que Alak reconoció entonces ante un gremialista del área en el Hotel Hilton de Puerto Madero.
El 20 de diciembre de 2010 la vida de “El Turco” comenzó a complicarse más: ese día desembarcó en su Ministerio de Justicia y Derechos Humanos el nuevo secretario, hombre de La Cámpora y con nombre de calle: Julián Alvarez.
El desembarco fue similar a una invasión de marabuntas en una película de clase B : llegaron el subsecretario de Relaciones con el Poder Judicial, Franco Picardi; el director del SPF, Víctor Hortel; el subsecretario de Coordinación y Control de Gestión Registral, Ernesto Kreplak (responsable directo de dos dependencias con recursos millonarios: el RENAR, Registro Nacional de Armas, a cargo de Matías Molle, y el Registro Automotor, manejado por Marina Aballay).
Norberto Berner, en la IGJ (Inspección General de Justicia), tuvo en claro su trabajo desde el principio, barrer todo debajo de la alfombra : fue quien le negó a Gil Lavedra información sobre la empresa controlante de Ciccone, calificándola como de “información reservada” . Hay quienes afirman que el próximo objetivo del pacman es la Unidad de Información Financiera (UIF), desplazando a José Sbatella, lo que le daría a los socios Julián Alvarez, Wado de Pedro y Mariano Recalde el análisis de datos sobre lavado de dinero y financiamiento del terrorismo.
Impávido, Alak asistió a un desembarco masivo, ya que los Soldados de Cristina no llegaron solos: según una respuesta oficial del responsable de Acceso a la Información del Ministerio de Justicia entregada el 5 de mayo de 2011 al periodista Gabriel Levinas, la repartición incorporó varios cientos de militantes a su estructura: –23 en la categoría A, con un salario entre $ 9.761 y $ 17.245.
–155 en la categoría B, con un ingreso mensual entre $ 6.809 y $ 12.230.
–98 en la categoría C, con sueldo entre $ 4.669 y $ 8001.
–88 en la categoría D, entre $ 4.056 y $ 6.448.
–61 categoría E, con sueldos entre $ 3.270 y $ 5.058.
–y 2 en la última categoría, la F, entre $ 3.149 y $ 4.435.
Rodeado, Alak sigue dando la cara por la gestión ajena. Todavía los ordenanzas le sirven café, pero nadie garantiza que ese servicio siga por tiempo indefinido.