La improbable patrulla que dispuso en los últimos días el Banco Central para controlar las operaciones del dólar liqui puede terminar pareciéndose más a esos decorados de cartón que con el tiempo se ponen obsoletos. Lo espasmódico y reactivo del accionar que propuso el Banco Central podría querer instalar una mega conspiración cuyo principal artífice pareciera ser el propio Juan Carlos Fábrega, algunos funcionarios de «la línea» y banqueros. La llegada del economista Alejandro Vanoli al BCRA forma parte de una negación: la de perdurar en la idea de que las crisis son propiciadas por el banquero que conduce la entidad sea Prat Gay, Redrado, Marcó del Pont, Fábrega o Vanoli y no de los dictados que surgen del centro del poder. Reducir el fracaso de la política monetaria y cambiaria a un grupo de funcionarios parece naif.
Para los empresarios el momento es impar: éstos temen que la repentina decisión del Gobierno de investigar y suspender a las entidades financieras que realizaron operaciones de «dólar liqui» lleve indefectiblemente al ministro Kicillof a sancionar a las propias empresas que son, en definitiva, quienes realizaron las compras de dólares vía bancos para pagar sus facturas de importación. La informalidad podría cobrarse entonces nuevas víctimas. Perseguido por el ejército de fantasmas que ahora parece haber lanzado a la calle el Palacio de Hacienda, en un intento por denunciar lo que parece natural, el propio vocero de la Cámara de Importadores, Miguel Ponce, daba cuenta el último viernes del pacto existente entre el sospechado Juan Carlos Fábrega y los empresarios. El acuerdo, de carácter informal y no explicitado, suponía que ninguno de los empresarios que solían utilizar el «dólar liqui» podría ser acusado de estar cometiendo un delito, máxime cuando canalizar la demanda por este canal suponía una menor demanda de las reservas del Banco Central.
Por esa razón el secretario Augusto Costa autorizó un nutrido grupo de Declaraciones Juradas Anticipadas (DJAI) sin la necesidad de girar dólares desde la Argentina; y por este mismo motivo también es que el ex titular de la CNV, Alejandro Vanoli, la autoridad que durante el último lustro tuvo como principal cometido vigilar y regular el mercado donde se hacían operaciones de contado con liquidación, nunca se atrevió a frenarlas.
Es más: en mayo de este año, el Tribunal en lo Penal Económico número 3 consideró legal al «dólar liqui». El otro dato es que habiendo una veintena de entidades que realizaban operaciones por cuenta y orden de las empresas, sólo haya sido suspendida la mesa de dinero del Banco Mariva.
La orden del Gobierno de negar cualquier tipo de vinculación con la plaza del «dólar liqui» parece quedar en suspenso si se analiza el cambio que empezará a regir en apenas una semana. A partir del 15 de octubre, las principales navieras que concentran el comercio exterior argentino dejarán de cobrar en pesos en el mercado local por los embarques que llegan o salen del país. En rigor, sólo recibirán sus pagos en el exterior y en dólares. La alemana Hamburg Sud y la danesa Maersk Line ya informaron el nuevo requisito: embarques, y otros gastos asociados los que no están gravados por el Gobierno deberán realizarse en moneda extranjera en una cuenta bancaria del exterior. Estas dos compañías de las más grandes del mercado que hasta ahora recibían sus pagos en la Argentina en pesos y a un tipo de cambio cercano al oficial, adoptarán así una exigencia que ya está extendida en el mundo para los envíos que se hacen hacia y desde Venezuela, por trabas cambiarias similares. También se sumaron en las últimas horas Aliança y Safmarine.
En un contexto donde la restricción de dólares está a la orden del día, es impensable que esas empresas no deban recurrir a otros mercados del dólar para hacer sus operaciones, lo que terminará impactando en los precios de los productos exportados e importados, que deberán asumir una parte de sus gastos a un tipo de cambio por encima de los $14. Sabido es que en los últimos meses se endureció la aprobación de importaciones de servicios como turismo, transporte y pago de regalías. La recomendación oficial de ir al «dólar liqui» no pudo compensar la sangría: el saldo entre lo que entra y sale en el sector servicios dejó un rojo de u$s 4.300 millones el año pasado, y tendrá un resultado similar este año, ya que si se lo piensa, hay rubros que se alimentan fundamentalmente en el exterior, como es el caso del transporte marítimo que, sin líneas nacionales que cubran los servicios, debe pagarse a navieras extranjeras. Las Declaraciones Juradas Anticipadas de Servicios (DJAS) funcionan restringiendo el acceso a los dólares, por lo que muchas terminaron financiándose con sus matrices del exterior pensando que el BCRA saldaría la deuda. Mitad por atraso, mitad por falta de señales oficiales, las navieras trasladarán sus complicaciones a todas las empresas importadores y exportadores del comercio exterior argentino. Las cifras, hasta el primer trimestre del año hablan de una caída de u$s 400 millones de las importaciones de servicios en el primer trimestre de 2014. En los últimos dos trimestres la cifra no sería mejor.
Para los empresarios el momento es impar: éstos temen que la repentina decisión del Gobierno de investigar y suspender a las entidades financieras que realizaron operaciones de «dólar liqui» lleve indefectiblemente al ministro Kicillof a sancionar a las propias empresas que son, en definitiva, quienes realizaron las compras de dólares vía bancos para pagar sus facturas de importación. La informalidad podría cobrarse entonces nuevas víctimas. Perseguido por el ejército de fantasmas que ahora parece haber lanzado a la calle el Palacio de Hacienda, en un intento por denunciar lo que parece natural, el propio vocero de la Cámara de Importadores, Miguel Ponce, daba cuenta el último viernes del pacto existente entre el sospechado Juan Carlos Fábrega y los empresarios. El acuerdo, de carácter informal y no explicitado, suponía que ninguno de los empresarios que solían utilizar el «dólar liqui» podría ser acusado de estar cometiendo un delito, máxime cuando canalizar la demanda por este canal suponía una menor demanda de las reservas del Banco Central.
Por esa razón el secretario Augusto Costa autorizó un nutrido grupo de Declaraciones Juradas Anticipadas (DJAI) sin la necesidad de girar dólares desde la Argentina; y por este mismo motivo también es que el ex titular de la CNV, Alejandro Vanoli, la autoridad que durante el último lustro tuvo como principal cometido vigilar y regular el mercado donde se hacían operaciones de contado con liquidación, nunca se atrevió a frenarlas.
Es más: en mayo de este año, el Tribunal en lo Penal Económico número 3 consideró legal al «dólar liqui». El otro dato es que habiendo una veintena de entidades que realizaban operaciones por cuenta y orden de las empresas, sólo haya sido suspendida la mesa de dinero del Banco Mariva.
La orden del Gobierno de negar cualquier tipo de vinculación con la plaza del «dólar liqui» parece quedar en suspenso si se analiza el cambio que empezará a regir en apenas una semana. A partir del 15 de octubre, las principales navieras que concentran el comercio exterior argentino dejarán de cobrar en pesos en el mercado local por los embarques que llegan o salen del país. En rigor, sólo recibirán sus pagos en el exterior y en dólares. La alemana Hamburg Sud y la danesa Maersk Line ya informaron el nuevo requisito: embarques, y otros gastos asociados los que no están gravados por el Gobierno deberán realizarse en moneda extranjera en una cuenta bancaria del exterior. Estas dos compañías de las más grandes del mercado que hasta ahora recibían sus pagos en la Argentina en pesos y a un tipo de cambio cercano al oficial, adoptarán así una exigencia que ya está extendida en el mundo para los envíos que se hacen hacia y desde Venezuela, por trabas cambiarias similares. También se sumaron en las últimas horas Aliança y Safmarine.
En un contexto donde la restricción de dólares está a la orden del día, es impensable que esas empresas no deban recurrir a otros mercados del dólar para hacer sus operaciones, lo que terminará impactando en los precios de los productos exportados e importados, que deberán asumir una parte de sus gastos a un tipo de cambio por encima de los $14. Sabido es que en los últimos meses se endureció la aprobación de importaciones de servicios como turismo, transporte y pago de regalías. La recomendación oficial de ir al «dólar liqui» no pudo compensar la sangría: el saldo entre lo que entra y sale en el sector servicios dejó un rojo de u$s 4.300 millones el año pasado, y tendrá un resultado similar este año, ya que si se lo piensa, hay rubros que se alimentan fundamentalmente en el exterior, como es el caso del transporte marítimo que, sin líneas nacionales que cubran los servicios, debe pagarse a navieras extranjeras. Las Declaraciones Juradas Anticipadas de Servicios (DJAS) funcionan restringiendo el acceso a los dólares, por lo que muchas terminaron financiándose con sus matrices del exterior pensando que el BCRA saldaría la deuda. Mitad por atraso, mitad por falta de señales oficiales, las navieras trasladarán sus complicaciones a todas las empresas importadores y exportadores del comercio exterior argentino. Las cifras, hasta el primer trimestre del año hablan de una caída de u$s 400 millones de las importaciones de servicios en el primer trimestre de 2014. En los últimos dos trimestres la cifra no sería mejor.