El país regresó a una situación fiscal extrema

Quiero referirme en esta nota a un problema económico actual con aristas políticas y sociales, y que por el momento no está en el diagnóstico oficial: el agujero fiscal y su falta de financiamiento.
No es algo nuevo, casual o de mala suerte. Tampoco derivado de una crisis internacional. La Argentina carece de crédito voluntario porque en la última década, entre otras cosas, no terminó de resolver el default de la deuda pública. El problema lleva ya tres mandatos presidenciales. El punto de inflexión de esta falta de crédito del Estado fue en su momento la «toma directa» del Banco Central. La reforma a la Carta Orgánica del BCRA fue el «blanqueo» del problema y el intento de seguir «sorteándolo» en forma no genuina.
Por supuesto, más que una solución trajo un nuevo problema. El desmadre generado por el uso de la «maquinita» de emitir y la apropiación de las reservas internacionales en dólares (también «compradas por el Tesoro» emitiendo moneda el Banco Central) terminaron consolidando y acelerando tanto la inflación como la dolarización del ahorro de la gente. Más tarde, la aparición del control de cambio o cepo como respuesta empeoró definitivamente la situación.
Así, lo que empezó siendo «apenas» un nuevo impuesto, el inflacionario, de 20.000 millones de pesos al año, gustó, se lo creyó inocuo y va camino a los 150.000 millones (sin contar los dólares que se toman de las reservas).
Puede estimarse moderadamente que las necesidades de caja pura, a lo «almacenero», están en el orden de los 5 puntos del PBI, con independencia de cualquier definición técnica o forma de maquillar las cuentas. Desde ya que este número no es de dos dígitos como en las tradicionales explosiones de la Argentina (Rodrigazo, hiper o 2001). Tampoco llega a los 9 puntos de 2003. Esto muestra entre otras cosas que los problemas derivados de la falta de financiamiento se van gatillando cada vez a niveles más bajos, aunque no «exploten» como en aquellos ejemplos que señalé anteriormente. Pero, «apenas» 5 puntos del PBI, con la tasa de interés internacional más baja de la historia, generan tantas dudas sobre el escenario económico futuro como antes pasaba con mucho más déficit y tasa mundial mucho más alta,
En su composición, los 9 puntos del agujero en 2003 eran básicamente explicados por los servicios de capital e intereses de la deuda pública (que llegaba a 11 puntos), dado que existía un moderado superávit primario. El «alivio» actual en materia de deuda (mezcla de pagos efectivos, endeudamiento con entes públicos como el Banco Central, al que se lo ignora, y fuerte caída del tipo de cambio real) es justamente equivalente a 9 puntos del PBI. Sin embargo, no hay equilibrio fiscal, pese a ese «ahorro».
Simultáneamente, los recursos tributarios, básicamente la recaudación, se incrementaron en el mismo período otros 6 puntos del PBI. O sea, entre ambas cosas, menos servicios y más recaudación se dispusieron de 15 puntos del PBI en holgura fiscal, lo que da una primera idea del desastre fiscal de la década.
Entonces, la primera pregunta que surge luego de este análisis es ¿dónde fueron a parar 15 puntos de mejora en las cuentas públicas de la década, dado que en la actualidad el agujero es de 5? O dicho de otra manera: si el agujero era 9 y mejoramos 15, ¿por qué en lugar de sobrar 6 siguen faltando 5 para cerrar las cuentas?
De los 15 puntos de oxígeno «sólo» 4 fueron a mejorar las cuentas (de 9 de agujero en 2003 a 5 de ahora). El resto, nada más ni nada menos que 11 puntos del PBI, fueron a incrementar el gasto.
O sea, luego de una década en donde bajaron por diferentes motivos 9 puntos del PBI de servicios de la deuda pública, de 11 a 2, parece realmente insólito que el país vuelva a tener problemas fiscales y de financiamiento por 5 puntos. Dicho en otras palabras, al bienvenido «alivio» de la deuda se lo ha «fumado» íntegramente el gasto corriente y más.
Ahora bien, la historia reciente muestra en general que cada vez que había un problema de financiamiento del sector público consolidado el endeudamiento y su costo jugaban un rol fenomenal. Se vislumbraba entonces que la deuda era el candidato natural a defaultear cuando el financiamiento era insostenible. Pero ahora que hay que financiar 5 puntos y los servicios de la deuda por capital e intereses suman apenas 2 puntos flota la pregunta: ¿y ahora? ¿qué cosa hay para defaultear?
Es obvio que las alternativas no son tantas. O ajusta el gasto o consigue plata o aumenta la inflación emitiendo.
Como se ve, a pesar del mal llamado «desendeudamiento» (repudio previo con quita, pagos reales, endeudamiento del Banco Central -al que no se le devuelve la plata nunca más- y caída del tipo de cambio real), volvemos otra vez a una situación fiscal extrema a pesar de que ya «casi» no hay deuda que defaultear .
¿Dónde han ido los 11 puntos de mayor gasto? Casi 5 fueron a parar a subsidios económicos mayoritariamente en energía y transporte, cuya contracara son enormes atrasos en tarifas, pasajes, etcétera. Cuatro puntos a jubilados, que pasaron de 3,6 millones de personas al doble. De los 3,7 millones de nuevos jubilados, 2,7 millones han sido por moratoria.Un punto a salarios, en donde un tercio son nuevas incorporaciones. Finalmente apenas un punto a obra pública. El Gobierno, presionado por la realidad, tendrá que optar. ¿Qué va a elegir? Va a ser el «costo a pagar» si no quiere chocar. .

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