Por José Di Mauro
En los próximos días se espera que tomen forma las grietas que ya se perciben en los bloques legislativos del FpV. Es consecuencia del rearmado que madura en el seno del justicialismo, que piensa en la renovación.
Notas relacionada
En una suerte de réplica a la reunión del peronismo renovador celebrada en Pinamar, con Sergio Massa como anfitrión, intendentes del justicialismo bonaerense se reunieron el miércoles siguiente a cenar en el restaurante El Mangrullo, propiedad del jefe comunal de Ezeiza, Alejandro Granados.
El invitado estelar en la ocasión fue el gobernador Juan Manzur, y ese fue todo un dato. Pasa que el tucumano no es precisamente de los gobernadores de más prestigio; por el contrario, su figura y acceso al poder son bien recordados por la polémica que se generó en torno a las escandalosas elecciones que lo consagraron.
Así y todo, y aquí está el dato, Manzur es el mandatario más importante que tiene hoy el PJ oficial. Habiendo perdido el bastión de la provincia de Buenos Aires, con el eje Nación-Capital-Provincia, en manos de Cambiemos; con Córdoba en poder del peronismo disidente; Mendoza de vuelta en manos radicales, y Santa Fe socialista por tercer período consecutivo, Tucumán es el distrito más importante en poder del PJ.
Lo cual también puede servir para explicar la carencia de liderazgos fuertes de la que adolece hoy el justicialismo, que busca rearmarse tras la fuerte derrota del año pasado y en pos de una nueva identidad lejos de la que le dio durante los últimos doce años el matrimonio Kirchner. De hecho, no son pocos los que le pasan factura a la ex presidenta por la derrota que todavía sienten a flor de piel, adjudicándole la derrota bonaerense por la manera como jugó sus cartas.
Tal carencia de distritos importantes llevó a una parte del justicialismo a contabilizar al municipio de La Matanza como una provincia más. Por su magnitud y densidad poblacional, bien podría serlo, y así buscaron mostrarse al alojar en ese distrito a algunos ex funcionarios nacionales. La intendenta Verónica Magario armó un gabinete «de lujo» al poner en la Secretaría de la Producción a la ex ministra de Industria Débora Giorgi; al economista Roberto Feletti en la Secretaría de Economía; a Alejandro «Topo» Rodríguez -que hubiera sido ministro de Asuntos Agrarios de Scioli- como jefe de Gabinete; y a Alejandro Collia -ministro de Salud nacional si ganaba Scioli- en Salud Pública municipal. Pero aunque quieran maquillarlo, sigue siendo un municipio…
En este contexto, el justicialismo busca definir su rearmado, más allá de la figura omnipresente de Cristina Kirchner, que lejos de resignarse a un segundo plano parece deseosa de recuperar la centralidad que le daría el liderazgo de la oposición. Por eso es que no ha esperado un tiempo prudencial de al menos cien días para elevar sus cuestionamientos. Lo ha hecho a través de las redes sociales, donde ya se pronunció por el despido de Víctor Hugo Morales, primero, y más directamente difundiendo las opiniones de Axel Kicillof para cuestionar al ministro Alfonso Prat-Gay.
También ha elegido hacerlo a través de breves videos subidos a Internet, que la muestran en contacto con militantes que se la cruzan «casualmente» en el sur. En el último, llamó a los sindicalistas a «defender los puestos de trabajo».
De manera indirecta, CFK busca mantenerse vigente a través de las constantes críticas que sin pausa promueven sus legisladores en el Congreso. Por algo allí instaló a la mayoría de sus ex funcionarios. Sin embargo, la renovación peronista se dispone a hacerle frente.
En el Senado es donde más claramente ha quedado expuesta la división en el seno del bloque del Frente para la Victoria, que a partir de la salida del poder de Cristina Kirchner ha pasado a denominarse -lo mismo pasa en Diputados- FpV-PJ. Es que a partir de lo sucedido con los despidos dispuestos por Gabriela Michetti y cierta anuencia de parte de Miguel Pichetto, un sector del ex bloque oficialista salió a marcarle los tantos a su jefe con un comunicado diferenciador. La asonada sirvió para verificar la cantidad de los díscolos: 15, que después se redujeron a 12, por la aclaración de tres de los supuestos firmantes de que no habían puesto su rúbrica y reivindicaban su respaldo a Pichetto.
Pero es en Diputados donde el cristinismo se ha mostrado más activo. De hecho, su titular, Héctor Recalde, fue puesto por la ex presidenta. Si bien su figura pretendía mostrar cierta apertura hacia todos los sectores peronistas, por tratarse de alguien capaz de generar más consenso, sus actitudes han sido hasta ahora de total alineamiento con las posturas más radicalizadas de la anterior jefa de Estado. Es lo que ha confirmado la incomodidad del sector peronista que busca despegarse de Cristina Kirchner.
Fuentes calificadas anticiparon que los primeros que pegarían el portazo son los diputados salteños que responden al gobernador Juan Manuel Urtubey. A este grupo se sumarían los riojanos, que ya dieron un botón de muestra el año pasado, en la recordada sesión en la que el kirchnerismo buscó -y consiguió, con mucho esfuerzo- aprobar un centenar de proyectos, ocasión en la cual perdieron el quórum al retirarse los diputados de esa provincia.
La nota la daría la salida de un grupo de legisladores que no se referencian en el ala dura del camporismo. Uno de ellos sería Diego Bossio, quien ya mostró su distanciamiento al asistir a la cena organizada por Massa en Pinamar. Días pasados el ex titular de la ANSeS, que se muestra lejano al cristinismo desde que tuvo que bajarse el año pasado de su precandidatura a gobernador bonaerense, viajó a San Juan para reunirse allí con el ex gobernador y también diputado José Luis Gioja. De la reunión participaron el actual gobernador sanjuanino Sergio Uñac y el director ejecutivo del Instituto Gestar -del que tanto Gioja como Bossio son máximas autoridades-, Mauricio Mazzón, hijo del recordado operador por excelencia del peronismo Juan Carlos «Chueco» Mazzón.
Tras el encuentro, se habló de generar «una alternativa superadora» a construir a partir de «un peronismo unido y renovado».
«Unido», es lo contrario a las intenciones rupturistas que podrían adjudicarle a esa movida secesionista; pero «renovado» es algo más cercano a lo que se mostró días pasados en Pinamar, con la presencia, reiteramos, de Sergio Massa, al que una buena parte del peronismo querría reincorporar, aunque ese no sea el objetivo del tigrense. Lo mismo que a su socio José Manuel de la Sota, quien junto al gobernador cordobés Juan Schiaretti, ya anunció que participará del segundo asado de ese sector, a realizarse en breve en Carlos Paz.
La idea de este sector que integran Urtubey, Bossio y el propio Gioja, sería generar un sector propio y armar en el Congreso un bloque que deje de lado la sigla FpV, y asuma directamente la del PJ. Estamos hablando de 22 diputados que podrían integrar esa bancada, que sería muy bien vista por el oficialismo, por cuanto se aseguraría con este sector más «racional» la gobernabilidad al menos en la Cámara de Diputados. Aunque descuenta el PRO que un movimiento de esa magnitud generaría inmediatamente alguna repercusión en la Cámara alta.
Todos están atentos a lo que ya sucedió en la Legislatura bonaerense, donde el peronismo se rompió en el Senado, mientras que en la Cámara baja el camporista José Ottavis no pudo contener a la totalidad de su bancada en la votación del Presupuesto, fue desautorizado por la mayoría de los intendentes, y quedó desgastado de cara a cuando arranque formalmente el año parlamentario.
Otra muestra del clima que impera en el FpV-PJ se dio el lunes, cuando el kirchnerismo convocó a una conferencia de prensa en Diputados para pedir la liberación de Milagro Sala, y solo asistieron camporistas y kirchneristas puros. Los que responden a los gobernadores no asistieron.
En los próximos días se espera que tomen forma las grietas que ya se perciben en los bloques legislativos del FpV. Es consecuencia del rearmado que madura en el seno del justicialismo, que piensa en la renovación.
Notas relacionada
En una suerte de réplica a la reunión del peronismo renovador celebrada en Pinamar, con Sergio Massa como anfitrión, intendentes del justicialismo bonaerense se reunieron el miércoles siguiente a cenar en el restaurante El Mangrullo, propiedad del jefe comunal de Ezeiza, Alejandro Granados.
El invitado estelar en la ocasión fue el gobernador Juan Manzur, y ese fue todo un dato. Pasa que el tucumano no es precisamente de los gobernadores de más prestigio; por el contrario, su figura y acceso al poder son bien recordados por la polémica que se generó en torno a las escandalosas elecciones que lo consagraron.
Así y todo, y aquí está el dato, Manzur es el mandatario más importante que tiene hoy el PJ oficial. Habiendo perdido el bastión de la provincia de Buenos Aires, con el eje Nación-Capital-Provincia, en manos de Cambiemos; con Córdoba en poder del peronismo disidente; Mendoza de vuelta en manos radicales, y Santa Fe socialista por tercer período consecutivo, Tucumán es el distrito más importante en poder del PJ.
Lo cual también puede servir para explicar la carencia de liderazgos fuertes de la que adolece hoy el justicialismo, que busca rearmarse tras la fuerte derrota del año pasado y en pos de una nueva identidad lejos de la que le dio durante los últimos doce años el matrimonio Kirchner. De hecho, no son pocos los que le pasan factura a la ex presidenta por la derrota que todavía sienten a flor de piel, adjudicándole la derrota bonaerense por la manera como jugó sus cartas.
Tal carencia de distritos importantes llevó a una parte del justicialismo a contabilizar al municipio de La Matanza como una provincia más. Por su magnitud y densidad poblacional, bien podría serlo, y así buscaron mostrarse al alojar en ese distrito a algunos ex funcionarios nacionales. La intendenta Verónica Magario armó un gabinete «de lujo» al poner en la Secretaría de la Producción a la ex ministra de Industria Débora Giorgi; al economista Roberto Feletti en la Secretaría de Economía; a Alejandro «Topo» Rodríguez -que hubiera sido ministro de Asuntos Agrarios de Scioli- como jefe de Gabinete; y a Alejandro Collia -ministro de Salud nacional si ganaba Scioli- en Salud Pública municipal. Pero aunque quieran maquillarlo, sigue siendo un municipio…
En este contexto, el justicialismo busca definir su rearmado, más allá de la figura omnipresente de Cristina Kirchner, que lejos de resignarse a un segundo plano parece deseosa de recuperar la centralidad que le daría el liderazgo de la oposición. Por eso es que no ha esperado un tiempo prudencial de al menos cien días para elevar sus cuestionamientos. Lo ha hecho a través de las redes sociales, donde ya se pronunció por el despido de Víctor Hugo Morales, primero, y más directamente difundiendo las opiniones de Axel Kicillof para cuestionar al ministro Alfonso Prat-Gay.
También ha elegido hacerlo a través de breves videos subidos a Internet, que la muestran en contacto con militantes que se la cruzan «casualmente» en el sur. En el último, llamó a los sindicalistas a «defender los puestos de trabajo».
De manera indirecta, CFK busca mantenerse vigente a través de las constantes críticas que sin pausa promueven sus legisladores en el Congreso. Por algo allí instaló a la mayoría de sus ex funcionarios. Sin embargo, la renovación peronista se dispone a hacerle frente.
En el Senado es donde más claramente ha quedado expuesta la división en el seno del bloque del Frente para la Victoria, que a partir de la salida del poder de Cristina Kirchner ha pasado a denominarse -lo mismo pasa en Diputados- FpV-PJ. Es que a partir de lo sucedido con los despidos dispuestos por Gabriela Michetti y cierta anuencia de parte de Miguel Pichetto, un sector del ex bloque oficialista salió a marcarle los tantos a su jefe con un comunicado diferenciador. La asonada sirvió para verificar la cantidad de los díscolos: 15, que después se redujeron a 12, por la aclaración de tres de los supuestos firmantes de que no habían puesto su rúbrica y reivindicaban su respaldo a Pichetto.
Pero es en Diputados donde el cristinismo se ha mostrado más activo. De hecho, su titular, Héctor Recalde, fue puesto por la ex presidenta. Si bien su figura pretendía mostrar cierta apertura hacia todos los sectores peronistas, por tratarse de alguien capaz de generar más consenso, sus actitudes han sido hasta ahora de total alineamiento con las posturas más radicalizadas de la anterior jefa de Estado. Es lo que ha confirmado la incomodidad del sector peronista que busca despegarse de Cristina Kirchner.
Fuentes calificadas anticiparon que los primeros que pegarían el portazo son los diputados salteños que responden al gobernador Juan Manuel Urtubey. A este grupo se sumarían los riojanos, que ya dieron un botón de muestra el año pasado, en la recordada sesión en la que el kirchnerismo buscó -y consiguió, con mucho esfuerzo- aprobar un centenar de proyectos, ocasión en la cual perdieron el quórum al retirarse los diputados de esa provincia.
La nota la daría la salida de un grupo de legisladores que no se referencian en el ala dura del camporismo. Uno de ellos sería Diego Bossio, quien ya mostró su distanciamiento al asistir a la cena organizada por Massa en Pinamar. Días pasados el ex titular de la ANSeS, que se muestra lejano al cristinismo desde que tuvo que bajarse el año pasado de su precandidatura a gobernador bonaerense, viajó a San Juan para reunirse allí con el ex gobernador y también diputado José Luis Gioja. De la reunión participaron el actual gobernador sanjuanino Sergio Uñac y el director ejecutivo del Instituto Gestar -del que tanto Gioja como Bossio son máximas autoridades-, Mauricio Mazzón, hijo del recordado operador por excelencia del peronismo Juan Carlos «Chueco» Mazzón.
Tras el encuentro, se habló de generar «una alternativa superadora» a construir a partir de «un peronismo unido y renovado».
«Unido», es lo contrario a las intenciones rupturistas que podrían adjudicarle a esa movida secesionista; pero «renovado» es algo más cercano a lo que se mostró días pasados en Pinamar, con la presencia, reiteramos, de Sergio Massa, al que una buena parte del peronismo querría reincorporar, aunque ese no sea el objetivo del tigrense. Lo mismo que a su socio José Manuel de la Sota, quien junto al gobernador cordobés Juan Schiaretti, ya anunció que participará del segundo asado de ese sector, a realizarse en breve en Carlos Paz.
La idea de este sector que integran Urtubey, Bossio y el propio Gioja, sería generar un sector propio y armar en el Congreso un bloque que deje de lado la sigla FpV, y asuma directamente la del PJ. Estamos hablando de 22 diputados que podrían integrar esa bancada, que sería muy bien vista por el oficialismo, por cuanto se aseguraría con este sector más «racional» la gobernabilidad al menos en la Cámara de Diputados. Aunque descuenta el PRO que un movimiento de esa magnitud generaría inmediatamente alguna repercusión en la Cámara alta.
Todos están atentos a lo que ya sucedió en la Legislatura bonaerense, donde el peronismo se rompió en el Senado, mientras que en la Cámara baja el camporista José Ottavis no pudo contener a la totalidad de su bancada en la votación del Presupuesto, fue desautorizado por la mayoría de los intendentes, y quedó desgastado de cara a cuando arranque formalmente el año parlamentario.
Otra muestra del clima que impera en el FpV-PJ se dio el lunes, cuando el kirchnerismo convocó a una conferencia de prensa en Diputados para pedir la liberación de Milagro Sala, y solo asistieron camporistas y kirchneristas puros. Los que responden a los gobernadores no asistieron.
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