Néstor Kirchner
Aunque sus socios comerciales no cesan los reclamos, la Argentina sigue intensificando su política comercial proteccionista con tácticas poco claras de parte de la Secretaría de Comercio. No sólo obstaculiza las importaciones sino también la compra de divisas, porque detrás de esta estrategia comercial está el objetivo de defender las reservas del BCRA frente a la demanda privada de moneda extranjera. Así el tipo de cambio deambula dentro una banda fijada por el Gobierno y ya parece no ser un objetivo de política económica, tener un peso bien débil como lo fue desde los comienzos de la gestión de Néstor Kirchner.
Ocurre que la Argentina es el único país, sobre todo de la región, donde persiste la salida de capitales (hasta hace poco la acompañaba Grecia en este club). La mayoría de los países, sobre todo los emergentes, sufren desde hace meses todo lo contrario, el dolor de cabeza de un incesante ingreso de capitales. Esto está profundizando la tendencia a la apreciación de las mo-nedas.
En un mundo en el que la liquidez es un problema y los países intentan defenderse de la avalancha de capitales con restricciones e impuestos, aquí pasa todo lo contrario. Por eso el Gobierno reaccionó a principios de año con medidas para frenar la fuga de capitales.
Sin embargo, en esta guerra mundial de divisas, la Argentina está saliendo casi ilesa. Es más, en Latinoamericana el peso es la única moneda que perdió terreno frente al dólar.
En los últimos dos meses y medio el peso se ha depreciado frente al dólar en más del 1,3%. En ese mismo lapso el real perdió más del 6,1%. Según cálculos del Estudio Broda, el tipo de cambio real bilateral con el real aumentó un 2,1% en lo que va del año. De modo que la Argentina sigue teniendo esta ventaja competitiva frente a Brasil, que a pesar de todo aún mantiene un alto superávit comercial bilateral.
Se entiende así el malhumor de los exportadores brasileños frente a las trabas argentinas y la pérdida de competitividad cambiaria (que generó una fuerte queja al Gobierno de Dilma Rousseff y detonó promesas de un futuro paquete de medidas).
Algo similar ocurre contra el peso chileno. Desde diciembre pasado la moneda trasandina se apreció un 6,8% frente al dólar. En este caso el tipo de cambio real bilateral con el peso chileno registra en 2012 una mejora del 2,4%.
De modo que la Argentina, con la salida de capitales de por medio, resulta ser la más beneficiada en lo que va del año de la depreciación del peso contra las monedas de la región.
Claro que este proceso de apreciación cambiaria que viven la mayoría de los países de la región se intensificó de comienzos de año. Porque, en realidad, a lo largo de 2011 no sólo el peso perdía terreno frente al dólar (un 7,8%) sino que también el real se depreciaba un 8,7%, el peso chileno un 9,1% y un 11% el peso mexicano (en el caso de Colombia, la depreciación fue del 0,8%). Sólo la moneda de Perú experimentó una apreciación el año pasado, del 4,2%, reflejo del boom económico.
El panorama cambiario es mucho más llamativo si se compara la situación actual con la de fines de 2010. Aquí el peso acumula una depreciación del 9,3% mientras que el real de sólo un 2,1%, el peso chileno del 1,8% y el peso mexicano del 3,2%. En cambio, el sol peruano y el peso colombiano acusan en dicho período una apreciación del 4,8% y el 7,6%, respectivamente.
Aunque sus socios comerciales no cesan los reclamos, la Argentina sigue intensificando su política comercial proteccionista con tácticas poco claras de parte de la Secretaría de Comercio. No sólo obstaculiza las importaciones sino también la compra de divisas, porque detrás de esta estrategia comercial está el objetivo de defender las reservas del BCRA frente a la demanda privada de moneda extranjera. Así el tipo de cambio deambula dentro una banda fijada por el Gobierno y ya parece no ser un objetivo de política económica, tener un peso bien débil como lo fue desde los comienzos de la gestión de Néstor Kirchner.
Ocurre que la Argentina es el único país, sobre todo de la región, donde persiste la salida de capitales (hasta hace poco la acompañaba Grecia en este club). La mayoría de los países, sobre todo los emergentes, sufren desde hace meses todo lo contrario, el dolor de cabeza de un incesante ingreso de capitales. Esto está profundizando la tendencia a la apreciación de las mo-nedas.
En un mundo en el que la liquidez es un problema y los países intentan defenderse de la avalancha de capitales con restricciones e impuestos, aquí pasa todo lo contrario. Por eso el Gobierno reaccionó a principios de año con medidas para frenar la fuga de capitales.
Sin embargo, en esta guerra mundial de divisas, la Argentina está saliendo casi ilesa. Es más, en Latinoamericana el peso es la única moneda que perdió terreno frente al dólar.
En los últimos dos meses y medio el peso se ha depreciado frente al dólar en más del 1,3%. En ese mismo lapso el real perdió más del 6,1%. Según cálculos del Estudio Broda, el tipo de cambio real bilateral con el real aumentó un 2,1% en lo que va del año. De modo que la Argentina sigue teniendo esta ventaja competitiva frente a Brasil, que a pesar de todo aún mantiene un alto superávit comercial bilateral.
Se entiende así el malhumor de los exportadores brasileños frente a las trabas argentinas y la pérdida de competitividad cambiaria (que generó una fuerte queja al Gobierno de Dilma Rousseff y detonó promesas de un futuro paquete de medidas).
Algo similar ocurre contra el peso chileno. Desde diciembre pasado la moneda trasandina se apreció un 6,8% frente al dólar. En este caso el tipo de cambio real bilateral con el peso chileno registra en 2012 una mejora del 2,4%.
De modo que la Argentina, con la salida de capitales de por medio, resulta ser la más beneficiada en lo que va del año de la depreciación del peso contra las monedas de la región.
Claro que este proceso de apreciación cambiaria que viven la mayoría de los países de la región se intensificó de comienzos de año. Porque, en realidad, a lo largo de 2011 no sólo el peso perdía terreno frente al dólar (un 7,8%) sino que también el real se depreciaba un 8,7%, el peso chileno un 9,1% y un 11% el peso mexicano (en el caso de Colombia, la depreciación fue del 0,8%). Sólo la moneda de Perú experimentó una apreciación el año pasado, del 4,2%, reflejo del boom económico.
El panorama cambiario es mucho más llamativo si se compara la situación actual con la de fines de 2010. Aquí el peso acumula una depreciación del 9,3% mientras que el real de sólo un 2,1%, el peso chileno del 1,8% y el peso mexicano del 3,2%. En cambio, el sol peruano y el peso colombiano acusan en dicho período una apreciación del 4,8% y el 7,6%, respectivamente.